-¡Rayos! ¡¿Por qué no puedes quedarte quieto pequeño conejo?! -exclamaba el infante, frustrado al notar su fallida caza, el conejo era más rápido que el y no podría alcanzarlo aunque quisiera.
Desde que el castaño se había ido de la cabaña el niño tuvo que ingeniarselas para sobrevivir, en ese entonces tenía suficiente comida para un mes, pero ya pasó este y debía cazar para comer. No le fue como el quería pero no hubo día que se quedará sin comer. Desde hace días había comenzado con la idea de querer cazar pero no se animaba hasta ese día.
-Tengo tanta hambre...-dijo para sí mismo mientras apretaba su estómago, hace días que no comía, solo tomaba agua sin ingerir algo. No tenía las fuerzas ni para caminar lo que causó fue que se desplomara en el suelo. Quedó viendo hacia el cielo, estaba atardeciendo. Debía volver a la cabaña.
-B-Bueno... O-Otro día sin comer... -musitó tratando de levantarse pero no lo logró y cayó de nuevo al suelo. Ya casi era de noche y Stan seguía en el bosque, debía volver ya. Comenzó a arrastrarse hasta un tronco para poder apoyarse en algo y levantarse. Lo logró y se sentó en el mismo, ya estaba oscuro y no tenía la forma para crear fuego, necesitaba algo. Sin embargo, el crujir de ramas lo hizo sentir un terrible escalofrío en su cuerpo.
-¿Q-Quién está ahí? ¡S-Sal ahora! -exclamó nervioso, debido al miedo que tenía la adrenalina se convirtió en la energía que necesitaba para poder defenderse o correr. El ruido era mas fuerte dando a entender que lo que se acercaba estaba acercándose al niño. Este colocó sus puños frente a el en posición de ataque, estaba algo tenso por lo mismo pero estaba listo. El ruido aumentaba y la noche ya había llegado, era su oportunidad de superarse.
-¡Sal ya! ¡No te tengo miedo! -gritó y comenzó a caminar hacia el ruido, estaba preparado para enfrentarse a lo que sea.
Lo que no esperaba, era que el peligro que se acercaba a el solo era el pequeño conejo que quería cazar desde un principio. El niño dio un gran suspiro, primero por alegrarse que no fuera un animal salvaje y segundo, de frustración al notar que era el conejo.
-Tu otra vez -rascó el puente de su nariz- ¿Vienes a molestarme? ¿O vienes a darme algo de comer? -preguntó en un tono molesto, el conejo solo movió sus orejas pequeñas y rascaba su nariz. Tales acciones provocaron que el castaño riera por lo bajo, no quería cazar al conejo pero debía hacerlo.
-Eres tierno, pero con tu carne podré comer -dijo frío y sacó un cuchillo de su pantalón, el conejo únicamente lo miraba, no se movió para nada. El infante alzó el cuchillo directo al conejo sin embargo, no pudo hacerlo. No era capaz de matar.
Lanzó el cuchillo lejos junto con un grito de frustración, se sentó en el suelo juntando sus manos hacia su cabeza, estaba desesperado. Comenzó a llorar y rascaba sus ojos constantemente.
-Stanford... Ojalá estuvieras aquí... -sollozaba y lanzó otro grito. Luego del episodio que tuvo, sintió que algo lamía su mano; era el conejo. El niño río y secó sus lágrimas al ver el pequeño animal a su lado, tratando de calmarlo.
-Eres un buen conejo, aunque quería cazarte tu sigues aquí -musitó y rascó la cabeza del animal, este movió su pata en señal que le gustaba.
«Almenos este conejo no me abandonó por un error que cometí...», pensó.
Ambos se vieron y el niño seguía rascando su cabeza. Hasta que este se apartó y se colocó frente del castaño.
-Sigo aquí porque sé que estas solo y necesitabas un amigo.
El niño se sorprendió al escuchar tal voz, no podía creer lo que escuchaba. O más bien, de quién.
-¿Pu-Puedes hablar? -cuestionó atónito, el conejo saltó a su lado y movió sus orejas.
-Solo si tu lo crees, niño -respondió de forma seria, su voz no asustaba. Podría notarse que era alguien mayor, no un niño. -¿Estás perdido? Es muy tarde para ti.
-No tengo como regresar, no tengo nada de luz para ver -bajó la mirada y tomó una bocanada de aire-, ni siquiera comida. El animal comenzó a saltar, mostrando un camino, el niño algo dudativo siguió al conejo.
-¿A donde vamos? ¿A la cabaña? -preguntó mientras caminaba viendo hacia todas partes para evitar golpearse con alguna rama o tropezar. El pequeño animal no le contestó, solo seguía saltando y en cuestión de minutos estaban en una pequeña madriguera.
-¿Aquí vives? -preguntó y el conejo solo asintió y en un abrir y cerrar de ojos desapareció dentro de la madriguera. El niño se sentó en el suelo, esperando que volviera a aparecer. Hasta que apareció.
-Esto te durará para al menos unas semanas pequeño -afirmó y detrás suyo tenía montones de zanahorias, el infante abrió los ojos como platos; las zanahorias serían su salvación. -Ahora, debes volver a casa. Yo te guiaré.
El pequeño susurró un "Gracias" tomando las zanahorias siguió de nuevo al conejo. Al cabo de unos minutos llegaron a la cabaña, el niño estaba feliz de volver a casa, abrió la puerta de golpe y tiró las zanahorias por ahí, estaba ansioso para revisar si el castaño había vuelto pero no, no había señales de el. Su rostro cambió drásticamente de feliz a triste, la esperanza de que el castaño volvería cada vez era menor. Y el conejo pudo notarlo.
-Oye, no pierdas la esperanza. Tu amigo volverá, ya verás -dijo y saltó hasta el sillón viendo al infante, este rascó sus ojos y parpadeo para evitar llorar.
-Gracias... -dijo sentándose al lado del animal. El conejo rascó sus orejas con sus patas, el niño solo reía y se dió cuenta que el conejo era alguien agradable. -Puedes quedarte aquí, tendrás cobijo y conseguiremos comida juntos.
El pequeño animal asintió feliz y hubo un silencio breve pero incómodo entre ellos. El conejo rompió el silencio.
-¿Cómo te llamas? -preguntó y el infante dudó un momento pero volteó su vista al animal.
-Stan, ¿Y tu? ¿Tienes nombre? -preguntó animado, el conejo cambió su expresión e hizo una mueca. Sin embargo, volteó su vista al niño y sonrió.
-Mi nombre es Bill.
ESTÁS LEYENDO
Different Dimensions. [Stanford Pines]
FanfictionMi vida cambió drásticamente cuando crucé aquel portal, aquel portal que no estaba planeado ser visitado desde el incidente de mi compañero. Pensaba que moriría ya que no sabía que me esperaba. Sin embargo, hay algo que me quedó muy claro: La vida n...