A ella no.

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Está parte de mi vida, siempre eh odiado el tener que contarla, pero si no te lo digo no llegarás a entender realmente de qué demonios estoy hablando, aunque sería más correcto decir "¿de qué Ángeles estoy hablando?".

Aún recuerdo que ese día era lunes, no por mi perfecta memoria, si no por qué todo comenzó en las labores cívicas, estábamos en pleno himno nacional, toda la escuela estaba en el patio principal. Ese día Hanna se había cambiado de salón por qué una profesora la había regañado por hacer escándalo y se la llevó con ella, total que ya no sabía dónde andaba. Pero bueno, sigo contando. El himno nacional fue interrumpido, así sin más, yo no me movi pensando que era un fallo técnico, pero me sorprendió que no se oía ni un ruido, ni una voz. Nada. Me asomé a ver a mis compañeros, debajo de la capucha era algo fácil, pero nadie se movía, todos estaban quietos, pero conscientes, en su cara se veía terror, toque la mano de mi compañera de a lado. Normalmente repelerían el contacto, pero ese día no se movió.

-Valla valla, ¿pero donde estás?-Escuche una voz, pero no sabía de dónde venía, no aparecía en mi campo de visión limitada por la capucha y no se me hacía buena idea moverme más.

-Y yo que pensé que sería más fácil encontrarte- aún así su voz sonaba con una extrema confianza, sin duda era un hombre, pero su voz era hermosa, su voz me gustaba. Aún así no sentía la confianza de moverme.

-Si no apareces... Tendré que hacerte aparecer-Y así sin más, una ráfaga golpeo sin piedad al grupo de estudiantes frente a mi, nunca había visto nada tan terrible, seguro ya estaban muertos, solo se veía sangre. Mucha, mucha sangre. Y ninguno había siquiera podido gritar. Era terrible. No pude evitarlo y voltee a ver de dónde venía la ráfaga, había un chico sobre él asta de la bandera, en cuclillas y con la mano derecha levantada, seguro por el ataque terrible que acababa de realizar. Tenía un pantalón de mezclilla negro y una camisa de manga corta blanca, tenía el cabello negro y cortado de manera rebelde, entre largo y corto sin orden por ninguna parte, tenía la tez bronceada y desde donde estaba podía ver sus ojos azules, pero eso no era lo que más llamaba la atención de el. Era sus alas, tenía alas reales, incluso las películas de ángeles quedaban ridículas ante aquellas alas negras, imponentes, fuertes, grandes, las alas pasaban de su cabeza de altura y estaba por demás más grandes que el en la posición en la que estaba pero seguro estaban a la altura de sus rodillas o un poco más... Eso fue todo lo que alcance a ver por qué apareció frente a mi, en cosa de un segundo, está frente a mí con una mueca torcida.

-te encontré- después de eso todo fue muy rápido y horrible, puso su mano debajo de mi nuca haciendo que el gorro de mi capucha cayera y mi cabello saliera flotando y antes de si quiera caer me acerco a él y me besó. Ese fue mi primer beso y nunca lo olvidaré, por el terror de ser besada por el asesino de los chicos frente a mi, por la fuerza con la que me besaba con su mano enorme, sus brazos fuertes y musculosos, sentía el calor que emanaba de su cuerpo, pero no tuve ni la oportunidad de cerrar los ojos, por qué todo lo que te acabo de contar sucedió en un segundo, pues eso no fue un beso, ni mucho menos, era un liberador de un sello, por así decirlo. Cuando me soltó, una esfera negra me rodeo, quede petrificada, veía mi cabello flotar a mi alrededor como si hubiera un ventilador debajo de mi, lo increíble es que ese cabello, siempre rosa y siempre fuerte era negro. ¡Negro! Era como si durante toda mi vida lo único que necesitará fuera el beso de un ángel negro o algo así, pensé en ese momento.

Estaba tan ensimismada con ese hecho que no noté que mi ropa también había cambiado, cual si fuera sailor moon solo que sin traje de marinerita, si no una túnica negra y grande, de mangas largas y en mi mano izquierda sostenía una guadaña, sabrá dios de dónde demonios la había sacado, sentí el impulso de querer moverla para verla mejor, pero mi cuerpo no me hacía caso, y sin embargo ahí estaba, sosteniendo firmemente esa guadaña y mi mente viendo hacia el frente. Todos mis actos seguidos sucedieron sin mi real permiso, luchaba frenéticamente para no moverme pero mi cuerpo no me respondía. Voltee a mis compañeros de al lado y con un movimiento de la guadaña salió una ráfaga similar al la de el chico y sucedió lo mismo, montones de cuerpos en cuestión de segundos, y continuaba, iba de grupo en grupo, bañada en sangre de muchos alumnos, y ninguno movía su expresión, era como si el tiempo se detuviera en cuestión de segundos y cuando estos continuarán, ellos no sabrían ni cómo murieron. Estaba llorando, era lo único que mi cuerpo respondía, pero no podía detenerlo.

Seguía matando, profesores, alumnos, directivos, padres de familia. Hasta que la vi. Estaba al fondo de un grupo de primero,Hanna tenía la mirada aburrida, veía hacia la profesora que la regañaba, pero al igual que el resto no se movía.

No.

Ah ella no.

Por favor, solo a ella no.

Mi brazo se levanto y todo se volvió rojo, no había nada de ella, nada de nadie. Ella estaba muerta.

Estaba muerta y yo la había matado.

Perdí por completo el sentido, mi cuerpo se tensó y torció como si el dolor que sufría fuese insoportable, y así me sentía, ya no veía nada. Tenía el rostro viendo hacia arriba, la mirada blanca y mi boca tan abierta de gritar que hasta me dolía, pero no oía nada, absolutamente nada. Creo que en realidad mi cuerpo no podía ya gritar, era una presión insoportable.

Ese fue el peor día de mi adolescencia.

En mi otra vida (Romance/Ciencia ficción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora