-Adela, ¿quieres que te ayude en la cocina?-le preguntó María desde el sofá.
-No tranquila, estoy acabando.-le respondió mientras lavaba los últimos platos.
La casa de Adela era enorme. Su familia tenía dinero, y compraron varias casas como esta por toda España. María estaba sentada en el sofá con su hija, y Fermín estaba frente la chimenea en un sillón.
-Oye Fermín, ¿cómo conociste a Adela?-le pregunto su hermana.
-Cuando nuestro padre murió, tú te fuiste con Javier a tu pueblo, pero yo vine unos días por aquí cerca a trabajar como cartero y aquí la conocí.-le respondió Fermín.
María se levantó del sillón y estiró los brazos. Se acercó a la puerta del balcón y la abrió. Salió afuera y observó el pueblo. No se escuchaba ningún ruido, solo el viento y las voces de la gente que paseaba. María pensaba que todos los pueblos de España estaban como su pueblo, pero no, en este se respiraba tranquilidad y soledad.
-Pronto tendremos que ir a la pequeña casa que nos dijo Adela.-informó Fermín.
-¿Es como esta casa?-preguntó Amaia animada.
Fermín rió.
-Algo más pequeña.-le respondió su tío.
Adela salió de la cocina con una bandeja con cuatro tazas. Repartió dos llenas de café a Fermín y María, y le dio otra llena de chocolate caliente a Amaia. Dieron las gracias y todos se sentaron en el sofá. Era un sofá cómodo, olía a limpio y era de cuero.
-En media hora llega el carro que os llevará a vuestra nueva casa.-dijo Adela.
-Muchas gracias por todo, estamos muy agradecidos.-le respondió María poniendo su mano en la de Adela.
-Es lo mínimo que podía hacer por vosotros.-le dijo sonriente.
-Oye, ¿os habéis casado ya?-le preguntó María.
-No, la cosa está muy difícil, nos queremos casar por lo civil y en esta época... ya sabes...-le dijo su hermano.
Alguien tocó la puerta. Adela se levantó y fue a ver quien era.
-¡Anda! Ya han venido.-dijo.
Salieron de la casa y se montaron en el carro que lo conducía un joven muchacho. Unos minutos más tarde, llegaron a una casa que se encontraba entre varios arboles. Era una casa muy lujosa, un gran salón, una cocina ancha, y varias habitaciones.
-¡Es muy bonita!-gritó Amaia contenta.
Entraron en la casa y vieron que no hacía falta limpiar, estaba todo ordenado y limpio.
...
-¡Elizondo! ¡Dale mejor a la pala!-gritó un guardia.
Iñaki estaba agotado. Se le veía en los ojos que no había dormido en días, ni comido. Estaba mucho más delgado y le costaba mantener los ojos abiertos.
Las horas de trabajo acabaron y Iñaki volvió a su celda. Miró por el agujero y no vio a Julián, llevaba días sin aparecer. Se tumbó en el frío colchón y cerró los ojos.
Unos gritos lo despertaron. Era de noche, y Iñaki se acercó a la puerta para ver que pasaba. Vio que traían de vuelta a Julián. Se tumbó rápidamente en el colchón y se hizo el dormido. Al oír que los guardias se iban, se dirigió al agujero. Puso el ojo en él y vio que Julián intentaba tumbarse en el colchón. Tenía la cara llena de moratones y heridas.
-Julián.-le llamó.
-Duérmete...-le dijo.
-¿Qué te han hecho?-le preguntó Iñaki mientras observaba las heridas.
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ALMAS EN GUERRA
Historical FictionAño 1936, España. La Guerra Civil acaba de comenzar, una guerra llena de agresividad, violencia y sufrimiento; repleto de sangre y pena de muerte. Es una época fría, la gente sobrevive, pero también muere, asesinados, o de hambre.