Capítulo 4

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- Bien, Emma, cierra los ojos, relájate, debemos continuar por donde lo dejamos el otro día.

La imagen de Little Pony en el baño devorándome tan sólo para darse un festín, me invadió provocándome un escalofrío placentero. Si así iba a cobrarse más de esas cositas, no me importaba.

Abrí mis ojos mirándole.

- Lo siento, no puedo concentrarme, doctor.

- Oliver, para ti, ya lo sabes.- me dijo dulce sentándose frente a mí.- ¿Qué sucede?

- Nada inusual.- mentí descaradamente devolviéndole la sonrisa, tan sólo había conseguido una parte de mis ansiados deseos, ahí tenía delante la otra parte, mi nuevo doctor.- Sólo que tendrá que recordarme un poco.

Abrió su libreta de anotaciones, leyó hasta que se quedó satisfecho y me miró nuevamente.

- Nos quedamos con que habías vengado a tu amiga de un novio mentiroso.

- Ah, cierto.- me alegraba que lo hubiese entendido, ni yo misma lo hubiese resumido mejor.- Después de terminar el grado medio, hice dos del superior y los dos últimos fuera. Entré en la Julliard, es una pasada de escuela de arte.

- No lo dudo. Nueva York tiene todas las facetas de ser increíble. No sería extraño que su escuela también lo fuese.- Se dejó caer en el sofá.- Y dime, ¿todo fue bien allí?

- Estaba algo lejos de casa...

- Nunca mencionas tu ciudad.

- No quiero hacerlo.- contesté de inmediato.- ¿Para qué mencionar algo que odias?

- ¿Por qué? ¿Qué te hizo?

- Para empezar, están mis padres, mi madre más exactamente.- Debería seguir pensando en Little Pony en vez de dejarme llevar por las sombras que me devoraban cada vez que pensaba en esa mujer que tenía el título nobiliario de ser mi madre.- No es algo que me guste recordar.

Hubo un rato de silencio. Noté cómo él debía estar mirándome atentamente. Una mano se puso sobre mi rodilla, tapada ligeramente con la falda de flores. Levanté mi vista hacia él.

- Tenemos que recordar, Emma. No importa el no decir el nombre de la ciudad; pero sí debes decirme todo lo que te rodea, sobre todo si estaba vivo.- Lo miré fría, su mano se movió despacio hacia arriba de mi pierna... Mis ojos se agrandaron sin detenerle.- Prometo recompensarte.

Quitó su mano de mi muslo, me mordí el labio excitada, curiosa por lo que sería dicha recompensa. Tomé aire, no iba a dejar que él viera cuanto poder tenía en mí con una sola caricia.

- Los dos últimos años, lo pasé genial, los jueves hacían fiestas, me había ido a la capital a terminar esa etapa de estudio ya que allí me daban más puntos para ir a la Julliard o donde me propusiera.

- Para entrar a esa escuela debes ser muy buena, Emma.

Sonreí cruzando mis piernas.

- Acertó, doctor, soy buena.- Lo era de verdad, entré por mis propios medios, me gustaba y se me daba de maravilla la pintura.- ¿Lo duda?

- No.- sonrió, pulsó el botón de la grabadora y volvió a dejarse caer en el respaldo del sofá frente a mí.- Te escucho.

- "Mis padres no son pobres, mi madre no necesita trabajar porque mi padre es director de una franquicia de comestibles. No le diré cual, pero sí puedo decirle que vivíamos en la gloria, no me ha faltado nunca de nada y tenido todos los caprichos que un adolescente pueda desear. El capricho de ese momento fue vivir en la capital del estado, no sola, fue lo único que no me permitieron, con una compañera de piso, pero estaba fuera de su alcance.

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