004: ¿Me odias?

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Pasaron algunos días y la rutina diaria era la misma, comer, investigar y dormir. La única diferencia era lo que comían o bebían. El castaño evitaba mucho al menor, quería sentir cariño por el y hablar sobre muchas cosas pero no podía permitírselo, no quería recordar más a Stanley ya que era la viva imagen de el. El pequeño le dejo quedarse en la cabaña para investigar la dimensión y las cosas que encontrase en ella pero muy en el fondo quería que el castaño cambiará de opinión y le dejara ser su amigo, aunque no supiera ni quién es. Necesitaba a alguien, necesitaba a Ford. El problema era que este siempre lo ignoraba, se mantenía ocupado con sus proyectos y casi no hablaban entre ellos.

-Hey, Ford -murmuró con una risa nerviosa. Por un momento creyó que el mayor lo había ignorando, al casi darse por vencido escuchó hablar al castaño.

-¿Qué sucede? -preguntó sin verlo a los ojos, su mirada seguía en los libros que leía casi 4 a la vez. El infante rascó su nariz esperando que el mayor volteara verlo.

-Bueno... Hay algo... Que debes ver -susurró muy por lo bajo, el castaño no se limitó en verlo, eso causo que el menor diera un enorme suspiro de frustración y se dio una palmada en el rostro.

-¿Al menos podrías verme cuando te hablo? -reprocho molesto, el mayor rodó los ojos y volteo a verlo a punto de reprenderle de la misma forma pero paró en seco al ver lo que tenía en las manos.

-¿Q-Qué es eso?-preguntó nervioso viendo lo que traía.

-¿Acaso no es obvio? ¿En tu dimensión no los usabas? -bufó de forma burlona, el pequeño tenía un par de lentes para el mayor, este no recordaba haberle dicho que los usaba, ¿cómo podría saberlo?

-S-Si, lo sé pero, ¿a qué viene esto? -preguntó algo dudativo, el infante se sentó al lado del castaño y dejo los lentes a su lado, casi contemplándolos.

-Bueno, mi hermano usaba lentes y desde hace días he notado que te cuesta ver así que creí que te servirían -respondió y le entregó los lentes al castaño, este dudó al principio pero los tomó y se los colocó. Ahora miraba todo claramente, le era más fácil ver y distinguir pero eso desgraciadamente significaba que miraba mejor a Stan, los recuerdos lo invadían de nuevo.

-Gracias, niño -dijo secamente mientras miraba a su alrededor, dio una pequeña sonrisa y siguió con su trabajo.

El infante bufó, odiaba la idea de que el castaño lo llamara "niño" pero era de acostumbrarse aunque no le gustara. Sonrió tristemente y se fue, dejando solo al mayor y cerró la puerta. Ford notó la actitud del pequeño, en su interior sufría por hacer sentir de esa forma a Stan pero por otro lado su orgullo no le permitía tratarlo bien, los recuerdos, esos recuerdos bellos y a la vez miserables lo atormentaban a diario.

«Si tan solo no hubiéramos peleado ese día...», pensó.

Dio un largo bostezo y estiró sus brazos ya que había pasado casi todo el día leyendo e investigando, caminó a la cocina en busca de algo que comer y decidió hacerse un sándwich, regresó a su pequeño estudio pero antes de volver quiso pasar a ver al pequeño, notó que la puerta no estaba cerrada y se acercó un poco a ella intentando ver o escuchar a Stan. Acercó su oído y logró escuchar al infante.

-Es probable que me odie, apenas lo conozco y en lugar de hacer un amigo solo logré que me odie. Dime, ¿Tan mala persona soy? -murmuraba el menor mientras abrazaba lo que parecía ser un oso de peluche. Ford se estremeció al escucharlo no lo odiaba, pero no podía decirle la razón del porqué no le hablaba bien, o lo trataba de forma diferente.

El castaño se alejó de la puerta y caminó de regreso a su estudio, pensaba en las palabras de Stan y le dolían, le dolían demasiado. Un pequeño Stanley pensaba eso de el, que lo odiaba, ¿Acaso podría cambiar esos pensamientos? Claro que sí pero no lo lograba, si lo hacía, los recuerdos volverían y se sentiría culpable por la situación que tuvo que pasar su gemelo. Si tan solo hubiera ayudado a Stanley ese día... Ese día en que lo echaron de la casa y el no hizo nada para detener a su padre. Esa noche logró conciliar el sueño pero jamás se libraría de las pesadillas.

«-¡Solo te interesan tus cosas de misterio! ¡Se supone que siempre estaríamos juntos! ¡Arruinaste mi vida! -exclamaba el menor mientras tomaba de los brazos a su gemelo y este jadeaba contra el.

-¡Tu arruinaste tu vida! -gritó el mayor y con una patada apartó al menor, provocando que este chocara con una pared metálica que hervía y lo quemó. El menor dio un grito ahogado del dolor y cayó de rodillas.

-¡Stanley! L-Lo siento, ¿Estás bie...-fue interrumpido al sentir un puñetazo en su mejilla haciendo que saliera de la habitación. Detrás suyo venía el menor, estaba tocando su herida la cual sangraba demasiado. Nunca se perdonaría lo que le acababa de hacer a su hermano, lo lastimó de gravedad, o tal vez lo marcaría para siempre.

-Eres tan tonto hermanito -respiró profundamente-, realmente no te importa tu familia ¿cierto? Solo tus tontas investigaciones y misterios-gritó enfrentando al mayor viéndolo a los ojos, estaban llorosos por tal actitud de su hermano, el mayor trataba de ser fuerte pero le era imposible, nunca le agradó pelear con su gemelo.

-Si tanto te importan, entonces ¡quédatelos!-gritó y empujó al mayor junto con el diario hacia el portal, accidentalmente lo habían activado y ahora el mayor era atraído hacia el, sin ninguna salida.

Stanley! ¡Stanley! -gritaba desesperado, tratando de no ser llevado al portal pero era imposible».

Despertó, ya era de día pero no quería levantarse, sentía muy pesado su cuerpo y a la vez sudado. No recordaba esa parte de la historia, en cuando por culpa suya Stanley se había lastimado y también sangrado. Lo había marcado de por vida quizás, la culpa lo atormentaba pero ahora no podía hacer nada para revertirlo.

-¡FORD! -se escuchó un grito agudo, el niño. Se levantó sobresaltado para buscarlo, los gritos seguían sin parar, eran gritos de auxilio. Ford salió de la cabaña pero aún no miraba al infante.

-¡NIÑO! ¡¿Dónde estás?!-gritaba desesperado buscando en cada parte del bosque, corría sin parar no quería saber que el niño moriría a causa suya.

«Demonios, ahora no por favor. ¿Dónde estarás?», pensaba.

Llegó a una parte del bosque que jamás había visto, era muy solitario y casi no llegaba la luz debido a que los árboles eran muy grandes. Ya no escuchaba ningún grito de parte del pequeño lo que causó que le diera vuelta el corazón.

-¡Niño! ¡Responde!-gritó, esperó la respuesta pero no hubo nada. Sin embargo, detrás suyo escuchó el ruido de ramas quebrarse. Tomó un cuchillo que tenía en las varias de bolsas que contenía su saco listo para atacar, pero fue demasiado tarde. Un terrible golpe en la cabeza hizo que cayera al suelo sin fuerzas.

-¡Ford! ¡¿Ford?! -abrió los ojos débilmente- ¡Ayúdame! ¡Por favor! -cerró los ojos finalmente- ¡STANFOOOOORD!

Todo se volvió negro, era su fin.

Different Dimensions. [Stanford Pines]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora