En mi mente no dejaban de aparecer imágenes de Hanna, riendo conmigo, cuando la conocí, cuando me defendió, cuando me regañaba por lo que leía y llorando de tanto reír.
Mi mente rechazaba la idea de que Hanna había muerto y más el como había sucedido, mi mente cavilaba muy rápido pues ahí seguía, viendo trozos de cabello azul entre mucha sangre y más cosas que no quiero describir.
Lloraba tan frenéticamente como niño al que le mataron a los padres aunque yo por mis padres no hubiera llorado tanto, este era el peor dolor que había sentido en mi vida. Y para hacerme eco, escuchaba la risa retorcida de el chico que había causado esto y que no cesaba desde que había empezado la masacre.
Al menos mi cuerpo ya me respondía, podía matarlo. Quería matarlo. Nunca había querido matar a nadie antes, ni a los inhumanos de mis padres, ni a mis compañeros. Pero si a aquel que me había robado mi única felicidad y había hecho que yo fuera la causante. Pero él estaba flotando, viendo todo desde un panorama en el que no lo alcanzaba. Estaba rabiosa. Desesperada. ¡Quería asesinarlo!
Entonces me di cuenta que yo también tenía alas, parte de lo que me hizo me había transformado en algo más que en la muerte con cabello negro. Pero mis alas no tenían plumas, parecían más ramas secas que otra cosa, y con estas no podría volar. No sabía qué hacer. Grite con toda mi furia y cerré mis ojos.
Cuando los abrí viendo hacia dónde estaba ese chico quede sorprendida.
Un chico de cabello blanco acababa de darle un puñetazo a él chico de cabello negro que este salió disparado hacia el suelo haciendo un agujero enorme y una montaña de aire y piedra disparados por toda partes. Me puse frente de donde yacía Hanna para que no saliera herida.
El chico de cabello blanco bajó hasta mi altura y se posó frente a mi. Tenía, al igual que los 3 los ojos azules y las pestañas gruesas y blancas el cabello blanco platinado en un corte por debajo de las orejas y una coleta larga que estaba por demás larga, incluso podría tocar sus rodillas si se lo proponía. Tenía la tez blanca como la nieve y los labios rosados.
-Por favor perdóneme por no llegar antes - Y su rostro se veía de verdad afligido.
-Permítame que la ayude -Se acercó a mí con tanta delicadeza que no sabía que quería, acerco sus labios a los míos y mi corazón empezó a latir fuertemente, por qué... no sabía por qué... Pero me daba tanta calma estar con el. Entonces me besó, un beso por completo diferente del anterior, me besó con delicadeza, ternura y lentitud, como quien teme romper porcelana fina y se alejó con una sonrisa apenas perceptible mientras yo estaba confundida y nerviosa, no entendía ya nada.
Entonces volví a cambiar, y no ha mi cabello rosa ni mi uniforme. Esta vez me rodeo una luz y un aire transparente, como agua con un hermoso reflejo de luz, verme desde adentro no me dejaba darme cuenta de en qué momento había cambiado. Era ahora rubia, tenía el cabello amarillo y un vestido blanco que se ataba por un lazo dorado en la parte de arriba y una pulsera por encima de mi codo, la guadaña había pasado a ser un cetro largo con en la punta una media luna que apuntaba hacia arriba y un círculo perfecto dentro, que aunque nada lo detenía no perdía su lugar, de las puntas de la media luna parecían caer unos decorados hermosos que desprendían, bien parecía luz propia.
-¿Qué es todo esto?-Esto ya no tenía ni pies ni cabeza, era como si ahora mi cabello fuera un maldito arcoiris que cambiaba por ser besada. Pensaba que esto era una broma, y muy ridícula, ahora faltaba que si me volvían a besar pasaba de la muerte negra, la Reyna rosa y la chica Hulk verde, ya no sabía que más podía pasar.
Pero el chico ya había vuelto a enfrentarse al chico de cabello negro y peleaban los dos en el cielo con una soltura que parecía ensayada por profesionales, ninguno acertaba, pero ninguno se doblegaba. Incluso verlos me costaba. No. Poco a poco era capaz de verlos más, podría ser debido a lo que le estaba pasando pues sabía que ellos no se movían a velocidades normales.Vi atrás y note que mis alas incompletas, ahora eran unas alas blancas tan hermosas que brillaban con la luz del sol y se veían realmente hermosas, entonces pensé que con ellas ya podría volar y poder vengarme de Hanna.
Hanna.
Mi sangre se helo, más por recordar cómo estaba que por la venganza que quería tomar, pero lo haría y así lo pensé, en ese instante movi mis alas para darme un despegue tan rápido que ni note cuando ya estaba entre los dos. Pude ver la cara de sorpresa de el chico de cabello negro y el brillo de sus ojos. Como podía aún brillar después de lo que había hecho. Ese maldito.
Levante el cetro y aire salió corriendo de este y golpeó al chico que volvió a caer al suelo, esta vez con más fuerza, pero no tardó en volver a elevarse y colocarse frente a mi, ambos habíamos pasado a lanzarnos magia, por qué era lo que se me ocurría que era; magia.
El los bloqueaba y así mismo lo hacía yo, no sabía cómo es que podía hacer eso o como sabía cómo hacerlo solo me interesaba acabar con él.
Acabar con el verdadero culpable de la muerte de Hanna, matarlo.
Mi odio era tan fuerte que mis poderes eran cada vez más potentes, el empezó a reír mientras contraatacaba, pero entonces su escudo se rompió y mi ráfaga paso a cortar justo sobre su cuello, tocando apenas arriba de la mandíbula. Le hizo una cortada en diagonal que soltó sangre a borbotones. Pude ver su cara de sorpresa e indignación. Apareció frente a mí de la nada y me besó en la frente. El chico de cabello blanco que no había hecho más que mirar lo separó de mí y el chico desapareció con una sonrisa chueca.
Huyó y yo no acabe con él. Pero lo haría. Estaba convencida.
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En mi otra vida (Romance/Ciencia ficción)
RomanceAileen siempre fue una chica fuera de lo común, solo que ni ella sabía hasta qué punto. Como es posible que en un mundo donde todo es imposible y lo que es anormal es simplemente rechazado sucedan cosas de lo más extrañas. Así es, bienvenidos al mun...