003: Nada ha cambiado.

409 36 5
                                    

-¿Cabaña del Misterio? -preguntó curioso, miraba la cabaña y era idéntica a la suya. Todo tenía más sentido ahora.

-¡Si! Así le puse, o bueno, mi hermano y yo lo llamamos así, creo -respondió mientras caminaba hacia la puerta- Vamos, te ves hambriento.

El castaño arqueó una ceja, estaba muy confundido pero a la vez emocionado. Podía estudiar esa dimensión y era increíble sin embargo no debía dejarse llevar. Entró junto al niño a la cabaña y abrió los ojos como platos al notar que algunas de las cosas que habían eran parecidas a las que estaban en su casa.

-¿Cómo puedes vivir aquí tu solo? -preguntó el castaño-. ¿Cuántos años tienes?

-Tengo 5, o eso creo. No recuerdo mi edad -respondió y se sentó en un sillón.

Ford se sorprendió al escuchar tal cosa, ¿Cómo no podía recordar su edad? Miraba a su alrededor y se impresionaba del gran parecido de la cabaña de esta dimensión con la suya, entendió todo. Era impresionante, podía estudiar esta dimensión por mucho, era increíble pero había algo que lo detenía: el niño. Aún sentía curiosidad acerca de el, ¿Cómo era posible que el fuera Stanley?

-Puedes quedarte aquí, come lo que quieras -dijo el menor, se acomodó en el sillón y comenzó a jugar con un barquito.

Ford solo lo miraba, el pequeño le había dado algo de pan y agua. Trató de comer tranquilamente pero le intrigaba ese niño, quería saber si era verdad o simplemente coincidía con el nombre de Stanley.

-¿No recuerdas? ¿Nada? ¿Ni siquiera a tus padres? -cuestionó un poco nervioso, el pequeño dejo de jugar un momento y volteó a verlo, dudó un momento antes de responder.

-Mi papá se llamaba Filbrick Pines, el nombre de mi mamá ya no lo recuerdo... -respondió algo serio y dio una carcajada triste.

Ford notó la tristeza del niño, pero se impactó al saber que el padre del niño se llamaba igual que su padre. No quería seguir con eso pero no tenía opción.

-Y... Dime, ¿Recuerdas el nombre de tu hermano? -cuestionó algo serio, el infante paró en seco, solo quedo cabizbajo y dio una risa nerviosa.

-N-No, no lo recuerdo. Créeme, quisiera recordarlo -respondió triste, se levantó del sillón dejando el juguete en el mismo y caminó hacia una habitación- Ponte cómodo, y duérmete.

Ford abrió los ojos como platos al ver el repentino cambio de actitud del infante. Intentó seguirlo a la habitación pero estaba cerrada la puerta.

-¿Niño? -tocó la puerta- ¿Estás bien? -preguntó y esperó la respuesta del pequeño.

-No está cerrada con llave -dijo sin agregar más, el castaño abrió poco a poco la puerta y entró, se impresionó al ver lo ordenado que estaba todo, a excepción de la cama, donde yacía el pequeño acostado viendo hacia la ventana.

-¿Quieres hablar? -dijo el castaño sentándose al filo de la cama, el menor no respondió. Ford se acercó un poco más, notó que el infante estaba llorando solo que trataba de no sonar tanto, no sabía que hacer con el. Le recordó cuando Stanley lloraba cuando sus padres lo regañaban por alguna nota baja en la escuela o por haber golpeado un niño, ese mismo Stanley miraba ahora.

-Escúchame -soltó un suspiro- sé que es difícil no tener a tu familia, tus padres y tu hermano... Lo viví, sé como debes sentirte, ya no estarás solo de nuevo ¿de acuerdo? -dijo serio, el menor volteó a verlo y notó que el mayor hablaba en serio y sin dudarlo se lanzó a el y lo abrazó desde su cuello. El castaño se sobresaltó pero correspondió al abrazo.

-Gracias, Stanford -susurró entre sollozos el infante, el castaño se separó del pequeño le sonrió y rascó su cabeza provocando que se riera a carcajadas.

-Dime Ford, niño -dijo y comenzó a caminar hacia la puerta, dejando al niño en la cama.

-No soy "niño", llámame Stan -reprochó e infló sus mejillas, Ford sintió un escalofrío no quería llamarlo así. El hecho de que lo consolara y estuvieran bien momentáneamente no significaba que habría confianza entre ellos.

-No, no te llamaré así -respondió serio y salió de la habitación, ignorando por completo al menor.

-¿P-Por qué? Así me llamo ¿no? -exclamó dudativo, se sentó en la cama con los puños apretados esperando la respuesta del mayor.

El castaño ignoro su comentario y salió de la habitación, el pequeño siguió hablando pero ya no quería seguir con el, estaba cansado y quería dormir. Bajó a la sala y se acostó en el sillón, miraba hacia el techo pensando en su hermano, algunas lágrimas había derramado pero rápidamente se limpió la cara, no quería recordar más pero el niño le recordaba demasiado a Stan. No tardó mucho en conciliar el sueño pero, las pesadillas lo invadieron.

«-Bill, este cálculo no esta bien -reprochaba el castaño. El triangulo apareció repentinamente al lado de este, miraba el pizarrón tridimensional aquellos trazos y números, algo estaba mal.

-Fordsie, esta bien solo que colocaste el número incorrecto -dijo y con un chasquido el dígito cambió y la ecuación ahora era perfecta.

Bill Cipher ayudó por algunos años al joven Stanford, quería respuestas y gracias a la idea de crear el Portal Universal todo sería resuelto. Pero, el trato debía cumplirse, Bill podía poseer a Ford cuando le placiera.

-Hey, ¿Por qué todas esas imágenes de un triangulo? -preguntaba Fiddleford. Ford yacía sentado en el suelo cruzando sus piernas, estaba meditando y decía unas frases extrañas. De la nada, sus pupilas ya no eran normales, eran amarillas.

-¿F-Ford? -murmuró asustado McGucket.

-¡Qué genial es este cuerpo humano! -decía alegremente, se levantó y fue a un espejo a observarse-. ¡Mírame! Este cuerpo, ¿será resistente?

Y al terminar la frase golpeó su rostro en el espejo, se quebró la parte donde se golpeó. Fiddleford se sobresaltó al ver tal acción, su compañero estaba actuando raro.

-¿F-Ford? ¿Estás bien? -preguntó asustado, el mencionado volteó a verlo y no fue lo que quería ver: el rostro del castaño sangraba, era irreconocible.

-¡Claro! ¿Sabes? -se acercó a el y tocó su rostro en sangre- ¡El dolor es gracioso! -comenzó a reír de una forma perturbante.

Esas actitudes era casi diarias, Fiddleford debía aguantarlo, Ford... Resultaba mal después de cada posesión. Era su maldición, por haber hecho un trato con ese demonio».

El castaño despertó, su respiración estaba agitada y sudaba. Creyó que al estar lejos de su dimensión no volvería a soñar con ese demonio, pero se equivocó.

Nada ha cambiado...

Different Dimensions. [Stanford Pines]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora