"29 de diciembre"

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Alguien golpeó los barrotes de la puerta de la celda de Iñaki.

-El desayuno.-dijo una voz.

Iñaki, después de rascarse los ojos, miró a la puerta y vio que alguien había metido una bandeja en la puerta. Estaba hambriento, y al ver que en la bandeja había comida, corrió a cogerlo. 

-Un cacho de pan y un vaso de agua, para desayunar.-dijo en voz baja.

-Es lo que hay...todas las mañanas he estado comiendo esto.-dijo alguien.

Iñaki levantó la vista para ver quién le había hablado, pero no encontraba a nadie.

-Tranquilo, no me vas a ver-dijo la voz-soy tu compañero de la celda de al lado.

Iñaki miró a la pared, y vio que había un pequeño agujero. Se acercó, y puso el ojo en el agujero para ver que había en el otro lado. Encontró un hombre, de unos 50 años, mirándole.

-Soy Julián. Llevo 5 años metido aquí. Se supone porque he matado a cinco hombres en mi casa, mentira. Ellos ven que eres comunista, y se inventan cualquier cosa para meterte aquí. Bueno, ¿Y tu? ¿Cómo te llamas?-dijo.

-Soy Iñaki, tengo 19 años. Y llevo pocos días aquí, llevaré como un mes. Y la verdad, es que no sé por que estoy metido aquí.-le respondió Iñaki.

Julián rió, se sacó un cigarrillo del bolsillo, se acercó a su ventana y se lo prendió con un mechero de metal, que tenía algo algo gravado en la parte superior, algo que Iñaki no lograba verlo.

-¿Se puede fumar?-dudó Iñaki.

-No, pero a esta hora los guardias siempre se van a desayunar. En estos pocos minutos, puedes hacer lo que te da la gana.-le respondió.

Iñaki se sentó al lado de la ventana, y miro fuera. Hoy era un día soleado, no había ninguna nube. El mar estaba tranquilo, y se podía ver que por las calles de San Sebastian andaba mucha gente.

Pasaron varias horas, e Iñaki se encontraba metido en la furgoneta para ir a hacer el puente de Irún, como cada mañana. Llegaron, le dieron a cada uno una pica, y los dejaron trabajar bajo el sol.

Mientras daba golpes con la pica, Iñaki tuvo una idea. Miró al rededor, para comprobar si había guardias, y solo encontró a tres, con un rifle cada uno. Iñaki pensó que tenía que hacer un plan. Un plan para escaparse de allí.

-Elizondo.-le saludó Julián con una sonrisa.

-Hola.-le respondió.

-¿Te gusta?-le preguntó a Iñaki.

-¿Si me gusta? ¿El qué?-dudó Iñaki.

-Esto. La cárcel.-le dijo.

-¿Cómo me va a gustar esto? Es un infierno.-le respondió el chico.

Julián rió.

-¿Tienes familia?-le preguntó.

-Si, tengo una madre, una hermana y un tío. Viven un poco lejos.-le informó Iñaki.

-Que suerte tienes. Yo no tengo nada, ni familia, ni amigos, ni nada...-le dijo mirando al mar.

-Lo siento.-le dijo Iñaki.

-¡Que coño lo siento! ¡Fueron estos cabrones los que mataron a todos!-gritó.

-Ssssht, te van a oír.-le susurró Iñaki.

-Llevo días mirándote mientras haces cosas, y veo que tienes algo planeado.-le dijo Julián.

-No es que lo tenga planeado pero...tengo alguna idea...-le respondió Iñaki.

ALMAS EN GUERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora