(Lara)
El día de Navidad comenzó con una buena noticia, el equipo médico había decidido que tras someterme a un exhaustivo examen neurológico y pruebas varias, podía abandonar la UCI porque estaba estable y las heridas quirúrgicas progresaban según lo previsto, al igual que mi lesión medular.
Me sentía ligeramente mejor que ayer, podía mantener la consciencia durante más tiempo y me dolía menos la cabeza, aunque si me molestaban bastante las incisiones producidas por la intervención quirúrgica. Ahora mismo tenía menos tubos en mi cuerpo que hacía unas horas y me sentía más cómoda. No sentía mis piernas y trataba de no pensar en ello, todo el equipo médico no dejaba de repetirme cosas como: que lo malo ya había pasado, que a partir de ahora todo iría a mejor, que todo marchaba según lo esperado en estos casos, que podría hacer una vida normal, que no debía preocuparme... pero todas esas palabras me parecían muy lejanas, como si fueran dichas por ellos de forma mecánica, porque era su trabajo y su deber hacerme sentir mejor. Lo único que consiguió reconfortarme ayer fue poder estar cerca de mi gente: despertar bajo la mirada de Raúl, abrazar a mis padres y la visita de mis abuelos, quienes dijeron que volverían hoy de nuevo.
Hacía solo unos pocos meses que mi abuela había sido diagnosticada de la enfermedad de alzhéimer, por suerte en un estadío temprano de la enfermedad. Y yo sentía la necesidad de aprovechar todo el tiempo del mundo con ella y con mi abuelo. "Ojalá los abuelos fueran eternos", pensaba continuamente.
Me trasladaron a una habitación doble, que de momento estaba vacía y me colocaron en la cama más cercana a la ventana. Una vez estuve instalada y se aseguraron de que todo estaba bien, me subieron el desayuno, casi a la vez mi madre apareció en la habitación junto a mis abuelos, los tres me miraban sonrientes y a mí se me contagió su sonrisa al instante.
-Tu padre no ha podido venir ahora cariño- Me explicó mi madre nada más entrar acercarse a mi cama- pasará después de trabajar junto a tu hermana que está viniendo hacia aquí.
Mi hermana Alejandra vivía en Reino Unido con su marido George desde hacía varios años, hacía apenas unos días nos avisaba que por motivos de trabajo no iban a poder venir a pasar las navidades aquí. Tenía muchas ganas de verla, muchísimas.
-¡Uy! ¡Estás ardiendo!-Sin previo aviso sentí las manos de mi madre en mi frente, y luego sus labios, supe que estaba tratando de comprobar si tenía fiebre.
-¡Mamá! ¡Estoy bien!-Dije entre carcajadas. -Me han tomado la temperatura antes, esta todo correcto, tranquila.
-Vaya, si estás mejor, sí. Toma, esto es para ti- Contenta por verme sonreír me tendió un paquete rectangular. Rasgué el papel todo lo rápido que pude, apareció ante mis ojos un libro de uno de mis escritores favoritos.
-Gracias, de verdad. Me va a venir genial tener algo con lo que entretenerme estos días, que buena idea. Yo no tengo nada para vosotros...-dije apenada, debido a los horarios del trabajo no había podido comprar nada todavía, pensaba ir el día 24 por la mañana.
-Nuestro regalo es que te pongas bien, y estés aquí, con nosotros. -Mi abuelo sonreía, mi amor por la literatura había sido inculcado por él. Ambos necesitábamos leer algo todas las noches antes de dormir y nos gustaba mantener conversaciones sobre los libros y los personajes a la hora de comer que nadie más de la familia podía seguir. -Luego ya nos comprarás un detallito.-Me guiñó el ojo.
-Una vez salga de aquí os compraré lo que sea.
-En menos de lo que te esperas, estarás fuera de aquí, ya verás. -Mi madre me acariciaba el pelo. -Por cierto, he llamado a tu trabajo y he hablado con ellos, no tienes que preocuparte.
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Razones para luchar
RomanceLa vida puede cambiar en un segundo, puedes pasar de ser alguien con una vida plena a dejar de sentir esa vida como tuya. Todos tus sueños, aspiraciones y prioridades pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Puede parecer que tu mundo se desmoro...