10:00 am
Aquel parque lucía como si me hubiese estado esperando toda la mañana. Me recibió la ausencia de lo ordinario, de lo conocido. Que placer me daba ver por fin algo nuevo, pequeño, pero differente. Para mi era suficiente el saber que seria algo distinto a lo que era mi vida cotidiana. Ya la trama de mis shows favoritos no me intrigaban, los videojuegos ya no me divertían. No se me ocurre que otra historia podría escribir. Esa vez solo me quedaba escapar a algo diferente.
La verdad es que aquel lugar parecía ser único, no negaré que casi llegó a odiar a los que lo transitaban a diario como si no fuese la gran cosa. Lo denomine tener una envidia inocente. Y es que el aroma, el ambiente, el verde vivo de aquellas hojas. ardillas y aves por doquier. Y no fue hasta minuto y medio de estar parado como idiota en el asombro que decidí hacer algo. Note que al cruzar la calle había una pequeña heladería que parecía ser exitosa ya que tenía muy buena clientela por lo que decidí ir a comprar algo allí. Le pedí a la muy amable y coqueta joven que me atendió mi favorito; una mezcla de ron-pasa, fresa y chocolate. Tambien le pedi que le agregara una galleta. A esta le pareció gracioso los gustos extraños que un chico como yo tenía. Sali de alli luego de darle las gracias a la joven y ubique el lugar en donde me sentaría a disfrutar mi pequeño antojo a esperar a ver lo que el destino me iba a regalar en un dia que hasta ese momento parecía tranquilo.
No se que tenia ese lugar, era como una especie de droga que aumentaba la intensidad de mis sentidos. Un helado demasiado sabroso, una vista que al menos para mi era deslumbrante, el ruido al mínimo que dominaba en aquel lugar era la mejor melodía. Todo era mágico y entretenido. Hasta que, como un tren que iba a todo carbón, el destino me atropello con ferocidad.
Toda parece haber ocurrido en cámara lenta. Recuerdo como ese delicado pie adornados con una sandalia de correa color negro se posaba sobre el espaldar del banco en que me encontraba sentado a mi hombro derecho. Este fue seguido por su acompañante, y luego el resto del cuerpo. Si, era una chica, que saltaba sobre mi con una sonrisa tan descuidada. Como si nada mas le importara. Aterrizó frente a mí, riendo de mi cara de asombro. Tomó la galleta de mi cono de helado. Hizo un pequeño gesto de agradecimiento y solo se alejo danzando. Su vestido ondea en el aire a la par que ella giraba en su extraña danza de alegría. Solo comía la galleta que me robo y baila mientras se alejaba como si su vida fuera una obra de teatro. Sus ojos brillaban tanto como el sol de esa mañana, sus labios tan rojos como su vestido, y su hermoso pelo parecía hacerse uno con el aire que lo rodeaba. No lograba comprender lo que pasaba, no entendía eso que ardía en mi pecho. Su actitud casi reflejaba todo lo que yo anhelaba sentir en mi interior. No lo entendía, había conectado en segundos con una completa extraña. que solo se alejaba hasta perderse como una lunática mientras yo estaba sentado allí boquiabierto en absoluto asombro.