4.Carta segunda

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Después de un año y ocho meses sin saber nada de su hijo Siegfried, Isolde, angustiada y muy inquieta por la situación, recibió otra carta.

Una madre nunca pierde la esperanza.

Abril de 1916
Estimada madre,

¡Cuánto anhelaba escribirte!
La batalla de Lieja no duró mucho. Tomamos la cuidad pero con muchos obstáculos. Después nos mandaron a Verdún (Francia). Ahora nuestros "enemigos" son los franceses, que nos temen porque derrotamos a los belgas.

Hace unos días nos mandaron de retaguardia a "descansar y desconectar". Después de dos meses aquí, nuestras caras ya no tenían nada de humanas, llevábamos veinte días sin lavarnos ni dormir, vivíamos entre muertos y moribundos, soportando estrecheces de todas las clases y una angustia incesante. Teníamos las mejillas hundidas, las barbas crecidas y las ropas llenas de barro.

¡No sabes el gusto que sentí al pasar un trapo húmedo por no cuerpo! Es un privilegio: días de tranquilidad, " seguridad " y de no pensar en la batalla. Al menos no tendré que soportar el ruido de los fusiles y bombas por algunos días (no me vendría mal una dosis de nocturnos de Chopin para curar mis oídos lastimados.)

Mis compañeros se han ido por su cuenta a visitar el pequeño pueblo destruido mientras yo te escribo desde una humilde vivienda abandonada. Lo primero que hice fue inspeccionarla y para mi sorpresa, cuando entré en una de las habitaciones, allí estaba, , el enemigo, un hombre francés, solo, pensativo, ensimismado.

Se estremeció al verme, yo me detuve anonadado. La ira se iba apoderando de al pensar que sus compañeros franceses están acabando con nosotros, pero él me miró intensamente y en sus ojos pude ver el sufrimiento de todos los soldados: seamos alemanes, británicos, franceses o belgas, pude ver esa esperanza que nos mantiene vivos día a día: que todo esto acabe algún día.

Es una pena que no hablemos el mismo idioma. Lo único que le entendí fue que se llamaba François. Nos comunicamos con sonrisas, gestos, miradas cómplices que buscan compresión en medio de este caos sin ningún sentido llamado "guerra".

Me retracto de lo que te escribí en la anterior carta. Tener afinidad con alguien, saber que está pasando lo mismo que yo, que tiene los mismos pensamientos, me ayuda a sobrellevar estos pésimos días. La guerra ya no tiene el mismo significado para : es la solución cobarde a los problemas.

Tu hijo Siegfried.

Memorias De Un Soldado AlemánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora