Capitulo 22

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Capítulo 22

Se paró temerosa. No podía haberlo hecho a él no... Fue girándose lentamente como si le costara moverse y fue cuando lo vio, tomado del cuello y con lágrimas en los ojos.
-Gabriel...- Murmuró sin respiración.
-Alec... ¿Qué estás haciendo?- Le preguntó caminando hacia ellos sin dejar de mirar a Gabriel. Este trataba de soltarse pero sus intentos eran inútiles.- Suéltalo por favor.
-Sabía que no vendrías conmigo por iniciativa propia. Él se viene con nosotros.
-Alec, es un niño, está asustado. Déjalo ir.
Alec puso su mano en su espalda y sacó un arma. Apunto con ella al pecho de Gabriel.
-Sube al coche, Candelaria.

~*~

Jorge y Ruggero salieron de su despacho y encontraron a Martina ofreciéndole una taza humeante al chico sentado a su lado. Jorge adelanto a Ruggero y le cogió de las manos la taza a Martina asustándola por el gesto.
Se la llevó a la boca y bebió un poco. Cuando bajó la taza se relamió los labios dejando entrever su lengua rosada y sonrojando a Martina quien aparto la vista.
-¿Lo has preparado tú?- dijo Jorge inclinándose sobre ella.
-Si...
-A partir de ahora quiero una taza como está siempre que me veas. ¿Entendido?- La forma como le hablaba, autoritaria y sin dejar ninguna duda de la única respuesta esperada, hicieron que se estremeciera, no precisamente de miedo. Había algo en su voz capaz de despertarle sentimientos enterrados.
Martina lo miro de reojo. Estaba tan cerca de ella...Asintió con rapidez para poder alejarse. Ruggero la ayudo apartándole de ella e interponiéndose.
-Déjala en paz.- El tono de voz que empleo le dijo a Jorge que anduviera con cuidado. Frunció el ceño confundido por esa protección hacia Martina pero no dijo nada.
-¡Sí! ¡Esa taza era mía!- Añadió el joven.
-Olvídalo. Tú tienes trabajo; haz lo que necesito y si lo haces tal vez le diga a Martina que te prepare una taza de chocolate.
-Imbé...
-Esa lengua...-Replicó Jorge dándole una patada en la silla donde estaba.
-¿Dónde puedo hacerlo? Y necesito saber si el móvil está encendido. Si no es así se pueden despedir; entrar en esos sistemas es fácil, pero solo cuando están encendidos.
-La he llamado hace unas horas y estaba activado pero no lo ha cogido.- Le informo Ruggero.
-Ponte en el ordenador de Martina. Solo dinos cuando estés listo y llamaremos.
El chico se levantó de la silla y fue hasta la mesa de Martina que se había levantado al oír hablar a Jorge de su ordenador. Se sentó delante del mismo y empezó a teclear como un loco dejando asombrado a los demás.
-¿Dónde lo has encontrado?
-Soy bueno, ¿verdad? Deberías ver lo que piensa el gobierno cuando me infiltro en sus páginas
-Si logras hacer un buen trabajo entras en nómina, chico.-Le dijo Ruggero.-Sería bueno tener esa clase de habilidad en el negocio.
Una sonrisa torcida se formó en el rostro del joven y se concentró en el sistema al que debía acceder.
-Listo. Llama y cruza los dedos.
Ruggero se sacó el móvil del bolsillo y buscó el número de Candelaria. Rogaba porque estuviera encendido todavía.




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Una clase de amor ~Ruggelaria~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora