Capítulo 4

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- ¿Cómo ha estado Mizuki? -le preguntó Akashi a Kuroko en la mañana.

Ahora Kuroko no actuaba tan frío con él, era su relación como antes. Pero su relación con Mizuki empeoro, ahora ni siquiera la veía.

-Mizuki ha estado bien.-respondió Kuroko-, ha estado extrañamente alegre.

Akashi frunció el ceño miro de reojo al pelicelestes.

- ¿Por qué?

Kuroko solo se encogió de hombros. Akashi estaba que se sacaba la cabeza al pensar en que forma le podía hablar a Mizuki.

Entonces, como si la suerte estuviera de su lado, la vio leyendo un libro. Su corazón empezó a latir rápidamente y su rostro se iluminó, se acerco a ella lentamente hasta que se sentó a su lado, Mizuki lo miro de reojo, y frunció un poco el ceño al verlo y se levantó para irse.

Pero Akashi no la dejo, en más, la agarro del brazo y la hizo sentarse.

-Mizuki, tenemos que hablar.

-No tenemos nada que hablar, Akashi.

Akashi hizo una mueca triste al escuchar esas frías palabras que salieron de la chica que antes lo apoyaba en todo y siempre le regalaba una de sus lindas sonrisas. Pero ahora; ella estaba con sus labios en una línea recta y lo miraba sin expresión.

- ¿Me odias? -preguntó Akashi.

-Nunca podría odiar algo que nunca me importo -respondió ella.

Akashi hizo una mueca de dolor, aunque eso no le importo a Mizuki.

-Lo siento, Mizuki, enserio.

-No me interesan sus disculpas. Realmente, le debo agradecer. Solo fue una perdida de tiempo -espetó la chica de ojos celestes.

Akashi se quedo mirándola con tristeza, sintiendo como su corazón se oprimía con mucho dolor.

-Pero eso no significa que lo perdone, me rompió el corazón. -hablaba Mizuki mientras guardaba su libro en su bolso y se arreglaba su falda, cuando estuvo segura que estaba bien, se levantó y miró a Akashi-. Nuestra relación ya no es como antes, no. Ni siquiera ahora tenemos una relación. Yo ahora no lo considero mi amigo, ni siquiera un conocido.

-Pero...-Akashi estiró sus manos para agarrar las suaves manos de Mizuki, pero no lo hizo, solo las alcanzó a rozar. Y con ese roce, pudo sentir las calidez de esas manos.

-No importa, Akashi. Nunca le importe yo. Solo dígalo. Ahora usted no me importa.

- ¡Tú sí me importas, Mizuki! -chilló Akashi con el ceño fruncido.

Claro que le importaba Mizuki, y le dolía lo que decía. ¿Ahora él ya no le importaba? ¿dónde había quedado esa alegre chica que se sonrojaba con su presencia?

-No mienta, por favor. No me gustan las mentiras. Yo le estoy diciendo la verdad, solo fue una perdida de tiempo. -dijo ella sin expresividad-. No me hable con tanta confianza, por yo no tengo confianza en usted. No somos amigos.

-Pero...

-Adiós, Akashi.

Mizuki se dio la vuelta y caminó a paso lento dentro, dejándolo solo. Akashi sintió sus ojos cristalizarse pero se contuvo de llorar, no, no lloraría. Aunque le doliera como el infierno las frías palabras que dijo Mizuki.

Se paso su mano por sus ojos y agarró su bolso, para colgárselo en el hombro y caminar hasta su clase. Mizuki tenía que perdonarlo. Tenía que hacerlo. No lo podía tratar con tanta frialdad por siempre.

Arrogant.»Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora