Capítulo 2

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Ya ha llegado el gran día, el cielo está nublado, con pinta de que en cualquier momento empezará a llover.
-¡Menudo tiempo tan bueno hace hoy!- digo irónicamente dirigiéndome a Roger.
- Sí, me encanta, ¡Genial para perderse en el bosque!- me responde riéndose.
- Bueno, voy a prepararme. Deberías hacer lo mismo.
- Tienes razón. Nos vemos luego.
Subo las escaleras y me meto en mi habitación.
- Vale, ¿que se supone que me tengo que poner para perderme en el bosque?- dije para misma.
Al cabo de un rato mirando lo que hay en mi armario (que por cierto no es gran cosa). Me decidí por unos vaqueros azules con una camiseta lisa de tirantes en color negro, encima me puse una camiseta de manga media de un bonito color blanco y encima de eso mi plumas en color verde militar (ya se que es mucha ropa, pero nunca se sabe el frio que puede hacer). Estaba a punto de bajar e irme cuando casi se me olvida ponerme los zapatos, así que me pongo unas zapatillas blanca y negras (por cierto, que son mis favoritas) y cojo la chapa
que me dió Garried  y me la pongo. Entonces me doy cuenta de que hay una especie de panel en la parte de atrás con forma de huella. La curiosidad me mataba así que decidí poner sobre él el dedo pulgar. Para mi sorpresa, se asomó la hoja de una navaja y casi me pincho con ella.
- Gracias Garried, esto me será muy útil- pensé en voz alta.
Por fin estaba lista para irme, asi que cogí la muñeca de mi infancia y bajé a la cocina, cogí una manzana y al girarme me encontré con un tío de la antigua mili. Ah, no, espera, que es Roger.
- ¡Pero que llevas! No vas a la mili.- dije riéndome de él.
- Ni tu a un pase de modelos.
- Yo no voy a un pase de modelos.
- Ni yo a la mili.
- Hay dios mío, da igual- digo mientras pongo los ojos en blanco.
- Pues venga, vámonos.
          *                *                 *
Ya estamos aquí. A las puertas de la Muralla. Con los guardias, con Colin y con su guapísimo hijo Aaron, tiene más o menos mi edad, es rubio con los ojos negros y estoy localmente enamorada de él. Es un chico servicial y muy humilde y siempre va bien vestido y bien peinado. De verdad, muero de amor. Pero debo admitir que no he estado más nerviosa en toda mi vida, así que creo que ya es hora de que deje de pensar en Aaron y empiece a concentrarme y pensar en lo que estoy a punto de hacer.

Acaban de abrir las puertas de la Muralla y hay una especie de túnel que está completamente a oscuras a excepción de un pequeño punto de luz al final de este. Roger y yo nos miramos, nos cogemos de las manos y entramos en el misterioso túnel. Al momento nos encontrabamos en el final, en un amplio claro que debía ser el centro del bosque. Me giré, pero el túnel había desaparecido. Y aquí estábamos solamente mi hermano, el claro, doce caminos alrededor del mismo y yo.
-Aquí es dónde nuestros caminos se separan- me dice Roger con los ojos llorosos y la voz ahogada.
Aunque sea mi hermano y nos peleemos muchísimo en el fondo le quiero y se que él a mí también. Yo solo asiento con la cabeza ya que sé que cuando lloro no es que tenga mucha voz. Nos damos un abrazo enorme.
-Todo va a salir bien- me susurra al oído.
Y cada uno escogió un camino.

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