Daria no se podía creer lo que tenía delante de sus ojos. ¿Acaso podía llamar internado a lo que estaba presenciando? Ya se había sorprendido con el portón principal que, según cálculos aproximados, tendría 20 metros, y ahora esto.
Nada más entrar, sus ojos dieron una rápida ojeada a todo el recibidor. Una gran lámpara de cristal colgaba del techo, el cuál estaba decorado con madera perfectamente tallada. Enfrente suya tenía una gran escalinata que al final, se separaba en otras dos. Una hacia la izquierda y otra hacia la derecha, decorada con moqueta negra.
- Pareces sorprendida. - Hunter permanecía a su lado todo el tiempo mientras que le enseñaba y mostraba cada uno de los elementos que ella presenciaba - Como puedes ver, el internado es una reconstrucción de un castillo de estilo gótico de la época victoriana. Pertenecía a la familia Salvatore y su última heredera donó este sitio para la construcción del internado.
- Es precioso, no me quiero imaginar las demás estancias.
La mano de Daria rozó con admiración las figuras que habían sido esculpidas con tanta perfección. Se sorprendió de la cantidad de velas que había y por un momento, sintió como si ya hubiese estado en aquel sitio.
- Ven, te enseñaré mi lugar favorito. Luego pasaremos a las habitaciones. - Hunter, no muy seguro, rozó la mano de Daria y aceptó a entrelazar sus dedos con los de ella, guiándola.
Ambos subieron la gran escalinata. Al final de esta se encontraba una puerta en forma de arco, de madera negra y decorada con algunos símbolos que Daria no lograba entender.
Hunter posó su mano sobre uno de los símbolos, sin apartar la mirada de Daria. La puerta accionó y fue abriéndose poco a poco.
- Bienvenida a mi guarida - susurró.
Daria se sorprendió al descubrir el tamaño de aquella sala. Era diminuta en comparación con el recibidor, sin embargo, era hermosa. Toda la sala estaba inundada de un agradable perfume a incienso. De lavanda, quizás. Madera negra cubría el suelo que pisaban, las paredes eran altas y cubiertas de libros, si querías uno, debías acceder a él mediante una pequeña escalerita. El techo acababa en una gran bóveda de cristal, la cuál Daria imaginó llena de estrellas cuándo la noche se acercara. Había una alfombra circular en el centro de la sala junto a una mesita de madera. La única iluminación provenía de un pequeño candelabro encima de esta.
- Como habrás notado, es la biblioteca. Fue construida a mi petición, esto antes era la pequeña sala de reunión de la familia. - Hunter pasó su mano por algunas de las estanterías repletas de libros y escrupulosamente cuidadas. Daria notó cierta tristeza en su tono de voz, quizás esto era lo único que tenía- Paso aquí la mayor parte de mi tiempo, prefiero leer cualquier libro a tener que lidiar con los elementos que residen aquí. Marcus y Skylar son un gran ejemplo.
Daria rió y siguió a Hunter que la animó a salir de la biblioteca. Aún tenía que enseñarle las habitaciones. - Aparte de Marcus y Skylar, ¿no tienes a nadie aquí? - Preguntó.
- Jade es una gran amiga mía, sí, pero no tenemos demasiada relación. Soy una persona distante, sabes. - Hunter le dedicó media sonrisa y volvió a posar su mano en la espalda de la chica, adelantándola a ella para que pudiese salir antes. Todo un caballero.
- A mi me pareces alguien bastante amable. Y educado. - Daria miró hacia arriba, pensativa y luego echó a reír - Ahora entiendo porqué te llevas mal con Marcus.
Hunter la imitó y despues negó lentamente con la cabeza. - Marcus es mi hermano.
- Vaya... quién lo diría. - Al observar el incómodo rostro de Hunter, decidió cambiar de tema - ¿Y alguien más? No he visto un sólo alma desde que he llegado aquí.
- Solemos encerrarnos en nuestras habitaciones y otras, vamos al salón.
- ¿Al salón?
- Sí, es la sala más grande del internado. Solemos reunirnos allí muy a menudo, como esta noche. Vamos a celebrar tu llegada, olvidé comentártelo. Esta noche conocerás a todo el mundo, bueno, a excepción de... - Hunter tragó saliva, como si pronunciar aquel nombre le costara - Es igual, acompáñame.
Hunter guió a Daria hasta las habitaciones. Tuvieron que subir la escalinata de la izquierda, que simplemente daba a un amplio pasillo también decorado con la moqueta negra anterior. Al igual que en la biblioteca, las puertas de las habitaciones tenían forma de arco pero cada una tenía símbolos distintos y también el pasillo estaba iluminado con pequeñas lámparas de cristal que sostenían velas en los extremos. Había en total trece habitaciones, o al menos esas pudo contar Daria.
- Tu habitación es la número 10. Seis a un lado y seis a otro. La tuya está a la derecha, enfrente de la mía. - Hunter señaló cada una de las habitaciones y más tarde, a la pared del final, en la cuál se podía observar la puerta número 13. - Más te vale no entrar a esa.
- ¿Es la habitación de alguien? ¿Y por qué no está a los lados del pasillo como todas? - Preguntó Daria mirando fijamente a la única puerta que no era de madera negra como las demás, sino roja.
- Quiero creer que es por cuestión de estética pero... quién sabe. - Hunter sacó del bolsillo de su chaqueta, una llave de bronce bastante antigua y que contenía en el filo, atada, una lámina de seda azul. - Esta es tu llave, cada uno tenemos la lámina de un color asignado. No la pierdas. - Posó la llave en la pequeña mano de Daria y dio media vuelta, no sin antes dedicarle otra sonrisa.
- Espero con ansias esta noche.