Capítulo 1: La fantástica Ironía

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 Leon se sentó de golpe en la cama en sincronización con el grito que salió de su garganta. Sus ojos se perdieron brevemente en la penumbra de la oscuridad que invadía su entorno, mientras un sudor frío trazaba una delgada línea desde las raíces de su cabello hasta su sien, deslizándose hasta su mejilla, comenzando a almacenarse en el contorno de su quijada, hasta que llegó a su límite y una pequeña gota de agua se desprendió cayendo sobre las sabanas aperladas que aún cubrían parte de sus piernas. Él Intentó, dentro de lo posible, regularizar su respiración.

Sentía una gran adrenalina que recorría cada nervio de su cuerpo, esa sensación que te invade cuando en sueños sientes que te caerás por un precipicio y despiertas de forma abrupta, así es como él se sentía en esos momentos, pero la sensación era mucho más incómoda, podía sentir su garganta seca y áspera e incluso los latidos de su corazón que golpeaban frenéticamente contra su pecho, parecían haber enviado otro ejercito al interior de sus oídos, como si aquel órgano tan vital intentara advertirle lo cerca que pudo estar de sufrir un pre-infarto.

Cerró los ojos, posando la palma de su mano sobre la mitad derecha de su rostro, tensando suavemente las yemas de los dedos sobre su piel. Finalmente, con esfuerzo, bocanadas grandes de aire y unos cuantos minutos (quizá), pudo sentir como las palpitaciones abandonaban el interior de sus oídos y se concentraban en su pecho, el lugar donde naturalmente debían estar, eso facilitó que su respiración comenzara a tornarse lo más normal posible y aunque su garganta aún se sentía áspera, la sensación tan incómoda de las palpitaciones había cedido hasta casi normalizarse por completo.

Retiró la mano de su rostro y lentamente abrió los ojos. Estaba en su habitación, aún era de noche y la única luz que dominaba el espacio, era la de la luna, la que se filtraba entre las cortinas blancas. Cortinas las cuales Leon deseaba cambiar por unas más oscuras y gruesas para que la luz de la mañana no le despertase. Pero hasta el momento, no había tenido oportunidad de encargarse de ello. Llevaba pocas semanas desde que decidió mudarse al área de dormitorios que formaba parte de Kaleido, anteriormente él vivía en un departamento externo, pero debido a la distancia, las horas de ensayos y prácticas tan cerradas, decidió que mudarse a esos dormitorios, era la mejor opción.

Cada miembro del Kaleido Stage lo personalizaba a su forma, por lo cual, era completamente imposible pensar que los departamentos tenían la misma estructura: Dos habitaciones, ya sea para que dos personas viviesen juntas o una de ellas se adaptara para las necesidades personales del dueño. Contaba con 1 baño y medio (el inodoro y una regadera). Una pequeña cocina, un área de comedor y una pequeña sala de estar. En sí, los departamentos no eran muy grandes, pero eran bastante cómodos, además como anexo, todos tenían un balcón que les regalaba la hermosa vista del mar.

Como era de esperarse, Leon Oswald tenía un dormitorio independiente, le desagradaba de sobremanera tener que compartir habitación con cualquier persona. Para Leon, de puertas cerradas para adentro, era su espacio personal donde podía relajarse y olvidarse brevemente del mundo exterior. Aunque en esos momentos e irónicamente, lo que quería era pensar en el mundo exterior.

Decidió levantarse de la cama, caminando unos pasos hasta la pared color arena, donde se encontraba el boton para la luz, cerca del marco de la puerta. Él presiono el botón para encender las luces de la habitación y salió directamente al baño abriendo la llave del agua, donde unió sus manos para improvisar una especie de canasta y así retener el agua que caía, una vez que las palmas de sus manos estuvieron cubiertas por el líquido, él inclino el rostro y se lanzó el agua para así terminar de despertar y reaccionar.

Dejo que las gotas de agua se deslizaran unos segundos por su rostro, antes de decidirse en tomar una toalla y secarse, tirándola al suelo, antes de dirigirse a su siguiente parada: La cocina. Abrió el refrigerador que estaba lleno de puras bebidas energéticas y botellas de agua, él tomó esa última, cerrando la puerta del refrigerador. Mantuvo sus ojos azules fijos en la botella de agua, como si el movimiento del líquido lo hipnotizara, antes de decidirse en abrirla y beber grandes tragos de ella.

Al retirar la botella de sus labios, él finalmente se sentía más despierto y menos alterado. Su ceño se frunció levemente. Esa pesadilla... no era la primera vez que la tenía, y eso le fastidiaba. No era creyente de los sueños y para nada lo tomaría como una especie de advertencia, pero... en su interior, si comenzaba a causarle cierta inquietud.

-...Esto empieza a ser molesto –Pensó el albino, posando la botella sobre la pequeña mesa color grafito en forma de "L" que se encontraba apoyada en una de las paredes, cerca de la cocina.

Pasó sus dedos por sus largos cabellos plateados para acomodarlos, dirigiéndose hacía una ventana que se encontraba a dos metros de distancia de la puerta principal, adornadas por cortinas venecianas. Leon introdujo dos de sus dedos entre dos láminas, y abrió sus dedos como si de tijeras se tratasen, para así observar el exterior.

Todo se encontraba en silencio, pero por el tipo de color qué el cielo nocturno comenzaba a tomar, Leon pudo deducir que era de madrugada y pronto amanecería. Suspiro. Ya no podría dormir y tampoco tenía un televisor el cual encender y tener ruido, se maldijo así mismo. Graciosamente, fue la misma Sora Naegino quién había sido la primera en decirle que comprara uno, aunque fuese pequeño, porque nunca estaba de más tener algo de entretenimiento extra para cuando se requería descansar, pero él se negó y dijo que el aparato seguramente solo serviría para juntar polvo.

Pero justo esa madrugada, y con gran ironía, Leon se daba cuenta que sí debió haber comprado ése televisor, y debió escuchar las palabras de Sora, qué aunque fuese despistada, León empezaba a entender que siempre qué ella comentaba o sugería algo, debía tomarlo en cuenta con seriedad.

Porque... como le hubiera ayudado ése televisor y la programación estúpida que pudiera brindar. Para así dejar de pensar en ésa pesadilla recurrente, y el terrible accidente de Sora.

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Hasta aquí el primer episodio :D 
Como mencione con anterioridad, no planeo hacer episodios tan largos, para que puedan léer todo más fluidamente y menos cansado :)


Espero que te haya gustado, y nos vemos en el siguiente capítulo

Por favor regalame una estrellita :D

Kaleido Star: Fairy WingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora