Capítulo 3

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Apenas veía nada. Todo estaba demasiado oscuro. Lo único que podía iluminar el camino eran unos pequeños puntitos de luz que entraban entre las hojas de los millones de árboles inmesos que ocultaban el cielo. Eran árboles exóticos, jamás había visto ningunos similares. Hojas azuladas con las puntas en un color rojo carmesí intenso, el troco era completamente negro carbón, algunos llevaban cortes abstractos, otros, palabras en un idioma de símbolos que nunca había visto pero, para mi sorpresa, podía entenderlo. En la mayoría las palabras eran de auxilio, como "socorro", "salvadme" o frases similares, los símbolos eran figuras muy geométricas en su totalidad, estas se combinaban de maneran que daban letras, las letras se combinaban para dar palabras y las palabras para dar frases, cuando pasaba la mano por encima de aquellos grabados, estos se lucían de un color rojo intenso. Al final de cada frase había una flecha indicando a otro árbol, seguí el rastro hasta una gran cueva, fui apuntando en un trozo de madera y con una piedra afilada todas las palabras, frases o letras de los áboles que me guiaron hacia allí: SOCORRO, SIGUE, NO TE DETENGAS, NO DES UN PASO MÁS, MUERTE. Palabras bastante contradictorias para mi gusto, pero yo decidí seguir mi camino, de todas maneras no tenía nada mejor que hacer. Intenté entrar en la cueva pero no podía, algo, no sé, me lo impedía. Vi un cartel de madera tallada a un lado se la entrada, "a la cueva de los nueve demonios debes acceder, para ello algo muy valioso deber perder" y justo debajo había una pequeña plataforma con números parecidos a los que tenia en el peso de mi cocina con un cero. Supuse que debía depositar en aquella elevación, cogí una pequeña piedra y la coloqué. El marcador seguía apuntamdo cero, cogí la piedra más grande que pude encontrar. Nada. Dejé mi zapato, ahora ponía 12 parecia que no era sufiente, coloqué el otro, seguía en 12. Empecé a creer que no valía con algo superficical, sino que debía de importarme de verdad. Entonces caí. La muñeca.  Rápidamente quité los zapatos de la báscula, la saqué de mi bolsillo y la puse. Ahora en el marcador aparecía 156. Parecía suficiente. De repente pude ver una pequeña luz que procedía de aquella cueva. Entré. Ya no estaba aquella extraña fuerza que antes me lo impedía. Seguí avanzando, en busca de esa luz, cada vez era mas brillante, pero cuando parecía que la iba a encontrar, empecé a percibir un olor bastante raro, una mezcla entre flores silvestres y miel, vi una silueta de lo que parecía un lagarto, supongo que mediría unos tres metros y estaba a dos patas, su color era morado y sus brillantes ojos amarillos se posaron en mí. Entonces recordé: "a la cueva de los nueve demonios...". Primer demonio. Aquel olor empezaba a secarme la garganta burscamente, no sabía por qué, pues el olor era agradable pero muy extraño, me la secó de tal manera que me dio una sed desgarradora, parecía que cada vez que inspiraba, algo se me estuviera muriendo por dentro, intenté salir de aquel lugar pero no conseguía encontrar la salida, entonces empecé a buscar agua como loca, en el suelo, en las paredes, rompiendo piedras incluso, nada, ni un charquito, me quería morir, no podía respirar, veía cada vez más borroso, me costaba hasta manterner el elequilibrio,  por si no pudiera ir peor, aquel demonio se me iba acercando cada vez más, entoces me fijé en él. En su frente escamada pude leer la palabra "FITORU". Supuse que aquel era su nombre. Intenté defenderme pero antes de que pudiera hacer nada, caí en el suelo con un golpe seco y todo se convirtió en negro.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2017 ⏰

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