2. Eloy

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Hola... Dios, te he echado de menos. Necesitaba hablar con alguien. Esta es la primera vez que piso mi casa desde que el viernes antes de ir al instituto. Ayer estuve en casa de mi abuela, la cual no sospecha nada y eso me alivia. El viernes estuve de cumpleaños como creo recordar que mencioné en la última página. Supuestamente me quedé en casa de una amiga. Ingenuos mis padres, que siguen pensando que tengo de eso. La cena del cumpleaños estuvo bien, como no yo me fui con los chicos. Hablabamos y reíamos mientras notaba que varias miradas de la otra punta de la mesa se clavaban en mi ser y me acuchillaban. Si las miradas matasen, no estaría contando esto.
-Ruth, nos vamos a ir ya. ¿Necesitas algo? -Eloy se dirigió hacia mi amablemente. Era de entender porque no había hablado mucho y quizá no tenía la suficiente confianza, pero yo quería que se soltara.
-Todavía no -mostré una sonrisa pícara.
Como era de esperar me devolvió la sonrisa y me miro de una forma increíblemente sexy.
Salimos de la casa del chico del cumpleaños y fuimos a un parking. Todos empezaron a beber, pero yo no tenía alcohol para ingerir así que me quedé examinando mi alrededor. Muy pronto se acercó Eloy de nuevo.
-¿No bebes?
-Parece ser.
Se alejó un momento y me quedé mirando su forma de caminar. Él era guapo, aunque no irresistiblemente atractivo. También era delgado y poco más alto que yo. No tenía nada especial, pero aún así me resultaba interesante.
Se acercó a mi y extendió su mano izquierda con un baso.
-Te invito yo.
-¿No querrás emborracharme para abusar posteriormente de mi?
Se rió brevemente y me miró de arriba abajo.
-No es lo que pretendo.
-Gracias -levanté una ceja-, porque seguro que no estarías a mi altura.
Pareció sorprendido al oír mis palabras y frunció el ceño.
-¿Eso crees?
Su cara de enfadado me llamó mucho la atención.
Me arrimé tanto como pude, muy lentamente. Nos separaban centímetros y casi podía llegar a rozar sus labios. Él no se movió.
-Eso sé.
Me separé y me hice la indirente apoyándome en un coche y mirando a otro lado. De pronto se acerco como había hecho yo unos minutos antes. Pero él lo hizo con rapidez. Mi respiración se volvió más constante.
-¿Intentas provocarme, Ruth?
-No malinterpretes mis acciones.
-No mientas. Sé lo que quieres.
-Que te alejes -dije franca.
Se acercó apoyando su frente en la mía.
-¿Quieres eso?
Comenzo a tocarme suavemente el pelo. Deslizó suavemente su mano hasta mi cintura.
-¿Qué te hace pensar que no?
Eloy bajaba su mano muy lentamente. Mi corazón empezó a alterarse al igual que mi respiración. Me mordí el labio inferior mientras prestaba especial atención a sus ojos.
-Joder... Deja de marearme.
Se apartó. No me lo esperaba para nada. Creía que ya le tenía en el bote. Como un acto reflejó le cojí del brazo impidendo que se fuera.
-No te mareo, Eloy.
-¿Entonces porque dices que quieres que me aleje?
Me acerqué a su oreja y le susurré:
-Porque estas despertando a la bestia.
Tragó saliva y me volví a colocar en mi sitio de antes.
-No sé si quiero hacerlo.
Yo me reí y contemplé como se daba la vuelta y estaba dispuesto a empezar a caminar. Desvié mi mirada y sin darme apenas cuenta él volvió a dar media vuelta, vino hacia mi con poca sutileza y su cara de enfado y me besó con pasión.
-Parece que si querías.
-Vamos a mi casa.
Cuando llegamos a su casa me contó que vivía sólo con su madre, así que no tenía por qué preocuparme. Subimos a su habitación. No me dio tiempo a pararme a ver su pared llena de posters de Bob Dylan. Él ya me estaba besando. Nos tumbamos en su cama y me comenzó a besar en el cuello. Después nos volvimos a besar y le mordí el labio de una forma muy sensual. Acto seguido me arrancó las medias sin pensarlo dos veces y me quitó la blusa. Yo también le desabroché los botones de su camisa azul y poco a poco fue desapareciendo nuestra ropa hasta cierto punto que nos encontrábamos desnudos. Yo encima de él. Me la introdujo unos minutos antes de ponerse el preservativo. Después se puso él encima y continuó. Yo tenía la necesidad de gritar y mis gemidos se hacían cada vez más fuerte. De pronto me tapó la boca con la mano.
-Shh. Nos va a oír mi madre.
-Dios, esto es genial.
-¿Te gusta?
-Me encanta.
Sonrió y siguió aún más motivado.
-A mi igual, joder.
A los veinte minutos ya se había corrido. Yo también, pero a ver... Soy multiorgásmica aunque parezca mentira y pues le dije que no había terminado.
-No hay problema.
Se bajó hasta mi ombligo y mientras me daba besos fue deslizándose para bajar aún más.
La sensación fue inexplicable.
A la mañana siguiente me desperté antes que Eloy. Me vestí sin hacer ruido y antes de salir corriendo de la habitación me dirigí a él y le di un beso de despedida, del cual no se acordará ya que estaba profundamente dormirdo. Cuando bajé las escaleras oí a su madre en la cocina. Era imposible salir de la casa sin pasar por ahí así que me di media vuelta y me metí en el baño. Abrí la ventana y sin pensarlo salté. Era un primer piso, por lo que no me dolió. Después llamé a mi padre y me vino a recoger.
-¿Qué tal te lo has pasado, Ruth?
-Muy bien, papá. El chico del cumple se lo pasó muy bien y bueno, a ver cuando repito.
-Me alegro hija.

Y ahora no he vuelto a hablar con Eloy, y sinceramente tampoco quiero. Fue algo de una noche, pero ya está. Dios, me duele mucho la cabeza y eso que no bebí mucho. Debería descansar. Ya hablaremos, querido diario.

Memorias De Una ZorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora