Capítulo 5

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(Raúl)

Salí del hospital con la sensación de que me faltaba algo. Me hubiera gustado pasar más tiempo con Lara pero hoy no podía ser ya que sus abuelos, quienes todavía no la habían visto, iban a visitarla esta noche y no se aceptarían más visitas hasta mañana.

Me sentí feliz cuando la vi despertar, el nudo que tenía en mi garganta desde la llamada telefónica del servicio de emergencias se deshizo cuando la sentí presionar mi mano. Todavía tenía muchas cosas que decirle y quería estar con ella, todo el tiempo que fuera posible. Es una situación muy complicada la suya, pero estoy seguro de que podrá hacer frente a las circunstancias, ella es una mujer muy fuerte y yo voy a estar ahí para lo que haga falta.

Pasé por casa para ducharme y cambiarme de ropa y me dirigí a las afueras de la ciudad.

Los planes que tenía para esta noche no podían resultarme menos apetecibles. Era 24 de diciembre, iba a cenar con mi padre y su nueva familia para celebrar la Nochebuena.

Mi padre había comenzado hacía ya casi cinco años una relación con una mujer, su nombre era Lucia y tenía una hija, Natalia, fruto de un matrimonio anterior que vivía con ellos en casa, era dos años menor que yo.

Al principio me había esforzado por adaptarme a la nueva situación e integrarme en la nueva familia pero poco a poco me di cuenta de que no acababa de encajar allí. Mi padre y yo teníamos formas distintas de ver el mundo y de afrontar las cosas y Lucia resultó ser muy parecida a mi padre en ciertos aspectos. De forma que, desde hacía ya un par de años me limitaba a quedar con ellos para cenar o visitarles en fechas señaladas y luego continuaba con mi vida. Cuando venía a Valencia para las vacaciones estaba en casa de mi madre la mayoría del tiempo.

Cuando llamé a la puerta Lucia me recibió ataviada con un vestido largo, ajustado y negro con incrustaciones de pedrería en la zona del pecho, bastante elegante. Llevaba su melena rubia recogida en un apretado moño y unos zapatos que parecían bastante incómodos.

-Raúl, pasa cariño. ¿Cómo estás?- Preguntó con una sonrisa algo tirante.

-Todo bien. ¿Tú que tal estás?- Ahora era mi turno para forzar una sonrisa.

-Perfectamente. Tu padre todavía no ha llegado, debe de estar al caer, hasta el día de Nochebuena tiene que pasarlo trabajando en la clínica.-Suspiró. - Pasa al salón. Natalia debe de estar por allí, así os vais poniendo al día. -Volvió a sonreír y yo trate de devolverle el gesto, sin mucho éxito. Me dirigí hacia el salón, donde efectivamente, se encontraba Natalia. Deposité los regalos que traía debajo del árbol y me giré hacia donde estaba Natalia mirando su teléfono móvil. Llevaba un vestido muy corto y el pelo mucho más largo que la última vez que nos vimos. En percatarse de mi presencia se levantó y vino a abrazarme, yo le devolví el abrazo algo incómodo.

Durante todo este tiempo todavía no le había conocido ocupación que le durará más de unos pocos meses. Había accedido a la universidad tras un par de años viajando por el mundo con el propósito, según ella, de aprender idiomas. Comenzó la carrera de derecho y luego la de psicología. Después decidió que lo suyo era la moda y comenzó a estudiar para diseñar sus propias prendas, pero eso tampoco la sedujo, así que, finalmente decidió montar su propia tienda de ropa, en el centro de la ciudad.

Lo que al parecer si le duraba más de unos pocos meses era su extraño comportamiento conmigo, le gustaba estar informada de todos mis planes y progresos y cada vez que volvía a Valencia me proponía miles de planes y cosas por hacer. Era una chica muy guapa, no podía negarlo pero éramos demasiado distintos, como para mantener una amistad.

Tras un monólogo sobre ella y su nuevo negocio que fingí escuchar con interés, vino una ronda de preguntas sobre mí, mis estudios y mi vida en Barcelona, a las que yo respondí con monosílabos. Ya pensaba que no iba a preguntarme por mi vida amorosa, cuando me preguntó cómo iban las cosas con Delia:

Razones para lucharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora