Prólogo

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Esta historia es como la que muchos estamos acostumbrados a escuchar, la emoción de lograr los sueños y triunfar tras ello pero de lo que nos estamos olvidando son de las consecuencias que pueden surgir en los diferentes mundos de los que puede experimentar una persona, los obstáculos no son sólo el resultado de las malas obras sino también tiene que ver con quién vives el momento de tu vida y de que manera lo compartes. Esto se trata de una enseñanza, el creer en ti mismo y estar seguro de tus acciones tanto como sentimientos, el amor es como un juego si las dos piezas de ajedrez están en avanzando a medida que pasan los turnos, la adrenalina y pasión son los resultados de esta historia de posiblemente amor entre dos personajes de los cuales el destino cruzó sus vidas.

Lydia daba pasos cada vez más rápido, no tenía nada que perder y muy poco que ganar pero lo que si sabía es que debía llegar a su casa con el pastel de cumpleaños para su madre antes de que esta última llegara a casa mucho antes que ella y sin un pastel en la mesa para celebrar. Entrando a la pastelería vio en el mostrador el pastel favorito de su madre con un pequeño papel que decía "apartado" lo que hizo que se formara una sonrisa en el rostro de la chica.


Un chico algo amargado le sonrió por obligación a su trabajo.


— ¿Qué deseas?— Preguntó con una gran sonrisa.


— Mi padre apartó este pastel esta mañana— Señaló al gran pastel de su madre— Y vengo a buscarlo.


— Bien— Suspiró el chico pasando una mano por su cabello— ¿Nombre?— Preguntó mientras sacaba una lista.


— Cody Monroe— Respondió Lydia.


— El chico quitó su vista de la lista y miró el pastel asintiendo.— Espera un momento— Avisó y ella asintió colocando sus manos en el mostrador.


 

Mientras Lydia esperaba el pastel de su madre observaba sus unas delicadamente, no se había fijado en la mirada que mantenía un chico hacia ella, Lydia con tan solo mirarla reflejaba esperanza, inocencia y muchas otras cualidades que pudo notar Sebastian quién la estaba mirando. Este sacó su cámara para tomarle una foto pero una anciana interrumpió una casi perfecta fotografía al tropezarse con él. 


— Lo siento mucho— Se disculpó la mayor y Sebastian asintió sin preocupaciones dedicándole una sonrisa.


Cuando dirigió su vista nuevamente hacia el lugar donde se encontraba parada Lydia no la logró encontrar, ya se había marchado en apenas pocos segundos de haberla visto esperando en el mostrador.


— Tal vez la vuelva a ver nuevamente— Dijo mientras guardaba su cámara en su bolso.


 

Todos conocían a Sebastian Stan en todo el mundo, era el fotógrafo de modas más joven en la industria y con una fama alcanzada y difícil de creer a sus veinte años de edad. Sus trabajos empezaron a valer cuando cumplió quince años convirtiéndose en un joven prodigio apadrinado por el famoso Mario Testino quién descubrió sus trabajos y la calidad de estos, Sebastian realizaba viajes en todo el mundo cada cierto tiempo buscando un talento natural en las chicas ya que se necesitaban más modelos que mostraran calidad en la industria y mostrar aún más la belleza natural de estas chicas descubiertas en cualquier lugar de las ciudades de diferentes países del mundo.


Cuando las chicas notaban a Sebastian Stan frente a ellas, todas intentaban llamar su atención pero nada de eso funcionaba con el.


La diferencia de estos dos es que Lydia no conocía nada que estuviera relacionado con la moda o las modelos, nunca se había interesado en ello, aunque sus amigas de la secundaria se burlaran de ella porque usaba ropa de segunda mano y era una pobre Africana no le importaba porque era una chica de familia y de valores muy bien establecidos, sobretodo muy orgullosa de ser Africana.


Lydia llevó el pastel justo a tiempo a casa, cuando su madre llegó se llevó la más grande sorpresa y celebraron un gran y divertido cumpleaños en familia y amigos.


Al siguiente día después de la escuela ella tenía que ir al supermercado a hacer las compras, su madre siempre le dejaba una lista para que no se equivocara al comprar o malgastar ya que no tenían mucho dinero, muy pocas veces se daban el lujo de comprar buenos alimentos. Siempre se alimentaban de pan y cualquier cosa salada, compraban galletas para sobrevivir un pocos más mientras reunían dinero para comprar algo mejor, cosa que pasaba cada cinco meses.


Mientras la joven de dieciséis años se encontraba en la fila para pagar Sebastian estaba tomando fotografías a las chicas del supermercado, cuando su cámara captó la imagen de una hermosa joven recordó a la chica de la pastelería y una gran sonrisa se formó en su rostro.


Ella era perfecta.


El joven fotógrafo se acercó hacia ella y tocó su hombro para llamar su atención por lo que ella alzó la vista para mirarlo.


— ¿Te gustaría ser modelo?— Le preguntó.

Desire ➵ Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora