Capítulo 6

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Cada vez se va haciendo más de noche y Florencia se va quedando iluminada.
Rodeamos la zona antes de llegar al apartamento y un letrero me llama la atención. Indica los jardines de Bóboli que están a nuestra izquierda.

Desgraciadamente, de noche no se pueden apreciar bien, pero son enormes. Se puede ver la silueta de una fuente con una escultura al lado, un parque donde jugar los más pequeños y un campo lleno de flores. ¡Con lo que me gustan! Será mi sitio favorito para leer libro o para símplemente, observar las preciosas vistas.

-¡Ya estamos! -grita mi padre mientras señala un bloque de pisos.
Y levanto la vista para mirarlos.
-Guau. -musité.- Fue lo primero que me salió mientras observaba con la boca abierta.
No era lo que me esperaba. Es muchísimo más grande de la que vivíamos en Barcelona. Tiene la fachada pintada de un blanco crudo, con elegantes ventanales y una gran puerta principal.

-Es... Es... ¡Impresionante! .-dije casi en un susurro, mientras seguía enbobada.

-Sabíamos que te encantaria.- contesta mi madre apoyando su mano en mi hombro con una gran sonrisa.- Lo eligimos especialmente a tu gusto, renacentista.

-¡Pues espera a que vea el interior! .-le contesta papá dirigiéndose al apartamento.
Comienzan a caminar cuando paro un segundo. La observo de nuevo y bajo la cabeza. Mis padres se acercan cuando ven la situación cuando digo:
-De verdad, gracias. Gracias por todo. -hago una pausa.- Por todo lo que hacéis por mi. Estoy enormemente agradeciada. No tengo palabras. Sois los mejores padres del mundo. Habéis echo que un día cualquiera, sea el mejor de mi vida.
Veo que se miran el uno al otro con una sonrisa tímida, mientras me abrazan fuertemente.
-Gracias a ti, mi amor. No nos cuesta nada hacerte feliz. Ya era hora de convertir tu sueño en realidad. Te lo mereces Sofía. -contesta mamá con una mirada tranquilizadora.
-Te queremos muchísimo. -dice papá.
-Y yo a vosotros. -contesté abrazandoles de nuevo.
-¡Quién llege primero usa la ducha con burbujas! .-grita de repente mi padre dándome un empujón amistoso mientras va corriendo a la puerta.
Nosotras dos lo seguimos riéndonos por las grandes tácticas que tiene papá para animarnos.

Entramos en el salón de la entrada. Es de un rojo burdeos que está armoniósamente convinado con el blanco crudo de la fachada. Los acompaña unos sofás de tela blanca, con mesas rústicas a su alrededor y adornado con un montón de cuadros fascinantes. Siempre había soñado con vivir en un lugar así. Tan único y tan renacentista.

Seguimos andando por el salón hacía el ascensor. Papá clica el botón del 4rt piso, y en un santiamén, las puertas se cierran dejándonos solos con nuestras maletas. El ascensor es blanco también y el espejo va adornado con peculiares pinzeladas en dorado. Todo echo con una gran sutileza.

Se abren las puertas dejandonos en un pasillo espacioso y brillante. Hay muchas puertas pero sigo a mis padres para ver donde es nuestro piso. No cae muy lejos, unas 3 puertas más adelante en la derecha cuando se para mi padre delante de una.
-¡Esta es! 4rt piso número C.- dice papá mientras mete las llaves en la cerradura lentamente, cuando por fin, se abren las puertas. -Bienvenida a nuestro nuevo hogar!

Paso yo primera y de nuevo, por un millón de veces más hoy, me quedo anonadada.
Mamá abre las luces del piso dejándolo con un gran esplandor, mientras camino cautelosamente entre lo que será a partir de hoy, mi casa.
-Que belleza.- digo mientras se me iluminan los ojos.
-Mejor que en fotos Iván.- oigo hablar a mi madre con papá a mis espaldas. -Que bonito.

Es de un suelo blanco brillante, con una gran cocina en mi izquierda con una isla al medio. Es una cocina abierta. Se puede ver desde el salón. Hay dos grandes sofás dando esquina al salón, con una gran tele colgada en la paret. Al lado, un gran ventanal que deja ver a través de sus largas cortinas blancas la luz que alumbra Florencia. A la derecha del salón, un pasillo con habitaciones. Entro en la primera que hace izquierda. Es el baño. Del mismo color que personaliza este bloque de apartamentos; de un blanco marfíl elegante. Hay una gran bañera redonda con dispensores de burbujas a los lados. También hay una ducha con cristales transparentes. Más adelante, está el tocador con el espejo. Observo mi expresión y veo lágrimas recorriendo por mi rostro. Son de felicidad. Y efectivamente, estoy muy feliz.
Cierro la luz y me dirijo a la otra puerta que queda en la izquierda. Es una habitación grande con un balcón que da a los jardines de Boboli. Hay una gran cama de matrimonio con una sábana suave de color salmón, con cojines de su mismo color. En la otra punta de la habitación, un armario blanco.
Está habitación es tal y cómo me la imaginaba en mis sueños.
-Es la tuya. -susurra mamá abrazadome por la espalda cuando me dirijo al balcón.- las vistas son hermosísimas. Por la mañana al despertarte, verás las flores de tantos colores que tiene los jardines de Boboli. Cuándo la vimos, enseguida supimos que era para ti. Sencilla y romántica.
-Es lo más bonito que he visto en mi vida.- susurro mientras sigo observando la fuente del jardín iluminada.
Hay un silencio entre las dos mientras recorremos con la mirada la habitación.

-Ya es tarde cielo. Descansa y mañana ya seguirás viendo la casa. Debes estar muy cansada del todo el día. -Me aparta el pelo de la cara y me sonríe.- Buenas noches, te quiero.
-Y yo mucho más. -sonrio y la beso.
-¡Buenas noches Sofia! ¡Debes recaudar  fuerzas para mañana! .- dice papá desde la puerta de mi habitación.
Me acerco corriendo a él y lo abrazo.

Me dejan sola en la habitación. Me reclino en la cama y me dejo caer. Observo el techo y me lo quedo mirando unos segundos para procesar todo lo vivido hoy.
El avión, Italia, Florencia, el joven del restaurante, el apartamento... Todo es increíble.
Y es entonces, cuando me doy cuenta, de que esta historia solo acaba de comenzar.

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