capitulo 8

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capitulo 8:

-¿Sigue durmiendo?
-Si, lo despertaré dentro de un rato para que tome algo. - Contestó Ruggero después de bostezar.
-Deberías acostarte un rato. Apenas habrás dormido.
-Lo mismo podría decirte a ti. Te dormiste cuando amanecía y te has levantado ya. - Miró el reloj. - Solo has dormido tres horas. Debes estar agotada.
-No te preocupes. Prepararé la comida mientras descansas y estás fresco por si quieres ir esta tarde a trabajar.
-¿Y tú qué? - Preguntó él. - Quien tiene que descansar eres tú, has estado toda la tarde y noche cuidando de Gabriel sin despegarte. ¿Quieres también quedarte esta tarde? Deberías ir a dormir un rato.

Rugge se apoyó en la encimera de la cocina y la miró. Cande sonrió y le mostró la taza de café que estaba tomando.

-Esto me mantiene despierta mucho tiempo así que ya es inútil.
-Y yo no suelo dormir mucho. Estamos en empate.
-Eso parece. Te prepararé una taza. - Dijo acercándose hacia el mueble donde guardaban las tazas.

Rugge estaba justo delante del mismo y Cande se puso de puntillas para levantar la puerta y alcanzar una de las tazas mientras él se quedaba quieto. Podía olerla tan cerca como estaba, si quisiera podría acercarse un poco más y probarla. Su cuerpo llamaba al suyo y lo reclamaba.
Cuando Candelaria cogió la taza se apartó un poco de él y levantó su cara hacia la suya. Se había movido más por instinto que por otra cosa y no cayó en que Ruggero estaba delante. Era como si su presencia no la incomodara, al contrario, le diera placer tenerlo tan cerca.
La mano de Rugge la cogió del cuello con suavidad pero inmovilizándola al mismo tiempo. Lo vio avanzar hacia ella y se mojó los labios. Quería eso, lo quería a él...

-¿Papá?

Los dos se quedaron congelados al oír la llamada de Gabriel y a Cande se le escapó la taza de la mano rompiéndose en el suelo en mil pedazos.
-¡Mierda! - Exclamó ella apartándose de él y mirando la taza destrozada en el suelo. - Lo siento, Ruggero.
-Es una taza, no pasa nada. - Contestó. - Voy a ver qué quiere Gabriel. No te vayas a cortar con los pedazos, déjalos y ahora los recojo yo.
-Si... Vale.

Se marchó dejando a Cande sola en la cocina. Se apoyó en la encimera y trató de serenarse. Iba a besarla y ella lo hubiera dejado...

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-¿Quieres que te lea un poco más?
-Si, por favor.
-Está bien. Pero solo un poquito más. Se supone que ibas a dormir después de comer y no lo has hecho.
-Es que estás aquí.
-Gabriel, no tienes que preocuparte por mí.
-Pero papá se ha ido a trabajar. Si yo me duermo te quedas sola.
-Vaya - le dijo dándole con el dedo en la frente - ¿quieres ser el hombre que me proteja?
-Si. - Contestó con decisión. Cande se echó a reír.
-Muy bien, entonces démosle a este hombrecillo su dosis de lectura.

Después de pelear con Rugge, Cande consiguió que fuera a trabajar por la tarde. Le aseguró que estaba bien a pesar de no haber dormido nada y Gabriel no había vuelto a tener fiebre, así que al final aceptó ir aunque volvería más temprano de lo normal.

Mientras Cande le leía a Gabriel lo miraba de reojo para ver si se dormía un poco. Necesitaba descansar y el sueño empezaba a pesarle. Cuando por fin se durmió dejó el libro sobre la mesa y echó la cabeza hacia atrás en el sillón. Estaba agotada pero aliviada porque Gabriel estuviera bien.

Aún le dolía cuando pensaba en el pequeño llamando a su madre. Lo había acunado en un intento por calmarlo y supiera que había alguien a su lado. No esperaba involucrarse tanto con ellos y ahora eran parte de su familia.
Giró la cabeza para mirar a Gabriel y notó que sus párpados se cerraban. Cuando llegara a casa iba a irse directa a la cama.
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Todo estaba en silencio cuando entró en casa. Subió las escaleras y se dirigió a la habitación de Gabriel Esperaba que estuviera dormido pero no que Cande también lo estuviera.
Sentada en el sillón, tenía la cabeza ladeada hacia su hijo y dormía plácidamente. Casi le daba lástima despertarla. Se acercó a ella y arrodilló.

