S a n g r e » Jetsu

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-¿Estás bien?-Jellal le preguntó al desconocido, preocupado al notar la sangre en el piso.

Natsu dio un pequeño brinco ante la pregunta de la otra persona. No estaba consciente de que había más gente fuera de clase a esas horas. Lentamente, se giró para queda poder ver al dueño de aquella suave y delicada voz. Sus ojos viajaron desde los pies del joven hasta llegar a su cara. Contuvo su respiración. No esperaba que el dueño de la voz tuviese una apariencia tan extraña. Tenía su cabello celeste desordenado a contraste de su uniforme, que estaba perfectamente arreglado. Además, una cicatriz cubría parte de su mejilla derecha, pasando por su párpado y llegando hasta su frente. Su expresión relajada cambió a una avergonzada.

-A-Ah, perdón No quería asustarte -El chico murmuró, rascando su nuca con su mano libre. Su otra mano sostenía una caja.

-No, no... No me asustaste -Natsu sonrió, saliendo de su trance. El pequeño gesto del peliazul le pareció tierno- Es solo que no esperaba más gente por los pasillos. Estamos en horario de clases.

-Entiendo...Oh, por cierto, no me escapé, solamente estaba llevando esta caja al salón de computación... pero eso no importa. ¿Qué le pasó a tu mano?

Natsu despegó su vista de la cara del otro joven para poder mirar a su mano sangrante. Hizo una mueca y apretó su muñeca con fuerza. Se suponía que si hacía presión en la herida debería ayudar a parar el sangrado. En este caso, no estaba teniendo mucho efecto en la herida.

-Me corté en arte... no soy bueno con las trinchetas.

-Ya veo... déjame ayudarte a desinfectarla, soy bastante bueno con esto. Además, la enfermería está pasando la sala de computación.

-¿E-En serio? Gracias... Ah, soy Natsu. Te daría la mano pero no creo que sea una buena idea.

-Es un placer conocerte. Soy Jellal –Le sonrió- ¿Vamos?

Asintiendo, Natsu se acercó a Jellal para poder caminar a su lado. Quería decirle que podía curarse solo y agradecerle por ofrecerle su ayuda, pero aquel chico tenía una personalidad llamativa. Su cicatriz lo hacía parecer una persona peligrosa, pero el peliazul era todo lo contrario. Su sonrisa parecía iluminar la habitación, su voz era amable y gentil, y sus ojos eran tranquilizadores. Cualquiera podía perderse en la profundidad de esos ojos oscuros. Definitivamente, el joven de cabellos rosa fascinado con aquel extraño.

-¿En qué clase estas, Natsu? Vamos al mismo liceo, pero jamás te había visto.

-¿Huh? Oh, em...-Sonrió levemente avergonzado por quedarse mirando fijamente a Jellal- Soy de la clase 2B. ¿Tú?

-Yo soy de la clase 5A. Supongo que es por eso que no nos hemos visto antes.

El joven de cabellos rosa asintió, sonriendo levemente. De allí en adelante, comenzaron a charlar sobre temas irrelevantes por el resto del trayecto. Chistes, charlas, comentarios sin sentido llenaron el aire mientras se acercaban al salón de computación. Jellal era un poco tímido, pero Natsu logró ganarse su confianza rápidamente.

-Ah, espera aquí.

El peliazul paró frente a la puerta de su destino antes de entrar para depositar la caja sobre una repisa. Momentos más tarde, salió de la sala y colocó cuidadosamente una mano sobre el hombro de Natsu. Caminaron juntos hasta la enfermería. Golpearon varias veces en la puerta, pero nadie respondió. Al notar que la enfermería estaba vacía, Jellal se puso a revisar los cajones en busca de algunos materiales para limpiar el corte.

-¿No nos meteremos en problemas por entrar cuando no está la enfermera?-Natsu comentó, lavando su mano para deshacerse de parte de la sangre.

-Hm... no nos pueden culpar. Estás herido –Murmurando, el chico de la cicatriz se arrodilló y sacó una botella de alcohol del fondo de una caja- Siéntate en la camilla.

Suspirando, Natsu se sentó sobre la camilla y examinó la habitación. Jellal se puso de pie segundos más tarde. Caminó hasta la camilla y destapó la botella, vertiendo un poco de alcohol sobre un pedazo de algodón. Un agudo quejido se escapó de los labios del herido.

-Perdón...-Jellal hizo una mueca- Tendré más cuidado...

Pasó el algodón con más cuidado esta vez, hasta asegurarse que estuviese limpia. Tomó una gasa y la envolvió sobre la herida con sumo cuidado antes de ponerle un poco de cinta para que no se saliera. Natsu levantó su mano, sonriendo.

-¡Gracias, Jellal!-Comenzó a reir alegremente- ¡No solo eres lindo, sino que también eres bueno curando heridas!

Las mejillas del peliazul se tornaron totalmente rojas.

-¿Crees que soy lindo...?

La sonrisa se desvaneció de los labios de Natsu. Ese comentario no lo había dicho conscientemente. Su cara se tornó roja, mientras que sus manos comenzaron a temblar levemente. Por más que intentara decir algo coherente, las palabras no salían de su boca. Estaba a punto de disculparse cuando la puerta de la enfermería se abrió de golpe, revelando a la enfermera con una bolsa en su mano. Esta frunció el ceño.

-Salgo unos minutos a comprar suplementos y un par de impacientes se meten...-Colocó sus manos en su cintura- ¡Fuera, chicos!

-¡P-Perdón!-Jellal logró decir mientras guardaba los materiales que había utilizado.

Natsu, en cambio, estaba tapando su boca para evitar reír. El peliazul estaba a punto de salir cuando una mano tomó su muñeca. Jellal miró al otro chico, quien le colocó un pedazo de papel en la mano y besó su mejilla antes de salir como si nada hubiese pasado. Se congeló en el lugar. Lentamente, bajó su vista hasta el papel.

Gracias por ayudarme. ¿Te interesa continuar con nuestra conversación? Mi número está del otro lado de la nota.

-Natsu

Necesitaría reunir todo su valor, pero definitivamente llamaría a ese chico.


¡Oh, no! » Fairy TailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora