Capítulo 2

71 6 7
                                    



OBRA REGISTRADA Nº 1604177249317

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS




La verdad que nunca había tomado café solo. Pero quería ser diferente, ese doctor me hacía sentirme diferente.

Eché tres cucharadas de azúcar y lo removí procurando no mirarle, si lo hacía estaba segura de que me pondría tan nerviosa que no podría decir ni una palabra. Y por Dios que quería hacerlo, ese hombre me ponía a mil. Lo dicho, llevaba demasiado tiempo sin un polvo, era eso, no podía ser otra cosa. Y soñar con Marcus teniendo ese espécimen delante de mí en esos momentos... Sacudí la cabeza.

Un pequeño ruido sobre la mesa me hizo levantar la vista.

- Es una grabadora.- me explicó sentándose a mi lado.

- ¿Va a grabar cada palabra que diga?

- Por supuesto, es el protocolo de siempre.

- Creí que no sería el de siempre, era por ello que estaba dispuesta a hablar con usted desde el principio.

- Demuéstrame que estabas en lo cierto.- me dijo con una pícara sonrisa.

Lo miré seria, quería algo a cambio.

- ¿Y qué obtendré?

- ¿Un pequeño festín estará bien?

Sonreí traviesa.

- ¿Va a comerme el coño? ¿Tan pronto?

Oliver se cruzó de piernas, mirándome en gesto juguetón.

- Primero tendré que hacer algunos preliminares, dependerá de tu historia.

Suspiré consternada.

- ¿Y si no?

- Ya lo sabes.- respondió con esa sonrisa sarcástica.- ¿Y bien?

Removí el café dando un trago despacio, aún estaba caliente. Lo dejé sobre la mesa y seguí removiendo sin mirarle.

- Solo era una niña cuando mis padres empezaron a consentirme con todo.

- Eso es muy propio de los padres.

- Sí, no puedo decir que mi infancia haya sido mala. Tenía todo lo que quería, el problema sucedió cuando comencé a salir. Esa época de la adolescencia... ya me entiende.

- ¿No sabías lo que querías?- Reí.- ¿Lo sabías?

- Sabía que quería divertirme. Como cualquier adolescente de trece años.- Suspiré.- Pero mi madre dijo que también había responsabilidades y que debía sacarme mis estudios.

- Lógico. Hoy en día es lo que todo padre puede exigir a sus hijos por su propio futuro.- puso la grabadora.- ¿Qué tal si comenzamos desde ahí?

Asentí.

"- Estaba ya en el instituto, los estudios habían comenzado. Mi mejor amiga era una vecina, Sophie.

- ¿Cómo era Sophie?

- Normalita. Creo que es la única con la que puedo seguir hablando a día de hoy y que no me ha abandonado.

- Prosigue.

- Esta bien, ella era morena, con el pelo largo, muy inteligente y segura de lo quería. Tan era así, que cuando salíamos juntas, siempre era el centro de atención. Como eso era habitual, se nos acercaban los chicos, a veces mayores que nosotras. A ella le gustaban que fueran mayores, al menos un par de años. Y se puso novia, antes que yo, tuvo mucha suerte en ese sentido.

IncomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora