(Raúl)
No podría creer que por fin hubieran terminado las clases y estuviera realizando la maleta para volver a Valencia a pasar las vacaciones de Navidad con mi familia. Han sido tres largos meses, en los que he hecho muchos descubrimientos en cuanto al rumbo que quiero de tome mi vida, tanto laboral como personal a partir de este momento, tres meses muy duros de estudios, pero también apasionantes. La carrera de medicina es conocida por todos por lo dura que es y la poca vida social de sus estudiantes y yo realmente no me había dado cuenta de esto, o tal vez no me había importado, hasta que llegué a mi quinto año de estudios. Donde todo empieza a teñirse de un tono más serio, y te das cuenta de que apenas te queda otro año y que debes aprovecharlo al máximo, entonces es cuando realmente te paras a pensar a que te gustaría dedicarte profesionalmente y en qué, y con quien te gustaría pasar el tiempo que no dediques a tu carrera profesional. Esto era lo que me había pasado a mí últimamente y tenía muchísimas ganas de volver a Valencia para compartirlo con esa gente realmente importante para mí.
Le di un último vistazo a mi cuarto para comprobar que no había olvidado nada importante fuera de maleta y me dispuse a cerrar la maleta cuando escuché la voz de Sandra, gritando desde la cocina:
- Chicos, la comida ya está. Esta va a ser la última comida juntos del año.
Conforme acabó la frase Antonio, Luís y yo ya estábamos terminando de poner la mesa, y es que Sandra cocinaba genial, y no había quien se resistiera a sus creaciones culinarias. Hoy tocaba macarrones con salsa de setas, era uno de mis platos favoritos.
-Bueno, no sé cómo están porque desde que os habéis sentado a la mesa nadie ha dicho nada.
- ¿Pues como van a estar Sandra? Como siempre riquísimos, todo está siempre muy rico. - Exclamó Antonio cuando ya había devorado casi medio plato.
- Si- Afirmamos Luís y yo al unísono. Era la pura verdad.
Llevábamos tres años compartiendo piso los cuatro y consideraba que había tenido mucha suerte con mis compañeros, Luís y Sandra estudiaban tercero de fisioterapia y Antonio estudiaba también medicina. Habíamos congeniado muy bien y en el piso se respiraba un buen ambiente. Sí que es cierto que con Sandra había adquirido una confianza que no tenía con los otros dos. De hecho, ella es uno de mis grandes apoyos aquí en Barcelona siempre aconsejándome y dándome ánimos. Gracias a ella, mi vida de universitario es un poco más sencilla.
Después de comer nos dedicamos dejar el piso a punto para nuestras vacaciones. Cada uno tenía asignadas unas áreas de limpieza que iban rotando semanalmente. Cuando ya volvía a mi habitación Sandra entró a mi cuarto y cerró la puerta tras ella.
- ¿Estás seguro de lo que le vas a decir?-Preguntó mientras se dejaba caer en la cama.
- ¿Qué? Sí, claro. Bueno, más o menos, así por encima...-contesté. La verdad es que no tenía ni idea de cómo decírselo, solo sabía que quería hacerlo.
- ¿Lara sabe lo que ha pasado contigo y Delia?
- No, no lo sabe. Tampoco sabía cómo contárselo sin contarle lo que me está pasando con ella, es que no lo entiendo.- Dije un poco apesadumbrado.
-Lo que te pasa con ella es que te gusta, te atrae...Creo que ella debería ser la primera en saber lo que ha pasado y cómo te sientes.
- Me da miedo que no me corresponda, o peor aún, que perdamos nuestra amistad
-Si no hablas con ella y te sinceras no vas a solucionar nada tampoco. Además, ¿No eres tú el que nos dice eso de que hay que luchar por sus sueños y hacer lo que realmente te apetece hacer?- Tenía razón, esas palabras habían salido de mi boca hacia no mucho cuando hablábamos sobre nuestras aspiraciones para después de terminar el grado. -Pues aplícate el cuento y sé un poquito más valiente. -Esto último lo dijo mientras daba pequeños puñetazos en mi abdomen.
- Ya, lo sé. Pero...
-Ni peros, ni nada. A por ello, y si necesitas hablar sobre ello durante las vacaciones, ya sabes que para lo que quieras.
-Gracias, Sandra. -Dije acercándome para darle un abrazo. -Eres un sol.
Sandra sonrió y fue a su habitación a terminar de recoger sus cosas. Yo terminé de recoger mi habitación mientras no dejaba de imaginar cómo sería nuestro reencuentro.
Horas más tarde me despedí de Sandra y Antonio y me fui con Luís que se había ofrecido a llevarme al aeropuerto con su coche. Se nos había hecho un poco tarde, así que fui rápido a facturar la maleta y a pasar los controles. Odio volar, bueno odio todos los trámites que debes hacer antes de subirte a un avión, pero es el medio de transporte más cómodo y el que mejor se adecuaba a las fechas que tenía para ir y volver.
Cuando ya estuve acomodado en el avión, cerré los ojos dispuesto a descansar un poco durante el vuelo, pero a los pocos minutos mis dudas sobre qué pasaría en estos próximos días no me dejaban dejar la mente en blanco.
No sabía exactamente que era lo que me había ocurrido con Lara durante los últimos meses. Siempre hemos sido muy amigos, siempre hemos confiado ciegamente uno en el otro pero, había sido durante el transcurso de este verano que su sonrisa me parecía más radiante que nunca y sus ojos los más brillantes. Cuando estaba con ella me sentía inseguro y nervioso y era la primera vez que eso me pasaba. Todo esto se complicó cuando Delia, quien por ese entonces era mi pareja, vino a pasar semanas conmigo a Valencia antes de comenzar el curso. Empecé a tener dudas, a sentirme culpable y a no entender nada de lo que estaba pasando. Por ello, un mes después de regresar a Barcelona y viendo que mis dudas proseguían y no me sentía bien conmigo mismo en esta situación decidí hablar con Delia y terminar la relación. Tal vez fuera algo precipitado pero no podía seguir con esa situación. Fue duro, pero tras un tiempo me di cuenta de que era la decisión correcta, Delia era una chica maravillosa, pero no estaba enamorado de ella, ni siquiera antes del verano, esto solo lo comprendí cuando empezaron mis dudas y mis sentimientos contradictorios hacia Lara. Una persona enamorada no tiene dudas sobre si quiere o no a su pareja y yo las tenía, y muchas.
El vuelo fue bastante tranquilo, cuando me quise dar cuenta el piloto estaba avisando de que nos quedaban diez minutos para el aterrizaje. Levanté la mirada de mi libro y me asomé por la ventana del avión. Un día soleado me saludaba desde el otro lado de la ventanilla. Habíamos descendido bastante y se vislumbraba un bonito paisaje, saqué el móvil y me dediqué a sacar instantáneas hasta que los auxiliares de cabina nos instaron a ponernos el cinturón. Minutos después aterrizábamos en el aeropuerto de Manises.
Mi madre me esperaba en la puerta del aeropuerto, la abracé como llevaba mucho tiempo deseando hacer. Subimos al coche y por fin me sentí en casa.
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Este capitulo va dedicado a TaniaGarca6
Muchas felicidades! Te mereces todo lo mejor! Viva el cuarto de siglo!
Muchas gracias por leerme. Se agradecen votos, comentarios y críticas constructivas.
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Razones para luchar
RomanceLa vida puede cambiar en un segundo, puedes pasar de ser alguien con una vida plena a dejar de sentir esa vida como tuya. Todos tus sueños, aspiraciones y prioridades pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Puede parecer que tu mundo se desmoro...