Como todos los días fui a la oficina, llegué y había un quilombo bárbaro, y lo peor de todo: Lore. Mi tan esencial, indispensable, infaltable y subordinada Lore, sumisa pero tan calienta penes a la vez. Sí, así era ella. Ay como se reía, asustaba, un cerdo en celo. Ella y sus supers camisas transparentes con polleras tubo a la rodilla. Lore, era mi secretaria, sí era. Había renunciado porque el gerente la acosaba. Y ahora si me había complicado la existencia. Qué iba a hacer yo, era la única que estaba cuando más necesitaba. Todo por culpa de ese viejo choto que no se para que tiene mujer, a la vieja la tiene de adorno con una tarjeta de crédito en la mano y el calzón bordado con hilo de oro. La verdad, no se cómo esa gente puede vivir así, una vida literalmente del orto.
Ahora sí que todo había cambiado en cierta parte, sin la calienta miembros, sin la risa de porcino en celo, sin Lore. No sabría qué hacer con mi oficina. Justo en ese momento. Pero eso no opaco mi positivismo, seguía pensando, me despierto en otro lugar viviendo algo diferente y así fue. Escribí una nota al gerente que me tomaba vacaciones, por el momento 15 días, de paso en ese término aprovechan para convocar una nueva secretaria, qué por cierto en la nota adjunte unos requisitos excluyentes, y al final del escrito: "atrae órganos genitales masculinos y risas familiarizadas con el reino animal ABSTENERSE."
Me tomé las vacaciones. Necesitaba ir lejos, donde pueda relajarme, empezar a cambiar mi pesimismo por positivismo, otro aire, otra gente. El destino lo elegí por el lugar que es fabuloso, y fue un viaje que desde pendeja quise hacer: Cancún, México, allá voy.
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Lo queres, lo haces y lo vivís
RandomCamille lo hizo. Encontró un sentido. Aprendió a vivir cada día. Una típica porteña, estresada por el trabajo, con una personalidad muy particular, decide parar con su vida poco grata y tomarse unas vacaciones. Así es como comienza su cambio de aire...