29. Desafío

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Las horas transcienden y la noche se apodera de todo Polis. Numerosas hogueras y antorchas han sido encendidas y desplegadas por todo el gigantesco asentamiento donde la celebración continuaba teniendo lugar.

La comida y la bebida no han parado de colmar las mesas sin descanso a pesar de las horas que han transcurrido desde el comienzo de la celebración.

Ahora que la luna ha ascendido llenando poderosamente con su luz toda la capital coronando el cielo, Roan y Lexa se ponen en pie descendiendo por la solemne pasarela en silencio quedando a los pies de esta.

El cadencioso sonido de los tambores cambia súbitamente y las miradas de la multitud se dirigen a ellos en el frente.

Indra se abre paso entre los trikrus y Ontari se abre paso entre los azgedakru aproximandose a ellos. Ambas desenvainando sus largas y afiladas espadas al cruzarse en el camino la una de la otra, quedando al llegar a ellos Indra frente a Roan y Ontari frente a Lexa.

Un instante de tensión que hizo que muchos contuviesen el aliento.

Roan y Lexa que endurecieron firmemente su mirada extendieron las manos al mismo tiempo con las palmas hacia arriba, incluyendo las heridas. Las magnificas y labradas espadas regalo de ambos pueblos a los contrayentes fueron posadas pesadamente sobre ellas y con una inclinación de cabeza a modo de reverencia, Indra y Ontari se agacharon hendiendo la rodilla en tierra en señal de respeto sin apartar sus peligrosos ojos de los de ellos.

Roan y Lexa enfrentaron impavidos sus miradas y desviaron la vista hacia sus manos contemplando las espadas en silencio antes de inclinar la cabeza con complacencia. A Lexa la impotencia le atenazo el estomago de ver como una de sus más leales, orgullosas y fieras guerreras se veía sometida al que hasta ahora había sido su mayor enemigo, la Nación del Hielo.

Tras unos segundos ambas se alzaron en su lugar y marcharon para ocupar de nuevo sus puestos.

Lexa y Roan las levantaron por encima de su cabeza para presentarlas a sus pueblos antes de dar media vuelta acercandose al altar en paralelo ofreciendolas a las dos arcas llenas de nieve y tierra situadas bajo los altos estandartes representativos de cada uno de sus pueblos. Depositandolas sobre ellas, dieron media vuelta regresando al lugar de antes para enfrentar las ahora no Doce, sino Trece Bendiciones, una por cada clan.

Destacados representantes entre ellos los embajadores de los clanes trikrus, floundunkru, azgedakru, sangedakru, podakru, delfikru, trishanakru, ingranronakru, ouskejonkru, louwoda klironkru, boudalankru, yujledakru y por último pero no menos importante, skykru comenzaron a desfilar por la alargada alfombra comenzando a depositar ante ellos agazajos, regalos y ornamentos típicos de cada región. Lo más destacado eran las Tres Vasijas.

Tres miembros elegidos por sus honorables cualidades de cada clan portaban tres ceremoniales vasijas que debían ofrecer a los desposados antes de ponerlas a los pies del sagrado altar ante las llenas arcas.

El primero de ellos debía contener agua, el agua representaba la vida y la sabiduría. La larga y prospera vida que el clan deseaba para cada uno de ellos. El segundo contenía leche, símbolo de fertilidad y riqueza. Toda aquella la cual deseaban para sus hijos y los hijos de sus hijos a lo largo de la vida. El tercero a rebosar de sangre, la sangre de sus enemigos los cuáles verían caer una y otra vez ante ellos. La sangre representante de expiación y muerte.

La consagración ante la Coalición legitimaba a ambos a tomar el mando de Trigedakru y de Azgeda, aunque este último al tener reina regente con mayor ambigüedad. La única satisfacción que tuvo Lexa con todo esto es volver a ver a Nia arrodillarse ante ella a pesar de la escondida y pérfida sonrisa que en su cara desprendía al contemplarla desde su posición. La mirada gélida de Heda, atravesó los ojos de la glacial reina intuyendo cuánto estaba disfrutando con todo eso y su mirada se acorazó aún más.

A Nia no le importó arrodillarse ante ella porque así podía disfrutar de aquella memorable imagen de ella. Los ojos de Roan se posaron sobre su madre al verla disfrutar de esa manera y se apartaron en ademán de desprecio ignorando que se arrodillase también ante él.

Nia que le dirigió una mirada enervada a su hijo al percibirle hacer eso, continuó su camino precediendo a toda su delegación.

Fue la única vez en toda la celebración que Lexa se dio cuenta de que a Roan le apetecía estar tan poco ahí como a ella y eso extrañamente la complació. Sabía que Roan no tenía nada contra ella salvo ser enemigos naturales por la disputa con Azgeda. Odiaba tanto a Nia como lo hacia ella o aún más.

Existían pocas cosas que fuesen un secreto para la Heda de los Trece Clanes, que tenía ojos y oídos en todas partes. Por eso para ella no era ninguno conocer el motivo de su pasado destierro, y aunque no le debía absolutamente nada le nació tener un buen gesto con tal de provocar la ira de Nia.

Heda se volvió hacia su protecctor y este diligente no tardó en quedar junto a ella. Lexa movió los labios profiriendo algunas bajas palabras en trigedasleng y la cara del guerrero cambió súbitamente viendo a la delegación del hielo alejarse a lo lejos. Asintiendo a la orden se alejó por detrás de ellos perdiendose entre la muchedumbre para ir a hablar con la reina Nia.

Lexa que seguía recibiendo agasajos y regalos junto a Roan de la gente que desfilaba incansablemente por la alfombra no perdió detalle alguno desde lejos. Viendo como el joven se arrodillaba ante la fría reina y se dirigía a ella transmitiendo su imperioso mensaje. A medida que Nia escuchaba las palabras el rostro se le endurecía mientras la irá y la exasperación la irritaban por dentro.

Ahora fue el altivo rostro de Lexa kom Trigeda el que se alzó férreo y orgulloso enmascarando una vaga sonrisa cargada de intención. Roan que reflejamente se fijo en su gesto siguió la mirada de su consorte hasta verla acabar en el rostro de su madre. La furia y el odio que desprendían sus ojos no era para él desconocido pero pocas veces había tenido ocasión de verla tan contenida.

—Mucho cuidado con ella —se atrevió a advertir él a su nueva consorte—. No es de las que pasan por alto las cosas.

Para su sorpresa, y por primera vez en todo el día escuchó al fin la voz de ella.

—Tampoco lo soy yo —sentenció Lexa sin mirarle siquiera con seguridad y osadía en la voz sintiendo la mirada de su ahora esposo sobre ella entendiendo qué hablaba de verdad.

¿Qué la reina Nia quería desafiarla de algún modo...?

Adelante, qué se atreviera.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora