Capítulo 4

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Cuando se hubo terminado de abrir la pared enorme, nos dimos cuenta de que no había nada, era un simple terreno valdío con muchas hierbas y árboles secos, apenas pudimos ver mas allá del primer tramo, ya que las hierbas eran demasiado altas, casi el largo de la pared.

-¿¡Que mierda es esto, Mera?!- Le grité a Michael.

-Oye, tranquilo viejo- Me responío con voz temblorosa.

-¿Que hacemos aquí?- Le preguntó Beth.

-Esta es la entrada a su nuevo hogar, vayan acostumbrándose-Le respondió

Claramente, Michael hablaba en serio, pero con todas esas pendejadas cuando llegamos no sabíamos que creer, todos aquí o estaban locos o son idiotas porque si.

-Vamos, anden, caminen que hace demasiado frío- Nos dijo, mientras se frotaba las manos.

-¿Cómo esperas que pasemos entre toda esa hierba?- Le pregunté.

-Solo háganlo- Me dijo.

Comenzamos a caminar entre todas las hierbas. Yo intentaba quitarlas con los pies, pero era inútil intentar sostenerlas todas, siempre regresaban a darte un buen madrazo en la cara.

Cuando llegamos al centro, me percaté de que éste tenía  una forma algo peculiar, como si fuera una pizza sin una rebanada, y dos puntos pequeños alineados. Nos dirigimos al centro, entrando por el pedazo faltante.

-Párense sobre esos círculos- Nos dijo Michael, mientras apuntaba a los dos puntos alineados.

Yo me dirigí a uno y Beth al otro, mientras Michael iba directo hacia el otro lado de la hierba, lo perdimos de vista en un instante.

-¡Buen Viaje!- Gritó Mera, desde el otro lado de la hierba.

-Oye, ¿qué?- Dije, desesperado.

Los círculos comenzaron a descender, como elevadores, mientras Beth gritaba mi nombre. No tenía ni la más mínima idea de lo que fuera a suceder cuando llegaramos, literalmente, al fondo de esto.

Unas putas instalaciones subterráneas, claro, ¿porqué no lo supuse? ¿Que más, los cerdos volando entre los pasillos?

Pasaron al rededor de 5 minutos antes de que llegaramos a una especie de recepción, amplia y muy bien decorada, con un par de sillones y un escritorio grande con forma de media luna, con una chica sentada pintandose los labios con un color violeta oscuro, y a su lado estaba Nadir. Beth y yo nos acercamos al  escritorio, e inmediatamente Nadir comenzó a hablar.

-Hola, D, bienvenido- Soltó Nadir.

Beth se aclaró la garganta, enojada.

-Ah, y hola, tú- Dijo Nadir, viendo con cara de desprecio a Beth.

-Espera, ¿cómo me llamaste?- Le pregunté.

-Esta es Andy Flowers- Dijo Nadir, intentando evadir la pregunta.

-Hola- Dijo Andy, sin ganas.

Al parecer ella era la típica puta que calentaba a todos sólo para que le dieran más dinero, y no era mera especulación mía, su actitud y sus poses lo reflejaban perfectamente. Sin duda, su culo sería un aeropuerto para los pitos, y hasta incluso, para el mío.

-Creo que deberías saludar bien, Andy- Le dijo Nadir, con la cabeza agachada. Al parecer le tenía miedo.

Lanzó su lipstick hacia el escritorio y, de mala gana, se levantó de su silla. Tenía muy buen cuerpo, operado posiblemente. Se dirigió hacia mi, sonriendo como puta.

-Hola, chico, soy Andy- Con una voz supuestamente ¿seductora?.

Beth la miró, con el Dark World en sus ojos.

-Ven, acompáñame, te mostraré el lugar, chico- Me dijo, todavía con su sonrisa fingida.

-No, lo siento, pero yo no voy sin Beth- Le respondí.

Inmediatamente cambió su sonrisa de puta por una cara de enojo, prematuramente juzgando, típico de una puta.

Se alejó de mi y mientras lo hacía iba hablando entre dientes.

-A mi nadie me dice que no-

Nadir comenzó a andar hacia una puerta que daba a un pasillo. Beth y yo la seguímos, mientras nos tomábamos de la mano.

-Te quiero- Me susurró Beth al oído.

Caminamos por el pasillo detrás de Nadir. Era todo recto, al fondo había dos puertas, una del lado derecho y la del frente. Mientras más caminábamos más se escuchaba un ruido urbano, como si hubieran muchas personas y autos detrás de la puerta. ¿Una ciudad subterránea? Genial, creo que ahora ya lo he visto todo.

Pasamos a un lado de la puerta de la derecha, y rápidamente pude ver una sombra que se parecía mucho a lo que había visto en la entrada, pero desapareció en la oscuridad de la habitación a donde iba la puerta.

Caminamos hacia la puerta del fondo y nos detuvimos justo frente a ella. El ruido era más que fuerte.

-¿¡Están listós!?- Gritó Nadir, mientras desactivaba el seguro eléctrico de la puerta.

La puerta se comenzó a abrir, dejando ver una luz solar. Ya estábamos en la Grasa.

Seguidores de la GrasaWhere stories live. Discover now