Permiteme presentarme

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Podría decirte que mi vida fue algo sencilla de explicar, terminar en un párrafo y dejarte capturado. Pero no es así, nunca nada es así por qué si bien mi vida se sitúa en un mundo normal y real, mi vida no es normal ni real. Empecemos por el simple hecho de que yo no nací normal. Si, tengo el maldito cabello rosa, donde carajo está la lógica, podría ser debido a un buen tinte y mucho esfuerzo de la estilista para que me dejara el cabello de ese tono tan real y permanente, pero no, jamás. Por qué, bueno.... Comencemos con mi historia...








Desde que tengo uso de razón y me vi por primera vez en un espejo me enamore de mí misma, de mis ojos azules claros, mis pestañas largas y gruesas, mis labios gorditos y carnosos, era yo adorable, y aunque en ese entonces no podría describirme de esta forma más que con un "toy bonita" pero no, lo que más me gustaba era mi hermoso cabello rosa, nací con un cabello hermoso, entre ondulado y lacio, de un rosa tan claro que parecía color de un dulce. Creí que la gente podía tener el cabello de esos tonos, pero no, mi madre lo tenía castaño claro y mi padre negro. Solo heredé de ellos los ojos azules y la tez clara.

Mi madre era de una familia aristócrata, que bien yo no tenía ni idea de que es eso. Pero hasta ahora solo me queda claro una cosa, ellos vivían de lo que decían los demás, ahora explica que la única hija tenía el cabello rosa, ¿será un problema genético? ¿Una malformación? Ciertamente lloré la primera vez que me pusieron tinte negro, pero no se me quito el tono, se derretía como si fuera mantequilla, se resbalaba como agua y aceite. Mi madre perdía la razón, se enojaba con cada estilista, pensaron ponerme peluca pero nunca se me pegaba, extrañamente se caía por mucho que la reforzaban, incluso pensaban que era yo la culpable y me golpeaban por ello, no entendía por qué me trataban así, ¿que había mal en mi? Es que acaso les daba vergüenza ¿por qué mi mamá nunca se me acercaba y por qué mi padre me trataba de forma indiferente?.Todo eso lo entendí el peor día de mi infancia. Mi primer día en la escuela.

Pese a todos los malditos intentos de mi madre, nada funcionó conmigo, pero aun así tenían que enviar a su única hija a la escuela, aún cuando ella nunca había salido más allá del jardín por vergüenza a ser vista. El primer día de clases, mi madre me compro un uniforme precioso, color azul cielo y una faldita rosa, otra vez, desde que empezaron a querer cortarme el cabello, sonreí, entré a mi salón con mi mamá de la mano, me dejo en un asiento pequeño y hablo algo susurrando a la maestra, mientras todos mis compañeros me miraban expectantes. Mi mamá se fue ese día sin verme al irse, pero yo estaba emocionada de mi primer día de clases y aún así estaba feliz por él al fin haber salido de casa. Mi maestra empezó clase sin presentarme, fue una clase normal que ya no recuerdo, solo nunca olvido mi primer recreo. Cuando se me ocurrió acercarme a una compañera.

-¿Puedo comer contigo? -pregunté más tímida de lo que pensaba. Temblaba como un flan.
-Ah... -alcanzó a decir antes de que dos niñas se nos acercaran -No, ella está con nosotras.

-¿Y no me puedo unir? -pregunté sin ganas de rendirme y esperando ser amiga de esas 3 niñas.

-No, por qué nos vas a contagiar, ¡vete! -gritó una mientras las otras dos se veían asustadas ante aquella opción.

-¿Contagiar de que?

-¡De lo que tengas para estar así! Unos niños de adelante oyeron como tú mamá le dijo a la maestra que te disculpara por tu aspecto pero estabas enferma y no sabia como curarte aún.

-Pe-pero no est...-alcance a decir hasta que alguien de entre los niños me lanzo comida, un espagueti con jitomate -¡vete de aquí mugrosa!

Luego de eso todo se volvió borroso, no me di cuenta en qué momento estaba ya en el baño llorando, era demasiado pequeña para conocer las palabras de mis sentimientos, pero ahora las se. Era una tristeza amarga, de esas que no tienes ni a quien contarle y eso es lo que calaba más en mí, la soledad, no tener con quien desahogarme. Esa vez lloré, no sólo por eso, si no por todo lo que estaba pasando en mi vida y no tenía explicación. Yo sólo era una chica normal, era una niña normal.

Después de eso los niños se alejaban de mi, la maestra nunca pedía mi participación y ni siquiera era necesario que participará en deportes, la asistencia ya la tenía. Era como un pacto entendido sin palabras, "eres invisible, mantente así y nosotros de ayudamos a desaparecer".

Empecé a odiarme, un día intente cortarme el cabello, como también tantas veces la estilista, pero este no cedía, no se cortaba. Ni tijeras ni máquina de rapar me tocaba, era como si fuera de acero pese a lo sedoso que era.

En mi otra vida (Romance/Ciencia ficción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora