Esta historia se hizo conocida a mediados de 1950, en los Estados Unidos. Un adolescente estacionó su automóvil en un sendero oscuro y solitario para conseguir más intimidad con su novia. Luego de sintonizar música en la radio, los tortolitos comenzaron a besarse. Minutos más tarde, la transmisión se cortó abruptamente y la voz de un preocupado locutor advirtió a la población acerca de un peligroso asesino suelto con un garfio en lugar de su mano derecha. En ese momento, la chica le pidió a su novio que la llevara inmediatamente a su casa. Cuando llegaron a la residencia, ella salió disparada hacia la entrada, y justo antes de cerrar la puerta comenzó a gritar a todo volumen. Al escuchar esos alaridos, su novio giró la cabeza para ver lo que sucedía y encontró un garfio cubierto de sangre colgado del picaporte.