II

67 10 0
                                    

Cuando aquel jueves a mediados de noviembre recibió su diploma, sintió que su corazón rebosaba de felicidad. En tres días estaría alejándose de la casa de su madre y de este lugar en el cual no aguantaba vivir. 

Nunca entendería el por qué del comportamiento de las personas. Todas sus acciones eran tan contradictorias: Hablaban de sociedad, comunidad y ética pero todo lo que hacían contradecía aquellos principios de manera casi implacable. No entendía la cultura de su época, no entendía el por qué el verse bien era una necesidad casi básica y desde qué momento las personas se habían preocupado más por cultivar su cuerpo y no su alma pero, lo que más le molestaba era que lo odiaran por no creer en aquello. Lo que más le molestaba era lo que le costaba salir del sistema y sus costumbres. 

Aveces se cuestionaba si ser diferente era posible. 

Se esforzó por aparentar felicidad cuando su madre y su estúpido (y supuesto) padrastro decidieron llevarlo a un restaurante para celebrar su graduación.

La verdad, solo podía pensar en lo mucho que deseaba ir por Janis al taller y sentir el aire de la carretera chocando contra su cara mientras la música amenazaba con estallar los vidrios de la camioneta gracias al volumen con el que salía de la radio. 

Por un momento esperó arrepentirse de su decisión. Por un momento esperó sentir melancolía o nostalgia pero nada llegó a él. Nada. Lo único que llegó a él fue una impaciencia abismal y una extraña necesidad de hacer un inventario mental de todo el equipaje que había estado preparado a lo largo de la semana a escondidas de su madre. 

Fue un domingo de noviembre cuando, aprovechando que su madre no estaba en casa, pasó al taller de Bob por la camioneta de su padre: se suponía que ahora era prácticamente imposible que se dañara y, además, cada rincón del vehículo estaba perfecto. Ahora, no era de color naranja y blanco ni tenía todos los dibujos que su madre y su padre le habían hecho en sus años de juventud. El recién aplicado color negro hacía que la camioneta Volkswagen se viera recién comprada y el pulcro color blanco resaltaba aquel efecto. Los detalles del auto que estaban hechos en metal brillaban gracias a haber sido pulidos y los vidrios estaban impecables. 

"Y, ¿te gusta, Calum?" Dijo Bob dando una palmada en su hombro mientras sonreía "A tu padre le hubiera encantado." 

Hood sonrió con nostalgia y abrazó al mecánico (y viejo amigo de la familia) "Es perfecta. Gracias Bobby. No pude haber pedido más." 

"Pero, ¿Estás seguro de que tu mamá te dejará conducir esto? Sabes cómo es..." 

El adolescente se tensó un poco y negó con la cabeza "Ya soy mayor de edad... Tendrá que entenderlo." 

Bob sonrió y lo abrazó con más fuerza "Úsala con cuidado." 

Descolgó la llave que colgaba de la cadena en su cuello y entró en la camioneta. Cuando estuvo acomodado en el asiento del piloto encendió el auto y, a una velocidad no ta prudente, se dirigió al garaje de la casa de su madre. 

Lo primero que hizo cuando Janis estuvo en el estacionamientos fue abrir todas su puertas y correr a su habitación. Abrió sus valijas y metió algunas prendas de ropa en ellas antes de volver a cerrarlas y bajar las escaleras a velocidad alarmante para meterlas en el gran compartimento de la camioneta. Hizo varios viajes bajo las mismas circunstancias bajando cajas que contenían sus demás pertenencias (dejando un espacio en el centro de la camioneta lo suficientemente grande como para que el colchón y colchoneta de su cuarto tuvieran espacio para encajar):cajas de cartón y plástico llenas de ropa de cama, cd's y libros, posters y algunos muebles pequeños de su habitación. Por último, empaco algunas ultimas cosas algo delicadas como para ir con el resto del equipaje en una pequeña caja y tomó todo el dinero que había escondido en su mesa durante casi un año y medio (además de los dos cochinitos que contenían los ahorros de toda su vida). Todo esto lo puso en la parte delantera del auto y cerró con mucho cuidado el compartimento de Janis antes de recordar que había olvidado algo. 

Tomó una de las cajas que había puesto al inicio de la semana en la estantería más alta del garaje: los vinilos de su padre. Sonrió con nostalgia y dejó la caja junto a las demás (dentro de Janis) antes de volver a la cabina de la camioneta y, al estar sentado, poner seguro a todas las puertas. 

Por alguna extraña razón, dudó un poco. pero luego sacó un pedazo de papel que siempre guardaba dentro del bolsillo delantero de su pantalón. Era una hoja de cuaderno con solo dos líneas escritas por su padre: 

"Querido Calum: 

Solo te pueden hacer daño si les concedes el derecho de hacerlo. No cedas. Nunca."

No se cuestionó nada más mientras arrancaba a Janis, huyendo de lo que se supone, era su hogar.

No se molestó por mirar atrás. 

___________________________________________

Okay, primero que todo quiero comunicarles algunas cosas: 

1. Creo que todos lo capítulos de esto van a ser así de cortos, aunque puede haber excepciones. No creo que tenga más de treinta partes y espero actualizar muy seguido (para salir de esto porque no se supone que deba estar subiendo esto cuando tengo otros proyectos pendientes). 

2. Creo que aquí, de una u otra forma, hay un cambio en mi "estilo" de escritura. Espero no les moleste. 

3. Realmente, no siento que esto tenga un punto y, realmente estoy segura de que no es lo mejor que he hecho ni subido a wattpad pero si aún así les interesa, están totalmente bienvenida/os a leerlo solo, no esperen demasiado. Ni siquiera yo sé para donde va esto pero HEY. 

Nos leemos pronto, -Valeria♥.

The Reckless And The Brave (cake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora