X - El Secreto de Helen

196 25 2
                                    

A Helen le gustaba pasear con su abuelo y sentía que estaba segura a su lado. Se divertían conociendo lugares nuevos junto a Lorena. Con el tiempo, Merko aprovechaba esos momentos a solas con la niña, para enseñarla a usar la telepatía para comunicarse, sin invadir la privacidad de los otros. Juntos, se divertían mucho al usar esta capacidad extraordinaria. Cuando salían para comer un helado o pasear, se hablaban sólo con la mente y sonreían al saber que las personas alrededor no sabían lo que verdaderamente ocurría. El abuelo aún no le había explicado a la nieta cómo ellos tenían esa capacidad, pero decidió que junto con los padres de Helen revelaría todo en el momento adecuado.

Merko también se daba cuenta de que la inteligencia de la niña era singular. En la escuela la niña demostraba un desempeño extraordinario y todos los profesores se quedaban admirados con su capacidad de raciocinio. Estaba siempre un paso adelante del grupo, alcanzando las conclusiones de los asuntos abordados antes que todos los demás alumnos. Ella era vista como una niña muy por encima de la media en comparación a los otros alumnos.

— Helen, no digas la respuesta aún, pues tus compañeros necesitan entender la materia — decía su profesora de Biología en la clase, sonriendo, al verla levantar la mano para responder a las preguntas.

La joven obedecía moviendo la cabeza en un gesto afirmativo. Además de eso, le gustaba estudiar y nutría dentro de sí un intenso deseo de aprender. Parecía que ella sabía de la importancia del conocimiento y como este podría serle útil algún día durante su vida. En aquel día de clase, sin embargo, cosas extrañas empezarían a ocurrir.

Mientras esperaba a que la profesora terminase una explicación sobre el funcionamiento del cuerpo humano, Helen observaba fijamente el esqueleto que estaba siendo utilizado en la clase. La profesora tocaba los huesos del brazo, diciendo sus nombres, cuando un alumno entró en la sala corriendo y tropezó, derribando la estructura en que el esqueleto estaba. El niño también cayó sobre la mesa y la profesora acabó en el suelo.

Algunos huesos se quedaron dislocados de los otros, porque los ganchos se soltaron con el choque. La profesora se levantó y vio la osamenta a sus pies. Los alumnos empezaron a reír, pues la secuencia de los acontecimientos fue muy graciosa. El grupo permaneció en una gran algazara.

— ¡Pero qué desastroso eres, Anthony! Además de tardar para volver al aula, también lo derribas todo cuando entras. — Dijo la profesora en un tono serio.

— Discúlpeme profesora. Intentaré tener más cuidado la próxima vez que entre en la sala.

Después de que la profesora llamase la atención al niño, los otros estudiantes se pusieron serios y en silencio. Pensaron que ella también les regañaría si les pillase riendo. A Helen le dio pena el niño y pensó en arreglar su torpe acto. Miró el esqueleto y, de repente, los huesos levitaron frente a la pizarra. Los ganchos que se habían soltado volvieron a encajarse en los huesos, como si el esqueleto estuviese siendo arreglado por manos invisibles. En lo que parecía pura magia, estos se situaron uno a uno en el lugar correcto; la osamenta se irguió y se arregló sola. Todos se quedaron atemorizados con lo que vieron. La niña mantenía la mirada concentrada en la estructura ósea como se estuviese en trance y, de repente, cayó en sí, volviendo a percibir dónde estaba.

— ¿Qué es lo que está pasando? ¿Quién ha hecho eso? ¿Es alguna broma? ¿Eres tú Anthony?

— No profesora. Yo no sé hacer eso... — Respondió el niño, impresionado.

La profesora se puso a temblar de miedo y a sudar frío. Anduvo despacio en dirección al esqueleto que quedaba localizado en una estructura de metal, colgado de un gancho en la parte posterior del cráneo. Pasó la mano despacio por encima de este para verificar si había algún hilo de nylon o cosa parecida. Los alumnos la observaban con los ojos abiertos de par en par.

Los Hijos del Tiempo 2 - El Origen de La VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora