Sala Común

5 3 0
                                        


Organizamos un poco nuestras cosas, y nos mandaron bajar a todos y todas a la sala común, para conocernos mejor. Una vez juntos, pude calcular a ojo que eramos unos 300 chavales, ilusionados, como nosotros. 

Jugamos a una especie de juego, que consistía en pasarnos una pelota, e ir diciendo nuestro nombre. Me llegó a mi, respondí algo nervioso, y la pase, mas bien a voleo, pero le cayo a una chica, rubia, de mi edad mas o menos, alta, guapa a mas no poder... Nuestras miradas se cruzaron, y ella soltó una pequeña risa tímida. Mi corazón empezó a latir rápido. Dirán, buaa, esto es como cualquier historia de amor, se ven, se gustan, se enamoran... Pues no queridos lectores, para nada es así.

Su nombre era Celia y era de otro pueblo de Madrid Este. 

Terminado el juego, fuimos a cenar, mis amigos y yo, inseparables siempre; y durante la cena, mi mirada, como si fuera un acto reflejo, buscaba a esa chica, cuyo nombre, para mi propia gracia, no recordaba. La localice, en silencio, ya que mis amigos no sabían lo que sucedía; y estando mas pendiente de ella, de sus movimientos que de la propia cena, me miró. Nuestras miradas se volvieron a cruzar, pero... Tonto de mi la aparte, ni un guiño, ni una sonrisa, nada. La aparté. Así sucedió repetidas veces. ¡Ella me miraba! No podía estas mas contento.

La Nieve DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora