13 de Enero del 2033
Las calles de Toronto están vacías debido al frío invierno canadiense. La gente camina en dirección a sus hogares con un café en sus manos o directamente, con las manos dentro de sus bolsillos. Puedo ver a través de las ventanas, que la mayoría de la gente se encuentra cenando. Es bastante comprensible considerando la situación actual. Los robos, el vandalismo y el narcotráfico se están comenzando a tomar las calles y es mejor comer lo más posible, porque nunca sabes cuando podría ser tu última comida. Las calles de Weston están desoladas y solo puedo ver las casas con la pintura corrida u opaca, dándoles un aspecto denigrante y bastante lamentable. Las pequeñas cercas de madera están rotas en casi todas las casas y muchas de las ventanas están en las mismas condiciones. Es un escenario bastante deprimente, ya que en Yorkville las cosas son muy distintas. La nieve está comenzando a caer sobre la ciudad y va mojando mi cazadora negra haciendo que la nieve cale mis primeras capas. La suela de mis botas está comenzando a sentirse resbalosa y mis vaqueros azules cada vez se vuelven más pesados debido al agua que van adquiriendo por la nieve. El cigarrillo en mi mano se está acabando y solo tengo el dinero suficiente en mis bolsillos para lo que vengo a adquirir a Weston. Miro hacia el cielo y puedo divisar una pequeña bandada de cuervos atravesando el cielo nocturno que solo es iluminado por la clara luz de la Luna y el brillar de las estrellas. Bajo la vista y veo en mi mano derecha, que el cigarrillo que traía se había apagado al caerle un copo de nieve encima. Enfurecido, me acerco a un basurero y lo boto con ira, para luego seguir caminando con las manos dentro de mis bolsillos. No tenía planeado que las cosas salieran así con tan solo diez minutos fuera de mi hogar ya que en la televisión nunca dijeron que iba a caer nieve y no traigo ropa impermeable, por lo tanto, me estaba comenzando a congelar.
Me detengo frente a una casa de dos plantas. El color de sus paredes está deteriorado dejando ver un deprimente color crema. Las ventanas están trizadas y cubiertas con barrotes lo cuales, se encuentran notablemente oxidados. Me acerco y golpeo la puerta a través de los barrotes que me separan de la misma. Puedo sentir como mi corazón late de manera acelerada debido a la adrenalina y el miedo.
A través de la ventana, logro ver que las luces del salón principal acaban de ser encendidas y un hombre abrió la puerta. Puedo divisar su cabello dorado y sus tatuajes que cubren todo su cuello. Mete las manos en el bolsillo izquierdo de sus vaqueros ajustados de color negro, sacando una pequeña llave que usa para abrir la reja. Me mira a los ojos con desconfianza mientras mantiene un cigarrillo entre sus labios y suelta el humo a través de las comisuras de los mismos.
-¿Qué quieres?-me pregunta el hombre claramente molesto a la vez que suelta el humo del cigarrillo en mi rostro y mantiene el entrecejo fruncido.
Me cuesta mirarlo a los ojos ya que el color avellana, mezclado con su expresión facial, hacen que sienta miedo y unas ganas incontrolables de salir corriendo de ahí, pero no he caminado bajo la nieve por nada, así que solo me paro firme y con un esfuerzo bastante grande, lo miro directamente a los ojos.
-Esto...-titubeo intentando que las palabras salgan de mi boca-¿Se encuentra Cobra?-pregunto de golpe, a lo que el hombre solo reaccionó soltando el humo del cigarrillo en mi rostro... otra vez.
Mete la mano en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero negro y veo pasar mi vida en un segundo frente a mis ojos, pero solo saca su celular y aprieta algunos botones. Luego de eso me señala con la cabeza que ingrese a la casa, mientras se hace un lado y yo camino hacia el interior.
Al ingresar a esa "zona sin ley" que ellos llaman hogar, quedo boquiabierto. La apariencia exterior de la casa demuestra pobreza y miseria, pero el salón está rebosante de lujos. Cuadros post impresionistas decoran cada pared de la casa, incluso "La noche estrellada" de Vincent van Gogh, está pintada a lo largo y ancho de una de las paredes. Una pantalla plana de cuarenta y dos pulgadas está pegada a la pared, encima de una chimenea a leña echa con ladrillos que está encendida en este momento. Un sillón en L de cuero negro está frente al televisor, con una pequeña mesa de centro entre este y la chimenea que da la apariencia de estar echa de alerce. Sobre la mesa puedo ver un pequeño tarro de metal, papeles para hacer cigarrillos y boquillas dentro de una pequeña bolsa.
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GHB (El Cantar de las Luciérnagas)
General Fiction-¿Quieres un toque?-me dijo el sujeto de enorme estatura mientras sostenía una pequeña jeringa entre sus dedos. Miro la jeringa con duda, mientras me voltéo a ver a mis hermanos, que están observándome como si estuviera intentanto desactivar una bom...