Este sentimiento me abruma, me pesa en el alma, ¿Quién ha encendido ese fuego en mí que sólo me está quemando?
Los días siguen su laborioso curso mientras el fuego me sigue carcomiendo tal un cigarrillo en los labios de un fumador.
Abro los ojos y miro la realidad, todos están ardiendo, pareciera un incendio individual. Pero a ellos no parece afectarles como a mí. ¿Es que acaso existe una inmunidad ante esto?
Mi mente colapsa haciéndome sentir desdichadamente más enfermo, tantos ojos se posan en mi esperando la hora de que el último suspiro sea dado.
El fuego comienza a descender y cuando creo que por fin será apagado apareces. ¿La piedad no está en tus planes? El calor asciende tantos grados más que la miseria de mi ser no lo soporta, ¿Acaso no sería mejor morir a seguir con tan cruel castigo?
He ahí, cuando el fuego quema tanto que todo es carbonizado, espero paciente la hora de mi partida pero entre esa fila de ojos que con expectación impaciente me miran, tus ojos se clavan en mí y como una ráfaga de viento me atraviesas, todos los restos desaparecen y nuevas emociones comienzan su crecimiento cautivadas. Dime, ¿Es esto el amor?