-Candelaria... Cande... - Llamó.

Le rozó con su mano la mejilla al tiempo que volvía a llamarla. Ella hizo un gemido y se frotó sobre la mano de él produciéndole a Jorge un cosquilleo por todo su cuerpo. Acercó su cara a la de ella y la besó con ternura, casi sin hacer presión en sus labios, conteniendo sus ganas de abrirla para él.
Cuando se apartó de ella los ojos de Martina estaban abiertos y lo miraban con sorpresa.

-Ruggero...
-Yo...
Cande se volvió de inmediato hacia Gabriel
-Sigue dormido.
-¡Lo siento, Ruggero! No debí haberme dormido.

Rugge se sorprendió más porque le dijera eso que no sobre el beso que acababa de darle. ¿O acaso no se había dado cuenta? Se levantó y dio espacio a Cande para no sentir la tentación de hacerlo de nuevo.

-No te preocupes, estás cansada.
-Si, es cierto. Ya que estás aquí debería irme a casa. - Dijo levantándose del sillón.

La cabeza le dio vueltas en cuanto se puso de pie y un zumbido se instaló en ella. Se tambaleó hasta que las manos de Rugge la cogieron y ella pudo apoyar la cabeza sobre su pecho.

-¿Estás bien?
-Si... Solo es la falta de sueño. No te preocupes, en cuanto llegue a casa me meteré en la cama.
-No puedo dejar que conduzcas en ese estado.
-No puedes dejar solo a Gabriel... Además, tengo mi coche aquí. Si me llevas me dejarás sin él y mañana es sábado, no tengo que venir hasta el lunes.
-Puedo hacer que el coche te lo lleven mañana. Pero ahora no voy a permitirte que lo cojas en tu estado. Podrías tener un accidente. - Le dijo apretando sus manos sobre los brazos de ella.
-Está bien. - Aceptó ella.
-Llamaré a un amigo. Vendrá en diez o quince minutos y después podremos irnos.

Cande asintió mientras él volvía a dejarla sentada en el sillón y salía de la habitación. Le echó un último vistazo a ella que estaba con la cabeza apoyada en una de sus manos y cogió el móvil para llamar a Jorge
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Cande miraba por la ventana de su puerta las calles por las que siempre pasaba. Ahora el sueño le jugaba malas pasadas y le costaba mantenerse despierta. Entre la preocupación y estar cerca de Ruggero sus nervios habían estado manteniéndola ocupada y sin sentir cansancio o sueño y ahora...
Vio el supermercado y recordó que no tenía mucho en casa.

-¿Puedes parar un momento, Ruggero? - Él la miró esperando un motivo para ello y redujo al velocidad sin detenerse. - Tengo que comprar algo de comida en el supermercado. En casa seguro que apenas hay nada.
-¿Quieres que vaya yo?
-No, estoy bien. No compraré mucho, solo para esta noche. Mañana saldré a comprar cuando me levante.

Rugge aparcó el coche en la calle y observó cómo Martina salía e iba hacia el supermercado. Parecía que los veinte minutos que había dejado que durmiera mientras esperaba a Jorge le servían para tener algo más de energía.
Cande cogió una pizza y una botella de zumo y fue hasta la caja registradora. Tampoco sabía si iba a comérsela o se derrumbaría en el suelo del apartamento del sueño que llevaba pero al menos tendría comida.
Metió todo en una bolsa y salió del supermercado. Unas manos la cogieron por los brazos y tiraron de ella llevándola hasta el callejón cercano.
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Ruggero gruñó al ver cómo dos hombres se acercaban a Cande  y, literalmente, la cogían y empujaban hasta un callejón estrecho. Abrió la puerta del coche y salió corriendo hacia ellos.

Jorgista_Ferrista

Una clase de amor ~Ruggelaria~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora