3ra Plegaria

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Noragami le pertenece al gran dúo de mangakas Adachi Toka

Esto tiene un poco de lemmon leelo bajo tu propio riesgo 

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Hiyori yo... -  musita suavemente, esas punzadas de dolor fueron fuertes al ver el rostro de su Diosa.

Cuidadosamente se acercó a ella se agacho y puso sus manos en su regazo, no tenía las fuerzas para mirarla al rostro

-Hiyori yo lo siento no quise...-

Trago en seco y con el sano juicio y la mente despejada musita nuevamente

- No debí haber tratado de obligarte –

Sentía a su diosa de ojos rosa temblar ante aquellas palabras, y en un impulsivo acto la abraza fuertemente tratando de protegerla;

"¿protegerla de qué?... ¡si protegerla de él!"

Su mente y su cuerpo no se ponen de acuerdo cuando ella está cerca. Su diosa posa la cabeza sobre el cuello de su Dios, y el escucha las palabras saliendo de los temblorosos labios de su ayakashi

- ¡¡mmmm mi aroma favorito!! –

Él no estaba seguro de sentir felicidad o miedo; miedo de perderla al recordar en la delgada línea en la cual se encontraba su hermosa ayakashi, y que aquellas frases solo eran un indicio de que su diosa se estaba alejando de esa línea.

Cierra sus ojos como si eso bastase para esconder su temor ante ella; siente un hilo fino recorrer su cuello bajando por su pecho hasta perderse, ¿son sus lágrimas?, ¡las lágrimas de su diosa! y él era el culpable que ella vertiera ese doloroso liquido sobre su cuerpo.

- Lo siento Hiyori debí haberme dado cuenta a lo que te estaba empujando –

Apretándola fuertemente contra su pecho, quiere resguárdala, alejarla de la delgada línea que la separa del mundo espiritual cuando nuevamente escucha su dulce voz

- Tu no me estas empujando, sé que nunca me harías daño –

Ella hace una breve pausa que pareciera una eternidad cuando nuevamente escucha la dulce voz

- Discúlpame por haber dudado de ti sé que siempre estarás ahí para mí, así como yo lo estaré todo el tiempo que pueda, quiero estar a tu lado por siempre, ese es mi verdadero deseo -

El Dios siente el vibrar de su corazón, pareciera que quisiese salir de su pecho y aun asombrado y con voz suave responde

- Tu deseo ha sido escuchado fuerte y claro -

"Los actos de un Dios son justos"

Ahora estaba seguro de su instinto, y aquellas dudas que recorrían su mente fueron acabadas con aquel mantra bendito que su diosa invocado.

Siente una suave calidez en sus labios, conoce esa sensación, aquel mantra bendito estaba siendo sellado por los dulces labios de su diosa; están posados sobre los suyos, aun sin entender el ¿por qué?

Su traviesa lengua nuevamente toma mente propia, y febrilmente busca encontrarse con la de ella.

Se levantó cuidadosamente para no romper aquel apasionado sello que se estaba creando, y poso suavemente el cuerpo de la diosa sobre la blanca cama.

Sus agiles manos retiraron suavemente aquel elemento que evitaba que el sintiera la humedad y el calor en su piel, ellas tan traviesas llegaron nuevamente hasta la parte más sensible de su diosa; nuevamente aquel excitante gemido hizo que se separara de él, solo para arquear nuevamente su cuerpo sumido en las nuevas sensaciones; podía ver fácilmente como la blanca piel se erizaba con cada sutil movimiento de sus agiles manos.

Finalmente pudo obtener el control de una de las inquietas manos solo para despojarlo todo aquello que lo apresaba y darle paso a la libertad de su vibrante virilidad.

Por todos los dioses nunca imaginó sentir tanto deseo de poseer algo, todo lo que el antes pensaba que necesitaba no era nada ante aquel hermoso cuerpo que estaba gimiendo frente a sus brillantes ojos azules.

Nuevamente su mano necesito explorar aquel blanco cuerpo, y su picara boca recorría su tensionado abdomen en búsqueda de la exquisita cima que le daba mucho placer. Sintió que su otra mano estaba húmeda, ¡la muy curiosa! indagaba por la entrada para satisfacer su curiosidad; al encontrar su objetivo el dedo mayor el más audaz de todos entra a explorar girando suavemente.

Nuevamente aquella melodiosa voz, ese hermoso gemido decía más que una plegaria, el segundo deseoso de entrar se abre paso para poder sentir el cálido interior de la diosa humanada, liberando un suave líquido que cubría totalmente aquella picara mano.

Soltó aquella apetecible y firme cima levantando la mirada buscando aquellos ojos rosas a la espera de su aprobación.

- Hiyori yo... - solo una voz ronca logra salir

Una cálida sonrisa ilumina aquel hermoso rostro y salen de sus hermosos labios rosas las palabras que siempre había esperado

- Creo en ti, por favor se gentil conmigo -

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Me imagino los ojos de Yato hechos unos huevitos cuando Hiyori le dice "creo en ti"

Los actos de un Dios son justosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora