Capítulo 2: Nuevas amistades

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Me sobresalté. Es lo que pasó. No lo voy a embellecer con cualquier tontería. Es la pura y simple verdad. Creía que las neotribus iban a hablar el inglés antiguo, no el general, la lengua que acabó por inventarse cuando el mundo se unificó bajo el estandarte del buitre, del Partido del Cambio.

-¿Quién eres?-Le pregunté.

-Soy un desterrado, igual que tú. Me llamo Band, ¿y tú?

-Yo soy Lengdas. Pero aquí, en la periferia, el nombre otorgado por tus padres no vale, la periferia te dará tu nombre. Sígueme.-Su tono no admitía contradicciones, hay que hacer lo que dice, si no, hay un castigo a la vista.

Cogí la mochila y me encaminé detrás de él, dejando mi futuro a manos del destino. Nos alejamos de las ruinas, vamos hacia el que desde aquí parece un simple bosquecillo, aunque seguramente cubre más de diez kilómetros cuadrados.

Después de estar andando media hora, llegamos a un conjunto de chozas de barro, pieles, plásticos o cualquier otra cosa, en las que vivía gente como yo. Lengdas me guió hacia la choza más grande de todas, seguramente donde vivía el líder.

Entramos, recorrimos un pasillo relativamente largo y finalmente llegamos a la "sala del trono", que era un simple espacio hexagonal con una silla forrada de cuero. Había una persona sentada, era mi juez.

Juzgado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora