86. Naturaleza

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El sol brilla más alto e intenso en el cielo cuando la puerta de las estancias privadas de la Heda de los Trece Clanes se abren y Roan, Príncipe consorte de Azgeda entra con reservas. Sus ojos recorren en silencio cada parte de la habitación hasta que se posan sobre Lexa que está sentada frente al espejo pasando el cepillo por su largo cabello tras haberse preparado previamente para bajar a comer.

Roan que clava sus fríos ojos en su distinguida figura camina inmediatamente hacia ella, pero antes de que pueda acercarse Lexa levanta la vista clavando su mirada en él a través del espejo.

—¿Y bien? —pregunta ella como si supiese que tiene algo importante que reclamarle.

—¿Tienes alguna idea de lo que has hecho al nombrar a Ontari reina regente de Azgeda? —la acuso duramente Roan con gesto amenazante—. ¿Alguna idea?

—La tengo —anunció tranquilamente ella con un imperceptible gesto dejando el cepillo sobre el tocador—. Impedir que Azgeda caiga en tus manos por lo que veo y ganar una poderosa aliada me temo.

La burla implícita en sus palabras hizo que Roan endureciese su expresión y se acercase a ella tomándola con fuerza del arreglado cabello antes de pegarla contra la pared.

—Creo que me has subestimado Lexa —siseó Roan con desprecio en la voz al tiempo que notaba como ella oponía resistencia a su fuerza—. Azgeda me pertenece por derecho, me he ganado todos y cada uno de sus territorios soportando años de soberbia y menosprecio por parte de mi madre, la reina Nia de Azgeda, y tú no tienes ningún derecho a arrebatarme eso...

Roan que sintió un seco golpe tras su rodilla izquierda no tuvo más remedio que caer con ella contra el suelo sintiendo como alguien tiraba hacia atrás bruscamente de su cabeza y la hoja de un afilado cuchillo se deslizaba por la piel de su cuello presionándolo con fuerza. La expresión de su rostro cambió súbitamente al escuchar la femenina y aniñada voz que se dirigía a él.

—Suéltala o te rajaré la garganta sin pestañear, Roan de Azgeda... —murmuró Halena amenazante sintiendo el agua deslizarse por su larga melena cayendo sobre su piel envuelta en una toalla.

Roan que sintió su insignificante pero amenazante presencia tras él casi sonrió para si intentando verla de reojo.

—¿Crees que conseguirás pararme antes de que pueda darme la vuelta y matarte, niña?

Halena que le escucho negó con la cabeza imperceptiblemente.

—No, yo no —contestó ella calmadamente con un satisfecho gesto—. Pero estoy muy segura de que ella si.

Roan que cambió la expresión de su cara al caer en eso, dirigió sus ojos a Lexa a tiempo de ver como esta se daba bruscamente la vuelta y le golpeaba con fuerza en el rostro al levantar su rodilla haciéndole caer contra el duro suelo frente a ella. La niña retrocedió unos pasos al ver como Lexa se separaba de la pared y se acercaba a Roan agarrándole por la garganta con firmeza.

—No has debido hacer eso —advirtió Lexa fríamente con voz desafiante.

—Tengo derecho a reclamar Azgeda, Heda —contestó Roan con determinación sabiendo que si que había sido un error por su parte.

—No vas a hacer nada para reivindicarla, ¿me oyes? Nada —le espetó ella con firmeza—. Ontari reinará Azgeda y tú te inclinarás ante ella. Fin de esta rabieta.

—Pero Azgeda... —protestó Roan.

Lexa que alzo una ceja fríamente al escucharle le reto a continuar con la mirada y a Roan no le quedó más remedio que dominarse ante ella sintiendo como esta le soltaba bruscamente para permitir que volviese a ponerse en pie.

—No vuelvas a importunarme con tus impertinencias —le espetó Lexa kom Trigeda, Heda de los Trece Clanes y Comandante de la Sangre—. O me veré obligada a arrebatarte algo más que Azgeda.

Roan que apretó los puños con fuerza mirándola con verdadero aversión y odio. Paso por al lado de la niña de tal manera que por poco la arrolla al salir de no ser por su rápido retroceso.

Halena que se sobresaltó al oír el sonido de la puerta al cerrarse con fuerza tragó con fuerza al haberse visto revelada su naturaleza ante ella.

Lexa que permaneció mirando hacia la puerta por donde Roan había abandonado la estancia dirigió ahora su mirada hacia ella, viéndola aún cuchillo en mano teniendo la deferencia de ignorar ese hecho.

—Deberías apremiar, nos esperan abajo —dijo tranquilamente ella antes de darse la vuelta y acercarse a sentarse para arreglar el estropicio que Roan había vuelto a ocasionar con su cabello.

Halena que se la quedo viendo largos instantes comprendió que de ningún modo ella iba a juzgarla por ello y tuvo que apartar los ojos para que la emoción reflejada en ellos no la delatase frente a su imponente presencia.

—Si, Heda...—acertó a decir trémulamente tras un segundo antes de dirigirse al baño dejando el cuchillo sobre la mesa al pasar junto a ella.

Lexa que la siguió con la mirada a través del espejo hasta perderla de vista cerro los ojos a sabiendas de que esta vez había estado muy cerca. Roan era un mal necesario para resguardar a su pueblo frente a la Coalición pero se estaba convirtiendo en un verdadero problema, uno que iba a tener que solventar más temprano que tarde.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora