~Dos~

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—¿Quien es Augusto?—Pregunto siguiendo a mi abuela que riega sus flores—.

—¡Es un hermoso día! ¿No crees, Lody?—Omite mi pregunta y saca las hojas secas de una rosa. No quiere responderme—.

—¡Abuela! Quiero saber...

En eso mi abuelo sale de la casa junto a mi hermana.

—Lody ¿Que te parece si vamos al pueblo?—Necesito unas cosas para mi camioneta. Está recién comprada, es muy linda, quedarás facinada—Dice mi abuelo y trato de no reír, ya que la camioneta está en un muy mal estado. Mamá nos contó que mi abuelo insistió mucho a la abuela para comprar esa chatarra—.

—Pienso unos minutos. Quería que mi abuela me contara sobre "Augusto". Pero sabía que no lo haría, así que decidí ir—Bien, voy con ustedes—.

(***)

El viaje para llegar allí no duró mucho. Lo único malo era ir en esa camioneta y que camino estaba cubierto de un frondoso barro.

Tal vez era mi imaginación pero en un momento , al costado de un árbol estaba una persona. Quieta, sin hacer nada. Su rostro no lo pude distinguir.

Al llegar estacionamos frente a una tienda que a lo visto venden herramientas, me daba algo de vergüenza que me vieran en esa chatarra, seguro mis compañeros se hubieran reído. Pero aquí, a nadie parecía llamarle la atención, hasta había peores vehículos.

—Niñas, si quieren vayan a visitar el lugar. En 30 minutos regresen. Pero no vayan lejos.

A la mayoría de las tiendas les falta bastante pintura y una escoba. Toda la gente se saluda, obviamente al ser pueblo chico, se conocen. Pero una de esas tiendas capta mi atención, es un poco diferente a las otras, su aspecto es sombrío.

Me dispongo a entrar, Kayla fue a comprar creo que un refresco. Entro y el lugar es tenebroso. Las paredes son de un color beige, pero se nota que no las han limpiado, hay tela de araña por doquier. Los estantes están llenos de cosas antiguas y extrañas, como calaveras, plumas negras, algunos libros, recipientes con formas raras, amuletos, etc. En el mostrador sólo hay una caja registradora y no hay nadie atendiendo.

—¿Se te ofrece algo?—Preguntan detrás mío. Me sobresalto un segundo—.

Giro y hay una señora, debe tener la edad de mi abuela.

—Eh...—Digo—sólo vine a ver.

—Si rompes algo deberás pagarlo, niña—Dice la señora y asiento—.

Sigo recorriendo el lugar, luego, hay un estante que tiene un libro que llama mi atención: "Los 4 elementos". Miro las primeras hojas y habla del elemento de fuego. En eso recuerdo el suceso de ayer. Tal vez ella pueda decirme que era.

—Disculpe—Le digo a la señora acercandome—¿Usted sabe quien es Augusto?—La mujer pone una cara de asombro y tal vez susto—.

—¿Te metiste con el elemento fuego?—Me pregunta y no le entiendo—.

—No sé de que me habla—Digo sin comprender nada aún—Le regunto sobre Augusto porque quiero saber de el, verá, ayer sucedió algo extraño.

—Entonces cuéntame niña—.

Le comento lo que pasó respecto con las llamas y la casa, finalmente ella me dice:

—Suspira—Hiciste muy mal, hicieron mejor dicho, con tu hermana. Haz molestado a un elemento por correr sobre su terreno, ¿Segura que no haz levantado nada del suelo?—Pregunta y niego—Bien, si fuera así estarías en graves problemas. No debo hablar mucho de el, es alguien peligroso—supongo que se refiere a Augusto—niña, no deben ir a ese lugar. No trates de acercarte, es por tu bien. Toma—saca de un cajón una pulsera con una piedra lila y una pluma—usala, te protegerá. No debo hablar más, será mejor que te vayas—Ella me empuja hacia la salida—.

Eh...Supongo que gracias—.

—No lo busques—Dice ella—.

Miro al frente y veo a mi abuelo esperándome. A lo visto aún no vuelve Kayla.

—Veo que hiciste amistad con la mujer loca.—Mi abuelo rie—No creas lo que te dijo ¿Sí? Ella fantasea mucho. Dice que hay espíritus y esas cosas. Hasta juró que yo era un nomo—ríe—.

Tal vez la mujer haya exagerado con mi abuelo, pero algo me dice que ella sabe mucho. Aunque estoy desconcertada. Lo único que sé es que Augusto es un elemento de fuego, pero no es amistoso.

—Igual, no hablamos mucho—Traté de cubrir mi pulsera, no quiero meter a mi abuelo en esto—.

Buscamos a Kayla y estaba conversando alegremente con un muchacho, lamentablemente le arruinamos el momento y quedó algo molesta, pero bueno. Yo también extraño a mi novio, Peter.

(***)

Ya era de noche y ya estamos todos en cama. Kayla escucha música y yo sólo pienso... Luego de un rato ella se saca sus audífonos y deja una piedra muy bonita y llamativa sobre la mesa de luz. Jamás se la había visto.

—¿De donde la sacaste? ¿Alguien te la dio?—Le pregunto levantando ambas cejas—.

—No—Ella rie—la encontré en el bosque, cerca de donde te desmayaste—.

¡Alto! La mujer dijo que no debía levantar nada de allí. ¡Rayos! ¡¿Que hizo Kayla?! Oh no. Estamos en apuros. Ese tal Augusto puede hacernos algo. Debo devolverlo cuanto antes.

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