Cuatro: "Lo siento mucho"

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Mientras Lydia estaba estudiando en su habitación logró escuchara  su padre alzando la junto su madre, pareció que estaban teniendo una gran discusión cosa que ellos nunca habían hecho, al menos no frente a ella. Inmediatamente se levantó de su recamara debido a  la preocupación y abrió la puerta de la manera más silenciosa que pudo y pasó de puntitas hasta el pasillo donde podía escuchar la conversación o discusión perfectamente.


 

— Ella no puede escuchar, baja la voz— Dijo su madre en un susurro a su padre.

— Todo esto se está volviendo una carga para mí, ¿Qué vamos a hacer ahora?— Notó a su padre sentarse en el sillón muy preocupado.— Se me hace difícil mantener todo esto, Ellen.

— Todo saldrán bien, solo hay que esperar un poco. Yo iré a buscar trabajo entonces.— Habló y el padre de Lydia tiró uno de los adornos de vidrio.

— ¡Estás enferma! ¿cómo le vas a decir a tu hija que tienes cáncer?— Dijo de una manera fría, Lydia se paralizó al escuchar esas palabras salir de la boca de su padre.


Sus padres le habían escondido la verdad todo este tiempo, su madre estaba gravemente enferma y tal vez pensaban nunca decírselo. Los dos mayores se encontraban discutiendo hasta que Lydia se paró justo frente a ellos con aquellas lágrimas corriendo por sus mejillas, los dos adultos se acercaron hacia ella pero esta se alejó negando con la cabeza sin aún poder dejar de llorar.


— Lydia— Dijo su mano intentando tocarla pero la menor no se dejaba.


— ¿Cuándo pensabas decirme?— Le preguntó a su madre con la voz quebrada.


— Lydia es mejor que te tranquilices un poco, ya basta con que esté desempleado y ahora este drama.— Comentó su padre sirviéndose un trago.


— Lydia, podemos explicarlo todo.— Dijo su madre sentándose en el sillón.— Me diagnosticaron cáncer desde hace unos tres meses, no quería decírtelo porque no estabas preparada para eso.


— Y pensabas decírselo cuando te quedaran tres días de vida ¿no?— Dijo su padre en forma de burla.


 

Los dos empezaron a discutir nuevamente ignorando a sus hija, ignorando el llanto de Lydia. La ojiverde decidió volver a entrar a su habitación y tomó la tarjeta que le había dado Sebastian, esta empezó a marcar el número de el y como sorpresa el atendió.


— ¿Hola?— Escuchó la voz de Sebastian y luego colgó.


 

Lydia se alejó de la mesa donde estaba el teléfono,  empezó a llorar nuevamente recostada de su cama mirando las fotografías que estaban pegadas en su pared, sus únicos recuerdos de África era la felicidad que mantenían sus padres, todo se estaba destruyendo y ella no quería eso, era a lo que mas le temía. Acostada boca abajo miraba la tarjeta de Sebastian, era algo tentativa en ese momento pero decidió ignorarla, tanto que al final se quedó dormida.

Sebastian se había quedado con la intriga de la misteriosa llamada y miraba el número registrado en su teléfono, no sabía si devolver la llamada o simplemente ignorar ese hecho, estaba mucho más preocupado por Gemma ya que no tenía noticias sobre ella y habían muchas posibilidades de que la rubia estuviera enojada con el.


Al día siguiente Lydia en camino a la escuela se detuvo en su tienda de ropa favorita, la que siempre observaba, simplemente soltó un suspiro y siguió caminando hasta la escuela. Cuando llegó todos la miraban como si fuera algún animal extraño lo cual ya no le tomaba mucha importancia pero era algo que siempre la hacía sentir muy mal, directo a su casillero solo se dedicó a cambiar unas cosas para luego cerrarlo.

Desire ➵ Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora