- Alexia... - Susurró Ryan mientras mantenía una mirada en aquella chica.
Hunter clavó su mirada en ella en cuánto Ryan pronunció aquel nombre. Una chica de cabello rubio hasta la cintura estaba apoyada en el portón de la entrada. Su irónica sonrisa y gélida mirada, provocada por aquellos ojos azules, creaban esa sensación de terror que todos los invitados sufrían. Bueno, eso, y que era una de las mayores criminales con orden de búsqueda y la culpable de asesinatos inimaginables que se habían sucedido durante años en el internado. Se alojaba en él y cuándo alguien la delataba o descubrían dónde estaba, desparecía durante meses, como la última vez. Y hoy, había vuelto.
Pero no era esa la razón que Hunter y Ryan temían, como el resto de estudiantes, sino una de mucho mayor grado.
- ¿Ni a una copa vais a invitarme? - Alexia negó lentamente con la cabeza y movió su cuerpo, acercándose lentamente a la gente, que se apartaba presa del pánico. - De todas formas, no he venido para quedarme en esta fiesta de mierda que esta llena de... - Miró a su alrededor y rió de forma sarcástica mientras tiraba del vestido de una de las chicas y clavaba su mirada en ella - Basura.
Hunter fue el único que decidió tomar cartas en el asunto. Sigilosamente se levantó, había encontrado a Daria, y estaba decidido a llevársela de allí. Sin embargo, Alexia se dio cuenta y el tono de su voz le alertó. Dedicó una mirada a Ryan y este supo justo lo que tenía que hacer sin necesitar ni una sola palabra por parte de su amigo.
- Ella. - Alexia ordenó a los dos chicos que habían entrado a su lado con un simple movimiento de cabeza que señaló a Daria. Después, despareció.
Pero ya era demasiado tarde, no había rastro de ella ni de Ryan.
[...]
- ¿Adónde me llevas?
Ryan sujetaba con firmeza la mano de Daria mientras que la llevaba por la rosaleda, la zona más apartada del internado. Ella entendió porque la llevaba por allí, estaban alejados de todo. Iba a paso firme por el camino de piedra que sorteaba todo el recinto. No se dignaba a mirarla y apretaba su delicada mano como si le fuese la vida en ello, Hunter le había pedido que la protegiese y eso es lo que iba a hacer. Aunque aún no supiese como.
- Necesito que confíes en mi. - Giró su rostro un momento y encontró aquella enigmática mirada que él tanto conocía y, de golpe, miles de recuerdos invadieron su mente.
- Ni siquiera te conozco. - Ella soltó su mano, dándose cuenta de la reacción que él tuvo cuándo sus miradas se encontraron. - Ni siquiera sé qué coño ha pasado, ni quién era esa chica, ni porqué iba a por mi. No sé nada. Y ahora me llevas tú por este sitio y me pides que confíe en ti.
Ryan se percató del nerviosismo en su tono de voz, era como si realmente no tuviese idea de lo que estaba pasando y aquello lo asustó. No era posible.
- ¿De verdad que no sabes lo que está pasando? - Musitó mientras que giraba con lentitud y se acercaba.
- ¿Por qué iba a saberlo? - Contestó ella en un leve murmuro. Notó como él había posado sus manos sobre sus mejillas y había levantado su rostro, sus miradas se habían encontrado otra vez y ella no hacía nada para romper aquel contacto, le agradaba que él la tocara y no tenía intención ninguna de apartarle. - Qué está pasando, Ryan... - Susurró.
Él se mantuvo en silencio mientras contemplaba todas y cada una de las facciones de su rostro. Ella era culpable de todos los pensamientos que invadían su mente en ese momento y ni siquiera era capaz de acordarse de nada. No lo entendía.
- Sólo te puedo pedir que confíes en mi, que te mantengas a mi lado en todo momento... - Dejó aquella frase a medias. Su rostro se encontraba a pocos cm del de Daria, podía notar su respiración entrecortada contra sus labios y una sensación desconocida para él asaltó todo su cuerpo.
- ¿Qué estás haciendo? - Daria atisbó en su mirada una mezcla de alivio y desasosiego, se sorprendió de que no la molestara la cercanía de Ryan, al contrario y sin saber porqué, lo necesitaba más cerca.
- Qué estás haciendo tú conmigo...
