Al día siguiente Diana se levantó como cualquier día, pero cuando se estaba desvistiendo para ducharse vio algo que nunca se habría imaginado, en su espalda había aparecido una mancha en la piel de la misma forma y color que el colgante que encontró el dia anterior y no pudo evitar que de su boca saliera un "pero que coño" demasiado alto para su gusto, por suerte no la oyeron, nunca había visto una marca así y aun menos de ese color, parecía un tatuaje, al pensar en eso no le desagradó tanto, le gustaban los tatuajes incluso en algún momento le había pasado la fugaz idea de hacerse uno pero desaparecía rápidamente al imaginar la opinión de sus padres, seguro que con solo comentarlo le dirían de todo por solo tener esa idea, además el tema de las agujas no le gustaba mucho, se ducho y se terminó de arreglar para ir a clase, sus padres estaban abajo y decidió desayunar fuera, era pronto así que tenía tiempo de sobra, sus padres tampoco le dijeron nada, se paró en un bar/cafetería que había de camino y cogió un croissant y un café con leche y se lo tomó sin prisas hasta que se hizo hora de irse a clase, llego 5 minutos antes y el panorama no era muy distinto al del día anterior y que todos los otros, estuvo hablando con su amiga hasta que sonó el timbre, Megan no había venido aún, ya les parecía que era muy raro que llegara a hora, profesor entró en la clase pero un chico que nunca había visto entró después de el pero justo antes de cerrar la puerta Megan se coló en clase y pidió perdón por el retraso aun que el profesor no le hizo mucho caso pues ya estaba acostumbrado, el chico cerro la puerta y se quedó esperando.
- Este chico va a ser su nuevo compañero, se llama Nathan Drake - el chico paso delante de la clase, al lado del profesor, Diana se lo quedó mirando con cara de pocos amigos ya que no se fiaba un pelo de el, iba vestido con una sudadera negra ancha, unos vaqueros rasgados y una deportivas negras, tenía el pelo despeinado, como si no se hubiera peinado en su vida y un par de cicatrices en la cara, una en la mejilla izquierda y la otra al lado de uno de sus ojos, unos ojos negros como la noche y tan penetrantes que podrías perderte en ellos y ni sentir el tiempo pasar, sus rasgos eran de tipo duro pero era bastante guapo, al verle todas las chicas estaban babeando por el, todas menos Diana a quien no le daba buena espina y Alba quien simplemente pasaba de los chicos y el no sería una excepción pero Megan cayó como el resto, mientras que los chicos le miraban con envidia por haberse metido en el bolsillo a todas las chicas en menos de 15 segundos.
- Un placer en conocerlos, espero que nos llevemos bien - sonrió y hizo que las chicas que babeaban se derritieran y que la envidia por parte de los chicos aumentara pero por parte de Diana solo hizo que rodara los ojos pensando que solo era el guaperas de turno, el la vio pero no pareció que le importara lo mas mínimo.
Nathan se sentó en el lugar que le indicó el profesor y empezaron la clase, la primera asignatura era matemáticas, estaban por un tema bastante difícil, la mayoría de los alumnos les costaba mucho seguir el ritmo de la clase, a Diana también le costaba pero no podía permitirse fallar, sin embargo Nathan no parecía preocupado, no le presento atención, la clase empezó y el profesor dejó un ejercicio para practicar en la pizarra, pasaban los minutos y solo se oían suspiros y quejas susurradas por parte de los alumnos por no saber resolverlo, Diana ya casi lo tenía pero también había acabado atascada como el resto, pero entonces ocurrió algo, alguien levantó la mano y el propietario era ni más ni menos que Nathan, toda la clase se le quedó mirando con la boca abierta.
- Nathan, ya has terminado? - Dijo el profesor con toda la calma del mundo
- Si, la respuesta es 52 - Salió a la pizarra y resolvió el problema y todos se quedaron mirando al profesor para saber si estaba bien
- Esta bien, parece que alguien le ha quitado el puesto a la "mejor alumna" - dijo eso mirando directamente a Diana con tono de superioridad, siempre la había odiado pero nunca había tenido motivos para decirle nada, hasta ahora.
A Diana no le gustaba nada esa situación, ese chico no haría nada más que causarle problemas y tenía que hacer algo para remediarlo pero de momento lo único que podía hacer era rezar para que sus padres no se enteraran que en su clase había alguien mejor que ella, si no las consecuencias no serían nada agradables, movió un poco la columna al pensar en eso, los latigazo que su padre le daba con el cinturón llegaron a hacerle sangrar alguna vez y aun que hacía mucho tiempo que no los recibía algunas cicatrices seguían ahí para recordarle el dolor que alguna vez sintió y seguía fresco en su memoria, un fugaz pensamiento apareció, la marca que había aparecido no debía ser descubierta, la desesperación llego y con ello el odio hacia Nathan crecía por momentos al punto de que en ese momento habría sido capaz de levantarse, dirigirse a Nathan y darle tal puñetazo en la cara que lo habría dejado inconsciente, sonrió levemente ante la idea pero lamentablemente llevarla a cabo habría sido una pésima idea.
Las clases pasaban y la cosa no mejoraba en absoluto, al menos ningún otro profesor se había burlado de ella cosa que le alivio un poco de sufrir tal bochorno, Megan y Alba por su parte al ver a su amiga algo triste intentaron animarla después de todo ellas sabían por lo que había pasado y incluso habían visto sus cicatrices así que decidieron ayudarla en su plan aun que no podría ser hasta la semana siguiente ya que era Viernes, Diana nunca se había alegrado tanto por el fin de semana e iba a aprovecharlo pero de momento tenía que hacer frente a lo que tenía en casa y rezar que ningún profesor haya llamado a sus padres contándoles lo ocurrido, las clases habían terminado y se dirigió a su casa, cuando llego al entrar no había nadie, se dirigió a la cocina y en la encimera había una nota que decía que se habían ido por negocios y que estarían fuera un par de meses y la chica no pudo evitar soltar un grito de alegría.
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El mundo de las dos Lunas
De TodoDiana es una estudiante modelo normal y corriente de 16 años, vive con sus padres adoptivos y todo en su vida es medianamente normal hasta un día que encuentra un colgante muy raro y enigmático y conoce a Nathan, un chico rodeado de misterios quien...