Era tan triste su sonrisa,
Ojos ciegos la miraban con desprecio,
Lenguas de serpientes siseaban su nombre,
La ignorancia la señalaba,
Pero sonreía, una sonrisa tan radiante,
Que me causaba lástima.
Sonreía y se veía tan feliz,
Tan indiferente a las
Bocas cocidas gritando todo menos lo aparente;
Porque era aparente,
Era aparente y nadie lo veía,
Se cegaban,
Le daban la espalda y la repudiaban.
Yo quería alcanzarla,
Tocarla,
Estrecharla entre mis brazos,
Y hacerla para siempre mía,
Quería resguardarla,
Protegerla,
Llevarla lejos,
Muy lejos,
Allá donde no tenga que apagar la música porque ni ella logra acallar sus pensamientos,
Allá donde no tenga que morderse el labio al sonreír o evitar el pestañear,
Allá, donde pueda ser ella misma sin importarle el que dirán.
Pero no puedo tocarla,
Estoy aquí para mirarla, observarla,
Y llevarla...
No para salvarla,
Estoy aquí,
Para ponerle fin a sus penas,
Pero también a sus vanas esperanzas de alegría,
Si es que las tenía...
