Capitulo 1

204 8 10
                                    

Tomé las cápsulas del vaso, mirando por la ventana sin objeción alguna, tan solo era mirar perdidamente, a través de los barrotes, como si la cárcel blanca fuera un balcón alzado a la libertad; y era así, era mi libertad.

Levanté la mano dibujando la silueta de las nubes blanquecinas que iban tapando el sol de invierno, sonriendo como una boba, estaba bien, aquello estaba bien para mí.

- Emma,- ni siquiera giré la cabeza para saludarle ni verle, sabía quién era.- ¿tomaste tus cápsulas?- asentí.- ¿Qué miras?- preguntó dirigiendo sus ojos a lo que mis dedos daban trazos.- Un cielo precioso de invierno, ¿no crees?

- Sí,- contesté a Marcus.- precioso y frío.- Me digné a mirarlo, sus facciones varoniles me llamaban la atención desde que ingresé en el lugar, y yo misma solicité que fuese mi enfermero o nunca tomaría la medicación.- Hoy estás muy guapo.- le dije con una sonrisa.

- Mi chica favorita está de nuevo tratando de ligar conmigo.

- No es un ligoteo, es la verdad.

- Emma...- me avisó divertido.- Tengo que atender a más pacientes.

- ¿Vendrás luego?

- Vendré a traerte tu nuevo vaso de narcóticos para que te hagan soñar de noche.

- Quiero soñar contigo de nuevo.

Marcus rió negando.

- Tienes cita con el doctor esta tarde, es posible que Natalia venga a buscarte antes que yo.

- Ella no me gusta, va a por ti porque sabe que me gustas.- estaba segura de que era así.- ¿Cuándo vamos a besarnos?

- Si sigues con esos intentos, voy a tener que ponerme serio en el asunto.- contestó bromeando.- Ve a tu habitación, mira un poco la tele.- me dijo antes de marcharse, poniendo una mano en mi hombro.

Su mano me soltó despacio, dejando la huella de calor que necesitaba para volver a enfrascarme en fantasías ajenas hacia él, algún día sería mío, sin que nadie me dijese qué hacer ni cuándo, si le parecía bien o no. Puede que estuviera loca, pero esa era mi excusa perfecta para alejarme de todo y todos...

No preguntéis nunca por mi familia, es un tabú de muchos para que yo pueda seguir adelante. Nada es sencillo, cuesta comprender como una chica como yo de 35 años, joven, guapa, con una carrera acabada de arqueología, con un puesto en el museo más prestigioso de historia de Nueva York, haya acabado en un psiquiátrico con bonitos barrotes blancos, y además, que esté encantada de estar en él.

¿Cómo sucedió esto?

Mi historia es complicada, mi situación es difícil de entender al igual que mi mente que está siendo tratada, esta vez, de verdad; a veces me río de mí misma pensando en todo lo que me llevó a estar aquí, aunque seguro que tú no te reirías si me comprendieras, pero... ¿sabes? Siempre he sido una incomprendida.

Las nubes terminaron de ocupar todo el cielo, ese edificio en el que estaba ingresada por propia voluntad, era como el de las películas, gigantesco, blanco, de los que pueden aparecer fantasmas locos asesinos. Os aseguro, que no hay nada de eso, y si preguntáis qué hay aquí, os puedo decir que lo que es, locos y enfermeros, los médicos están tan locos como nosotros para aguantarnos, os lo aseguro. Y no, no me he encontrado con ningún auxiliar o lo que sea que trabaje aquí que quiera aprovecharse de mí, ojalá... lo tentaría hasta que me llevase a la cama y me hiciese gritar de placer, porque lo necesitaba como una droga... no, no penséis que soy ninfómana, no lo soy, sólo es que llevo mucho tiempo sola, sin un hombre, lo que me llevó a una horrible depresión y un doble cambio de personalidad que ni yo misma sabía que tenía... sólo algunas amigas, las que me veían desde fuera, sin involucrarse en nada que no fuera darme un ánimo hasta que les fallaba.

IncomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora