Cuatro

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Cuando me quedé solo en la celda de eché un vistazo, a la izquierda había un baño, enfrente un pequeño armario, en un rincón la cama y al lado una mesita de noche con una lámpara. Encima había una bolsa con mi uniforme, lo saqué y habían dos piezas, un pantalón color caqui y una camisa del mismo color, me lo puse y me quedé descalzo.

Me senté en el borde de la cama y escuché unos sonidos leves muy molestos que poco a poco fueron haciéndose más ruidosos, sentía que me iban a explotar los tímpanos así que tapé mis oídos pero no funcionó. Risas, sonidos como campanas y otros ruidos molestos sonaban por todas partes, luego voces burlándose, era como una pesadilla.
Cerré mis ojos con fuerza y me acosté tratando de quedarme dormido.


Me desperté por unos golpes en la puerta, la abrí y estaba una enfermera.

-Es la hora de la comida, ponte tus zapatos y ven conmigo.

Hice lo que me ordenó y bajamos hasta los comedores, habían chicos y chicas por todas partes, unos comiendo y otros esperando en la fila, tenían diferentes uniformes: blancos, caqui y negros.
Me formé en la larga fila y esperé 10 minutos para que fuera mi turno.
Había un extraño puré, verduras al vapor y trozos de carne. Tomé una bandeja y me serví un poco de todo.
Busqué con la mirada un lugar donde sentarme y vi una mesa vacía en un rincón, caminé hasta ella y me senté para comer.

Unos chicos no me quitaban la mirada de encima, o cuando lo hacían era para reírse de mí, eso parecía.
Cuando terminé de comer me quedé sentado con mi cara apoyada en mis manos.

-Hey.

Giré mi cabeza para encontrarme con un chico de tez blanca y muy alto.

-Ho-hola.

-¿Eres nuevo, verdad?

Tras él habían otros tres chicos riéndose.

-Mmm, s- sí.

-Te venimos a dar la bienvenida.

Por un momento había pensado que venían a hacerme daño.

-Gracias.- Le dije con una sonrisa.- Me llamo Ha...

El chico me tomó con fuerza del brazo y tiró de mi mientas otro tapó mi boca. Casi me arrastraron por una puerta cerca de mi mesa, traté de gritar y de zafarme de su agarre pero no pude. Llegamos a una habitación medió oscura donde habían colchones rotos y cobijas. Me lanzaron la suelo e intenté levantarme pero el mismo chico me volvió a empujar.

-¿Quién comienza, chicos?

-Yo lo hago.

Dijo uno al que no había visto.
Se acercó a mí y palmeó mi rostro.

-Ay, qué nena, pareces una florecita.

Los demás solo rieron. Estaba humillándome, aunque por parte me merecía esto, ya que yo le quité la vida a alguien. Apreté los ojos en cuanto sentí un ardor en mi nariz, y otro más.
Abrí mis ojos e intenté acomodarme pero una patada en mis costillas me lo impidió.

-Escuchamos que asesinaste a alguien.

-¿Qu-quién les dijo?

Pregunté cómo pude. En vez de contestar solo rieron. Otro chico se acercó a mí.

-Te mereces esto, y más.- Y tenía razón.- Eres una mierda.

Esta vez sentí un golpe en mi entrepierna, uno muy fuerte, luego otro en mi cara.

-Basta.- Dije entre lágrimas.- Ya, por favor.

-¿Qué dijiste?

Oí cómo la puerta se abrió de golpe y los cuatro chicos voltearon

-¿Qué hacen aquí? Joder, pobre chico. Váyanse a la mierda.

-Uuhh.

Se burló uno mientras los otros tres salían del cuarto.

-Largo de aquí, Evan.

-¿Y si no, enano?

Aquel chico tomó de la camisa a Evan y lo empujó fuera del cuarto.
Era él. Lo había visto cuando iba a mi celda, el de ojos azules.

-¿Estás bien?

Me extendió una mano, la tomé y me ayudó a pararme.

-No creo.
Bufó y sonrío. Me palmeó la espalda y caminó fuera de la habitación. Lo seguí, dios, ese chico tenía un tremendo culo.

-Hey, gracias.

-No lo hice por ti, ese cuarteto me rompe las bolas.

Dicho eso se giró y caminó hacia una mesa con tres chicos esperándolo.

Más tarde todos estábamos en una gran sala, parecía ser un tiempo libre, pero claro, vigilados por enfermeras y guardias de seguridad.

Sick Love. -Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora