– ¿Tú amiga siempre es así de...rarita? –preguntó Christian.
Ya estábamos en el restaurante, un italiano de algún punto de la Avenida Diagonal. Era un lugar tranquilo aunque estaba repleto de gente y la comida, hasta el momento, estaba siendo deliciosa.
Por otro lado, Christian estaba un poco distraído, no tenía ese toque de humor de los otros días.
– ¿A qué te refieres? –le pregunté, aunque sabía a qué se refería.
– No sé, ha actuado de una manera muy rara.
– Ah –me reí–, no sé a que ha venido, ella no suele actuar así. Aunque, bueno, me puede imaginar por qué.
– ¿Por qué?
– Impones mucho vestido de negro.
– ¿Te impongo?
– No, a mi no, pero eso no quita que parezcas un ángel de la muerte.
– Lo soy.
– Claro que sí, ángel –le dije, con un tono de ironía.
– En todo caso...tú tampoco es que vayas muy diferente a mi.
– Pero a mi me conoce.
– Vas muy guapa, por cierto.
– Gracias, tú también vas guapo.
Estuvimos un rato en silencio, concentrándonos en comer y nada más. Para mi, eso estaba comenzando a ser incomodo, intentaba que algún tema se interpusiera más de cinco minutos entre nosotros, pero no lo conseguía.
– ¿Qué pasa? –le pregunté al fin.
– Nada.
– ¿Por qué has llegado tarde?
– Por nada.
Le voy a coger manía, al final, pensé.
– Está claro que algo pasa. Igual que el otro día me pediste que yo confiara en ti, ahora podría pedirte lo mismo yo a ti.
– No es lo mismo.
– ¿Me explicas por qué?
– A mi me interesa lo que me expliques.
– ¿Crees, a caso, que te lo preguntaría si no me interesara?
Resopló y puso los ojos en blanco. Pude sentir como no estaba para nada acostumbrado a que alguien le insistiera en un tema más de lo necesario, pero yo tengo la manía de querer escuchar qué les pasa a mis amigos.
Se debatió un momento consigo mismo y al final relajó los hombros, dándose por vencido.
– He llegado tarde porque he tenido una estúpida pelea con mi novia.
– ¿Qué ha pasado?
Otro resoplido.
– Hay una en clase que va detrás de mí des de que empezó el curso. Yo siempre he intentado ser amable con ella. Todo lo amable que yo puedo ser, claro. Siempre le he dejado claro que no me gusta ni me gustará, por mucho tiempo que pase. Pero la chica sigue en sus trece. Intenta cualquier cosa y se humilla más de lo que es necesario.
– Vaya estúpida.
– En el fondo me da pena...me daba pena, al menos. Esta tarde estaba saliendo de uno de los baños y me la he encontrado. No sé cómo ha conseguido que, sin darme cuenta, estuviera besándome. Entonces mi novia lo ha visto y ya puedes imaginarte el resto.
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Noqueada
RomanceEse día habíamos quedado todas después de clase. Nos habíamos separado para ir a casa a comer y para que algunas se cambiaran de ropa, así como solían hacer normalmente. Yo no solía hacer eso, en esa época la ropa y el maquillaje eran unos grandes d...