Decidí dejarme "vencer". Bueno, tan solo me metieron en una habitación a oscuras.
Desde allí se podía escuchar la conversación que tuvieron Len y sus padres. -Risas aseguradas-
-¡Len! ¿Estás bién, cariño? -dijo la madre. Supongo que era la madre, no iva a ser la sirvienta... ¿verdad?
-E-eh... ¿q-quiénes soys? -tenía que subir. Tenía que ver las caras de sus padres.
Me teletransporté arriba, justo detrás de Len.
-¿Qué pasa, rey y reina? -dije aguantando la risa.
-T Ú . . . -dijo el rey, mirándome con cara de asesino.
-Yo. Soy un génio, lo sé. -me alagué a mí mismo.
-M a l d i t o d e m o n i o . . .
-No hace falta que lo digas. Yo mísmo lo sé.
-¡Encerradle! -gritó un poco enfadado. Un poco nada más. (?)
-¡NO! -gritó Len después de su padre.
-Len. . . ¿Por qué no? -dijo su madre.
Len sólo me abrazó.
-¿QUÉ HACES ABRAZANDO A ESE DEMONIO MALDITO? -gritó su padre.
-Suéltale, él sólo se aprovecha de tí.
-Él no . . . Vosotros sí.
-¿NOSOTROS? -Dijeron a la vez señalándose a sí mismos.
-Sí. Bueno... no... yo sólo quiero estar con él y vosotros... pues...
-Pero nosotros sólo queremos lo mejor para tí.
-Lo mejor... ¿acaso Kaito no es lo mejor?
-No, es un demonio.
-Pero es un demonio bueno. Y atractivo. Y... en fin. . .
-. . .
-Bueno alteza, ya le habéis oído a si que me lo llevo para casa.
-¿No podéis quedaros... aquí?
-NOP. -me fuí con Len a la salida. Ya era de noche.
-¡E-espera! -se acercó su padre con las manos detrás de la espalda.
-Len... hijo, me temo que es la despedida.
-Em... sí. . . Supongo. -Len apartó su mirada sonrojada.
-Kaito, me temo que has ganado una vez más. ¿Podríamos hablar tú y yo a solas un momento?
¿En serio?
-Vale. . . Pero Len se viene.
-He dicho «a solas».
-Entonces nada. -me dí la vuelta junto con Len.
-Len -nos dimos la vuelta. -, ¿de verdad quieres estar con éste traicionero?
-¿Traicionero? -dijimos Len y yo a la vez.
-¿No te das cuenta? ¿No recuerdas lo que le hizo a nuestro reino años atrás? ¿Acaso quieres que te mate?
-Puede que haya destruido el reino hace tiempo pero todo el mundo cambia; y no me vas a hacer cambiar de opinión. Kaito, llévame de vuelta a casa...
-¿A casa? Hijo, ésta es tu casa.
-Ya no...
-¿No quieres gobernar el reino? Len, cuando tu madre y yo muramos éste reino será tuyo; sólo tú gobernarás. ¿Quieres abandonar tu reino para irte con éste traicionero?
-Deja de llamar a Kaito traicionero; y sí, voy a abandonaros. Para ser feliz. ¿No era lo que queríais? ¿No queréis que sea feliz?
-Ya le has oído -dije. -. Bye.
Llevé a Len a su nuevo Hogar. Se veía algo preocupado.