Capitulo #2

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            Desperté sumamente temprano, el sol brillaba como nunca, y no, los vampiros no mueren por el sol, puede que moleste un poco pero no nos mata.

            Me vestí con el uniforme de la escuela que consistía en una falda negra de cuadros que me llegaba cinco dedos arriba de la rodilla, una camisa blanca de botones, un chaleco igual que la falda y una corbata roja.

            Mi cabello lo deje suelto con sus ondas perfectas, de color negro con mechas rojas. De decoración un pequeño lazo rojo. De accesorios opte por unas pulseras negras con estrellas plata. Me coloque las medias blancas que llegaban un poco más abajo de mi rodilla y los zapatos escolares negros.

            Bajé a la segunda planta y me encontré con Mayze y Damian. Los dos en la mesa del comedor desayunando. Me dirigí a la cocina y tomé un plato hondo, una cuchara, el cereal y la leche (no solo nos alimentamos de sangre, de vez en cuando cazamos para poder sobrevivir, pero igual comemos comida humana). Me dirigí al comedor y comí mi desayuno. Damian y Mayze ya se habían vestido, solo faltaba que me terminara el desayuno para irnos.

-    Willow, sé que aún no estás del todo preparada, pero sé que podrás contenerte a tu primer día conviviendo con humanos- Mamá apareció detrás de mi rodeándome con sus brazos.

-    Tranquila mamá, Damian y yo la ayudaremos y si ocurriese algo, la sacaremos de allí-. Agradecí con la mirada a Mayze.

-    Gracias Mayze, también tengan cuidado ustedes dos -. Mamá nos besó la frente a los tres y salimos de la casa.

            Salimos con nuestra súper velocidad hacia la carretera principal, allí se encontraba un auto color negro, Damian entro como piloto, Mayze de copiloto y yo tuve que irme en el asiento trasero. La escuela no quedaba demasiado lejos así que llegamos rápido.

            Al momento de poner un pie fuera del auto, un exquisito olor entro por mis fosas nasales. Sangre. Y no cualquier tipo de sangre, esta es la más exquisita de todas; humana o eso decían mis primos. Ellos eran adictos a ella desde los 18, ya saben, hormonas.

Podía escuchar perfectamente el palpitar de cada corazón de cada persona que pasaba por mi lado.

-    Nos vemos a la salida chicos- hice un gesto con la mano para despedirme de mis hermanos y entre oficialmente a la escuela.

            Contuve un poco la respiración, había demasiados humanos, demasiados corazones bombeando exquisita sangre. Con mi mayor esfuerzo camine hacia la dirección. Se me hacía un poco difícil hacer que mis colmillos no salieran, es decir, imagínense su plato favorito. Ahora piensen que lo tienen en frente pero no pueden comer de él, se les saldrá la baba ¿verdad? Pues así me siento yo en este momento.

            Llegue a la puerta de la dirección y tome el picaporte y lo gire, haciendo que la puerta se abriera dejando que el poco aire acondicionado que se hallaba adentro saliera.

-    ¿Qué desea señorita? - una mujer de unos 29 años sentada detrás de un escritorio lleno de papeles perfectamente acomodados me hablo.

-    Vengo a buscar mi horario y numero de casillero- cerré la puerta tras de mí y me acerqué a ella.

-    Oh, claro. Debes ser la Srta. Young- busco tres carpetas que al parecer eran las de mis hermanos y la mía- ¿Mayze o Willow?

-    Willow- respondí, ella me extendió uno de los cartapacios y lo tomé.

-    Bienvenida a Harvard Srta. Young, esperamos que le guste nuestra escuela.  A la 1:20 el director dará una reunión con los estudiantes. Su horario y numero de casillero esta en ese cartapacio-

-    Muchas gracias- hice un gesto con la mano y salí de allí.

            Ya fuera, pude exhalar todo el aire que había contenido. Me tendré que acostumbrar a esto, aunque es tolerable para mí. Tomé el cartapacio entre mis manos y lo abrí, vi mi horario de clases y las primeras tres clases eran: biología, historia y lenguaje. Luego era el receso; por ultimo las últimas tres clases: Matemáticas, artes e inglés.

            Levante el papel por una de las esquinas y detrás había otro, un mapa de la escuela. Detrás de ese, el número de casillero y una lista de los libros que debía tener. Me dirigí a mi casillero que era el número 156, caminé por los largos pasillos de la universidad mirando los casilleros para poder encontrar mi número.

-    Ciento cincuenta y tres... ciento cincuenta y cinco, aquí es- tome el candado y lo abrí, deje el cartapacio y algunos de los libros que no necesitaría en la mañana.

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