¿ME MIRARÁS?

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Yamaguchi se encontraba mirando hacia el techo de su habitación, pensando en cómo hablaría con el rubio sobre el tema del día anterior; había llorado, sí, pero no porque se sintiera herido por su mejor amigo, sino por no haber sido capaz de darse cuenta de lo que éste estaba sintiendo. Como la persona que había estado a su lado y le conocía mejor que nadie, debía apoyarlo incondicionalmente, no importaba lo que Tsukishima había dicho sobre entrometerse; fuera o no el caso, lo haría.

Ya habiendo resuelto sus dilemas mentales, opto por ir a casa del más alto, esperando que pudieran hablar, si le echaba como la vez anterior, entonces se pondría firme y no se iría tan fácilmente, porque eso era algo importante que se tenía que atender.

Era demasiado temprano y sabía que eso podía molestarle, pero no importaba, ya había dicho que pondría de su parte para que las cosas fueran claras entre ellos y no se echaría para atrás. Corrió la reja de la entrada y se introdujo por el pequeño jardín delantero, toco la puerta esperando que fuera Tsukki quien le abriera; pero fue la madre del rubio quien lo hizo, la cual le recibió afectuosamente y lo hizo pasar de inmediato.

- ¡Kei! Baja, Tadashi está aquí, no lo hagas esperar

- ...- el peliverde se quedó mudo, pues no quería advertir al contrario de su presencia antes de tiempo. Pero sólo pudo sonreírle a la dulce mujer que lo trataba tan maternalmente.

Tsukishima tardo algunos, varios, minutos en bajar y miró inexpresivamente al pecoso seguramente porque sabía de qué se trataba esa visita mañanera, él le sonrío tímidamente esperando que así apaciguara el ceño fruncido del contrario.

- ¡buenos días Tsukki!

- buenas – pasó de largo y se dirigió de inmediato a la cocina; aunque probablemente su madre lo invitaría a desayunar, quiso evitarse el momento incómodo y las preguntas de la mujer al notarlo, porque seguramente notaria esa tensión que había entre ellos en ese momento.

Regreso a la sala, ya con su bolso listo para marcharse al instituto antes de lo usual, Yamaguchi le siguió hasta la salida, despidiéndose de la mujer de manera cariñosa. Caminaron varios metros hasta que el más alto se detuvo y giro su rostro para poder ver a su compañero, le inspeccionó atentamente, abrió la boca y volvió a cerrarla, pensando de nuevo como iniciar esa conversación, ya que todo ese trayecto lo habían pasado en silencio, aunque el rubio ni siquiera se había colocado los audífonos, lo que era señal de que escucharía.

-... lo siento por lo de ayer – fue el peliverde quien rompió el silencio – seguramente estuve molestándote todo el tiempo, y después no fui de mucha ayuda; espero que Tanaka y los demás no te hayan hecho enfadar...

- Ennoshita los callo, así que no pasó nada después de que te saliste

- sobre eso, verás

- Yamaguchi a mí no...

- déjame continuar Tsukki – torció los labios pensando en que su amigo quería evitar el tema o tratar de hacer como que nunca hubiera pasado, bajo la mirada a sus pies y luego la volvió hacia esos ojos amberinos –... debí de darme cuenta de cómo te sentías

- pero yo no...

- el hecho de que te pusieras de mal humor, con tan sólo mencionártela debió de haberme dejado entender

- ¿Qué diablos?

- estuve reflexionando sobre eso, mientras regresaba a casa y mientras intentaba dormir; recordando en mi mente cada una de tus expresiones, tu manera de hablar, el tono de tu voz. Me di cuenta de que fui un tonto, y uno muy grande por no verlo en su momento – el peliverde se fijaba en todo lo que tuviera que ver con el más alto, pues a veces cuanto este callaba lo único que quedaba eran las expresiones corporales; además de que su amigo nunca decía lo que pensaba, sino que pensaba lo que decía, por lo que era difícil sacarle una respuesta, al menos él ya sabía cómo tratarle - Tsukki yo lo siento, de verdad que no quise ponerte en aprietos.

Y SI... ¿ NO SOY LA MEJOR OPCIÓN?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora