Capítulo XXll

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        La brisa fría que me acariciaba era completamente reconfortante, las nubes se mecían con lentitud sobre mí, y el cielo no presentaba ninguna señal de tormenta. Me hallaba sentada sobre el asfalto de la calle principal, cerca del pasadizo dos. Muy temprano me había levantado para comer algo ligero, para luego poder prepararme velozmente y así no perder tiempo. Claramente, fue en vano ya que era la única que esperaba impacientemente a los demás. Estiré mis piernas y comencé a golpear las puntas de mis pies, intentado combatir el aburrimiento. Volteé muchas veces, tratando de divisar a mis compañeros que aún no estaba listos. La resistencia se hundía en un silencio abrumador que me provocaba una ansiedad mayor a la que tenía. Suspiré una y otra vez, hasta que dejé mi vista clavada en la casa de Janna. "Jaden sigue allí." Repetí en mi cabeza, obligándome a que dejara mi puesto y fuera a ver su estado. Al fin y al cabo, también debía hacerle un par de preguntas, y como estaba sola aquí podría hacer esa tarea. Me levanté de un salto y troté hasta el hospital improvisado, dando un último vistazo a la calle. Toqué la puerta un par de veces pero nadie respondió a mi llamado. Esperé impaciente hasta que decidí tomar el picaporte y abrirla yo misma. No pensé que estaría sin llave, pero así fue. Caminé por el pasillo hasta la sala en donde todas las camillas aguardaban.

        Jaden estaba acostado con una sábana blanca sobre él, casi cubriéndolo por completo. Me acerqué silenciosamente, puesto que parecía seguir durmiendo. Arrastré un pequeño banco y lo coloqué a un costado; en la posición perfecta para que me dejara ver su rostro. Aún tenía esos cabellos que se interponían, pero esta vez pasé la yema de mis dedos con el fin de retirarlos. Lo hice tan delicadamente que por un momento me convencí de la idea de que si seguía tocándolo se rompería en mil pedazos. Realmente no quería despertarlo, pero no podría resistir en la expedición esa terrible curiosidad que me perseguía. Comencé a susurrar su nombre, lentamente. Intentando sacarlo de ese sueño profundo de la forma más tranquila posible. Sentí como movía su cabeza de a poco, y reproducía una serie de sonidos antes de emitir una palabra.

- Jaden. – Musité. – Soy Chloe.

- Chloe, hola. – Dijo frotándose los ojos. - ¿Ya es de día? – Volteó a las ventanas de la casa que conectaban con la calle, pero estaban completamente cubiertas.

- Sí, amaneció hace dos horas más o menos. – Respondí luego de un bostezo. - ¿Cómo te sientes?

- Bastante adolorido, y apenas puedo mover el brazo. Sin embargo, Janna dijo que no tenía que preocuparme. – Afirmó observando su extremidad herida.

- Jaden. – Llamé su atención, atrayendo nuevamente su vista a mí. – Tengo varias cosas por decirte, pero por ahora la más importante es esta. – Levanté mi mano, dejándole ver las horribles manchas que me había dejado el Zarik la noche anterior. – Sucedió cuando me tomó por sorpresa, justo antes que lo mataras. – Jaden tomó delicadamente mi mano con su brazo aún ileso y prosiguió a observarla de cerca, intentando no presionar demasiado ya que, según su experiencia, dolía bastante. – Al principio ardía, y producía un dolor inenarrable. Estaba a punto de gritar del sufrimiento, no obstante... a las horas cesó. Llegué a la resistencia y se transformó en una mancha molesta nada más.

- No creerás que te mentí, puesto que mi herida me provocó un dolor muy intenso durante días. – Dijo dejando mi mano sobre la camilla.

- Te creo, porque yo ya tengo los argumentos para justificar lo que sucedió. – Agregué cabizbaja, pues sentía pena hasta de decirlo. – Creo que es el virus.

- Nada está asegurado, Chloe. Puede ser que hayas tolerado el dolor, y yo no. Tal vez tiene algo que ver el lugar afectado, o incluso la cantidad. Apenas tienes unas tres manchas negras en la mano, y yo tengo una enorme que recorre casi toda mi pierna.

Detrás De Los Muros lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora